La haza?a diaria de vivir en Mosc¨²
La subida de los gastos de conservaci¨®n de los min¨²sculos pisos estatales desborda los salarios de los inquilinos
"No pagar¨¦ el alquiler. Simplemente no puedo", exclama Oleg, desesperado y, al mismo tiempo, asombrado consigo mismo por esta declaraci¨®n de rebeld¨ªa tan impropia de su car¨¢cter ruso y que se ve obligado a hacer ante la inminente subida de los pagos por las viviendas.Oleg es un cient¨ªfico que trabaja en el Instituto de Acero y Aleaciones de Mosc¨², y su sueldo oficial es de s¨®lo 200.000 rublos (5.000 pesetas), m¨¢s 250.000 (6.500 pesetas) que le pagan por una investigaci¨®n que est¨¢ realizando. Se las arregla haciendo algunos trabajillos extras impropios de su profesi¨®n y con algunos contratos de investigaci¨®n que una o dos veces al a?o consigue para el instituto. Su piso, de 55 metros cuadrados, tiene tres habitaciones: de 8, 11 y 19 metros cuadrados. En la primera vive sus ¨²ltimos d¨ªas el suegro; en la segunda duerme Oleg, y en la tercera, que hace tambi¨¦n de sala de estar, duermen su ex esposa y su hijo. Aunque oficialmente divorciados, contin¨²an viviendo en un mismo piso, porque no tienen dinero para alquilar uno a un particular. Comen en la cocina, de 5,6 metros cuadrados. Los restantes 11,4 metros cuadrados corresponden al ba?o y los pasillos. Oleg paga por su vivienda 120.000 rublos mensuales.
El edificio de hormig¨®n, de nueve plantas, fue construido hace m¨¢s de 30 a?os y la pintura de las paredes se est¨¢ cayendo a pedazos. La entrada es t¨ªpica: cristales rotos, inscripciones en las paredes que van desde nombres de grupos de heavy metal hasta tacos en ruso e ingl¨¦s, un persistente olor a orina y basura en el suelo. En el ascensor, apretar el bot¨®n de la planta que necesitas es dif¨ªcil: todos est¨¢n semiquemados. Tambi¨¦n el techo del ascensor est¨¢ lleno de manchas negras de quemaduras. Con frecuencia, en el suelo hay alg¨²n charco: orina de perros o de personas, cerveza o vino.
Por estas maravillas los rusos pagan a la REO, la organizaci¨®n municipal que se ocupa del mantenimiento de los edificios de viviendas, de la calefacci¨®n y de la limpieza de sus patios. Seg¨²n las autoridades, el Estado gasta en ello m¨¢s de 100 billones de rublos al a?o, mientras que los pagos de la renta s¨®lo cubren cerca, del 20% de esta impresionante suma. La reforma que se avecina tiene como objetivo que para el a?o 2003 los rusos costeen el 100%. El alza de los alquileres ser¨¢ paulatina y comenzar¨¢ ya el primero de julio. Para fines de este a?o la poblaci¨®n, seg¨²n el programa gubernamental, deber¨¢ estar costeando el 35% de los gastos del Estado; para fines de 1998, los rusos ya estar¨¢n pagando el 50%, ¨ªndice que aumentar¨¢ un 10% anual.
"Este plan es completamente disparatado: los sueldos no permiten cubrir esos gastos". Quien as¨ª opina no es un miembro de la oposici¨®n, sino nada menos que Yuri Luzhkov, el poderoso alcalde de Mosc¨². Luzhkov sabe de lo que est¨¢ hablando: ya hay en Mosc¨² y en otras ciudades casos de impago de los alquileres por parte de la poblaci¨®n.
Tania no s¨®lo hace ya m¨¢s de un a?o que no paga el alquiler de la habitaci¨®n que tiene en un piso compartido -la mayor¨ªa de los rusos viv¨ªan antes en este tipo de viviendas: cada familia en una habitaci¨®n, con derecho a cocina y ba?o-; ahora ni siquiera paga el billete del autob¨²s. Y cuando alg¨²n inspector se lo pide, ella muestra un papel firmado por el contable de su instituto en el que consta que hace ya tres meses que no recibe su sueldo. Tania vive con su hija de 10 a?os en una peque?a habitaci¨®n de 10 metros y trabaja en el Instituto de F¨ªsica de la Tierra, el mismo que dirige VIad¨ªmir Str¨¢jov, el miembro de la Academia de Ciencias de Rusia que en dos ocasiones -en oto?o del a?o pasado y a principios del actual- se declar¨® en huelga de hambre para protestar por la desesperada situaci¨®n en que se encuentran sus empleados y la ciencia rusa en general.
El Gobierno promete que la vivienda no le costar¨¢ a cada familia m¨¢s del 46% de sus ingresos este a?o y el 25% en el 2003. Las autoridades prometen que habr¨¢ tarifas especiales para las familias de bajos ingresos.
"No me lo creo, pero aunque fuera verdad, eso es v¨¢lido s¨®lo para las familias que no tienen exceso de metros, y nosotros tenemos, m¨¢s metros por persona que la norma establecida", explica Lena, que tiene un codiciado piso de cuatro habitacionesen el centro de la capital.
La "norma social" fijada por el Gobierno es actualmente de 18 metros cuadrados por persona, independientemente de que el piso haya sido privatizado y, por lo tanto, pertenezca a un particular, o que sea de propiedad municipal. El piso de Lena, heredado de sus padres, tiene 89 metros y, oficialmente, viven en ¨¦l tres personas: ella, su hijo Ant¨®n y su hija Masha; el actual marido no est¨¢ registrado en esta vivienda, sino en el de sus padres. Por los 35 metros "de m¨¢s", Lena tendr¨¢ que pagar el 100% de lo que el Estado dice que le cuesta, y si no tiene medios para ello, se ver¨¢ obligada a mudarse a otro m¨¢s peque?o. Ya son muchos los moscovitas propietarios de pisos en el centro de la ciudad que han optado por alquilar su piso a provincianos ricos o a extranjeros y marcharse ellos a pisos a¨²n m¨¢s modestos en los suburbios.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.