Horacio de Santiago Otero, historiador y te¨®logo
El 20 de mayo pasado falleci¨® en Madrid repentinamente, de una crisis cardiaca, a los 69 a?os, el historiador y te¨®logo Horacio de Santiago. Fue director del Instituto Francisco Su¨¢rez, del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas, director de la Revista Espa?ola de Teolog¨ªa, jefe del Departamento de Historia Medieval del Centro de Estudios Hist¨®ricos (CSIC), acad¨¦mico de m¨¦rito de la Academia Portuguesa da Historia y vicepresidente de la Soci¨¦t¨¦ Internationale pour l'?tude de la Philosophie M¨¦dievale.Nacido en la provincia de Zamora, en tierras sanabresas, Horacio de Santiago estudi¨® teolog¨ªa en la Universidad Pontificia de Salamanca y ley¨® su tesis doctoral en la Universidad Cat¨®lica de Par¨ªs, tras ampliar estudios en la Sorbona y en Roma. Esta proyecci¨®n internacional en sus estudios tuvo su continuaci¨®n en la b¨²squeda de manuscritos in¨¦ditos de autores espa?oles, en numerosas bibliotecas y archivos europeos: Bamberga, Bruselas, Cambridge, Londres, M¨²nich, Viena, etc¨¦tera. Una de sus m¨¢s vivas preocupaciones fue la recuperaci¨®n de importantes escritores medievales espa?oles, cuya importancia en la cultura occidental no ha sido suficientemente indicada (Pedro de Osma, Juan de Segovia, Clemente S¨¢nchez, etc¨¦tera) o es casi desconocida (Felipe Ribot, Guido de Monte Roterio, Virgilio Cordob¨¦s, etc¨¦tera). Fruto de este af¨¢n fue la publicaci¨®n de la Biblioteca b¨ªblica medieval, en colaboraci¨®n con Klaus Reinhardt, investigador y profesor en Tr¨¦veris, con quien Santiago trabajaba en estrecha cooperaci¨®n, as¨ª como la edici¨®n cr¨ªtica de los Manuscritos de autores medievales hispanos.
Dentro de su europe¨ªsmo, y quiz¨¢ por su ascendencia sanabresa, tuvo otras dos pasiones: estudiar la importancia del Camino de Santiago en la formaci¨®n de la cultura medieval europea y espa?ola, y la historia portuguesa en su com¨²n imbricaci¨®n con Espa?a. Santiago era uno de los rar¨ªsimos intelectuales espa?oles que se hab¨ªa tomado con seriedad la perspectiva portuguesa. Y la naci¨®n vecina, especialmente su ¨ªntimo amigo y colaborador Joaqu¨ªn Verissimo Serrao, le pag¨® con la misma moneda.
La prematura muerte de De Santiago deja hu¨¦rfanos importantes proyectos, pero deja tambi¨¦n un importante ejemplo a seguir para el redescubrimiento de Espa?a en el contexto europeo, y para afrontar, de una vez, los requerimientos hist¨®rico-culturales que a lusos y espa?oles nos plantea nuestra com¨²n pertenencia a Hispania-
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