Con el dinero en la mano
Las ventas de entradas se hizo bajo las reglas del negoc¨ªo
Cerca de 50 personas se quedaron anoche sin entradas para el derby del s¨¢bado. ?sa es la cifra que quedaba a orillas del Bernab¨¦u cuando la polic¨ªa, pasadas las nueve, puso el punto final a una venta de entradas preparada, ordenada y vigilada por decenas de agentes.Cuando a las 18.05 de la tarde los taquilleros del Bernab¨¦u recibieron a sus primeros clientes, no pudieron disimular su incredulidad. Aquello parec¨ªa una manifestaci¨®n de indigentes. Indigentes que ense?aban, obligados por la polic¨ªa, las 16.000 pesetas que les convert¨ªa en due?os de dos entradas para el partido. Pero semejante condici¨®n, la de poseedores de tan cotizado producto, les dur¨® pocos minutos. Porque una vez dejaron las taquillas les toc¨® cumplir con sus contratantes, con los reventas, quienes con mayor o menor disimulo esperaban en las cercan¨ªas del estadio. Entonces se produc¨ªa el trueque. Las entradas, para el reventa, y 2.000 pesetas para quienes hab¨ªan pasado tres noches apoyados en las paredes del Bernab¨¦u.
As¨ª se desarrollaron los primeros minutos de la venta de entradas para el decisivo partido del s¨¢bado. La polic¨ªa hab¨ªa tomado medidas desde primeras horas de la tarde. Varios agentes requisaron las listas que por all¨ª circulaban, aqu¨¦llas que ordenaban la cola de aficionados. Y comprobaron que se respetaba lo que el papel ordenaba. 10 personas fueron desalojadas de la fila, los que no pudieron demostrar que alguien les hab¨ªa reservado su privilegiado lugar. Pero la sorpresa lleg¨® instantes antes de que se abrieran las taquillas. Fue entonces cuando la polic¨ªa orden¨® que los situados en primera posici¨®n ense?aran su dinero. No todos pod¨ªan. Porque algunos esperaban la llegada de su moment¨¢neo jefe, su reventa, el que les hab¨ªa ofrecido comida y cena durante tres noches, pero que a¨²n no les hab¨ªa dado ni una peseta.
Hubo r¨¢pidos movimientos en la cola. Incluso alguna que otra deserci¨®n. Pocas, eso s¨ª. Los gobernantes de la fila estaban alerta. Pasadas las seis, se abrieron las taquillas. Los primeros de la fila aparecieron con el dinero en mano, adem¨¢s de la mochila y los cartones. Lo hicieron despu¨¦s de pasar tres noches a la intemperie, aunque en esta ocasi¨®n con un sueldo de 2.000 pesetas. Consiguieron sus entradas. Y enseguida las soltaron. Quienes no ten¨ªan nada que ver con aquel asunto, se volvieron a quejar, incluso ante la polic¨ªa, de lo ocurrido. Ellos hab¨ªan pasado alguna que otra noche all¨ª. Anteayer, eran los d¨¦cimos de la fila. Ayer ocupaban el puesto n¨²mero 130. Los contratados por los reventas consiguieron sus localidades. Pero los que llegaron apenas dos horas antes de que se abrieran las taquillas, tambi¨¦n. S¨®lo 50 se quedaron con las ganas. Fallaron por 30 minutos.
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