Ciencia y pol¨ªtica
Los ensayos para conocer la evoluci¨®n de la s¨ªfilis en enfermos negros norteamericanos no son un acto cient¨ªfico, sino una decisi¨®n de un pol¨ªtico que despreciaba al ser humano por ser negro. La rotura de piernas a los ni?os para ver c¨®mo soldaban sus huesos tampoco fue un acto cient¨ªfico, sino la decisi¨®n de unos pol¨ªticos que despreciaban al ser humano por ser jud¨ªo. El Proyecto Manhattan no buscaba el conocimiento cient¨ªfico de la desintegraci¨®n nuclear, sino la posibilidad pol¨ªtica de utilizarla para matar al "enemigo". La contaminaci¨®n no es la consecuencia del desarrollo de la ciencia qu¨ªmica, sino un acto pol¨ªtico que desprecia los derechos de los donde se instalan f¨¢bricas sin la depuraci¨®n de efluentes adecuada, s¨®lo para aumentar los dividendos de empresarios inmorales. Son los mismos actos pol¨ªticos que autorizaron el empleo de gases en la I Guerra Mundial y en la de Vietnam, o la fabricaci¨®n de minas saltarinas para fabricar inv¨¢lidos civiles, en su inmensa mayor¨ªa ni?os.Clinton pidi¨® perd¨®n a los negros sifil¨ªticos que sobrevivieron a la decisi¨®n pol¨ªtica de sus colegas, mantenida a?os y a?os por varios presidentes que tambi¨¦n hab¨ªan sometido a dosis de radiaci¨®n elevadas a otros norteamericanos, pero lo hizo en nombre "de la ciencia", cuando la responsabilidad fue de sus colegas, que despreciaron los derechos humanos de los negros. Sorprende que esta farsa haya sido aplaudida por todos los medios de comunicaci¨®n como si fuera un acto de arrepentimiento y de reparaci¨®n p¨²blica. ?Qu¨¦ ingenuidad! Fue un enga?o m¨¢s a la opini¨®n p¨²blica.
La ciencia busca el conocimiento; por ello, siempre es beneficiosa para ponerla al servicio del ser humano mediante decisiones pol¨ªticas. Pol¨ªticas y pol¨ªticos racistas son los que quiebran la ¨¦tica del conocimiento al buscarlo a cualquier precio: negros sifil¨ªticos, jud¨ªos con piernas rotas, etc¨¦tera, o para conseguir cualquier beneficio: agente naranja en Vietnam, dioxinas en Bohpal, minas saltarinas en Angola, etc¨¦tera.
El acto de Clinton fue una blasfemia cient¨ªfica porque us¨® el nombre de la ciencia en vano. En lugar de la simple confesi¨®n de culpabilidad por la decisi¨®n tomada -?y mantenida durante decenios por sus hom¨®logos presidentes de Estados Unidos!- que hubiera merecido nuestro respeto, lo que hizo fue acusar a la ciencia que ellos pervirtieron.
La inmoral colaboraci¨®n de algunos profesionales que, como esos pol¨ªticos, despreciaban los derechos humanos no disminuye la responsabilidad del corruptor. Cargue, pues, con su doble pecado: la propuesta corruptora de la ciencia y el pago al cient¨ªfico corrupto.-
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