Cumbre inmadura
EUROPA HA demostrado no estar madura para un nuevo salto adelante en el proces¨® de integraci¨®n. El error de partida fue intentar una reforma en profundidad del Tratado de Maastricht cuando las energ¨ªas est¨¢n volcadas en el lanzamiento de la moneda ¨²nica, el proyecto europeo de mayor envergadura. La reforma ha quedado as¨ª de mediada. Como efecto a?adido, los jefes de Estado y de Gobierno -incluido Kohl- resucitaron la tradici¨®n thatcheriana de analizar la cumbre a la luz de los ¨¦xitos logrados para sus propios pa¨ªses -a menudo exagerados-, sin ocuparse apenas de la idea- europea.Este desfallecimiento del entusiasmo europe¨ªsta ya marc¨® los trabajos del Grupo de Reflexi¨®n que presidi¨® Espa?a en 1995 y la posterior negociaci¨®n de 18 meses que ha desembocado en Anisterdam. Pero dos a?os y medio de indecisiones resultan excesivos. Y si la reforma prevista en el Tratado de Maastricht ten¨ªa como objetivos b¨¢sicos una mayor integraci¨®n pol¨ªtica, m¨¢s democracia y preparar la UE para su ampliaci¨®n, hay que convenir que Amsterdam no ha cumplido ninguno.
Una vez aprobado el nuevo tratado puede ponerse en marcha, como quiere Kohl, el proceso de ampliaci¨®n. Ahora bien, la UE necesitar¨¢ adaptaciones profundas e innovadoras antes de poder consumar nuevos ingresos. La reforma institucional -y especialmente la nueva ponderaci¨®n de los votos en el Consejo de Ministros- era el tema m¨¢s importante sobre 1 a mesa. Dado el enfrentamiento entre pa¨ªses grandes y peque?os, el acuerdo s¨®lo podr¨ªa haberse logrado a costa de abrir heridas en un momento en el que es necesaria la m¨¢xima cohesi¨®n posible para iniciar el camino de la moneda ¨²nica. Por lo dem¨¢s, esta reforma cuenta con un margen de al menos tres a?os, ya que es impensable que la ampliaci¨®n pueda culminar antes del a?o 2000. No sorprende pues, el aplazamiento de esta cuesti¨®n. Espa?a ha obtenido garant¨ªas, suficientes a estas alturas, de que su caso -¨²nico pa¨ªs intermedio en la UE que perdi¨® peso relativo con la ¨²ltima ampliaci¨®n- tendr¨¢ un tratamiento satisfactorio. Habr¨ªa sido mejor, claro est¨¢, que se hubiera resuelto en esta cumbre, ya que Espa?a tendr¨¢ que defender a la vez muchos frentes cuando la ampliaci¨®n se ponga en marcha.
En t¨¦rminos europeos, Amsterdam ha sido una oportunidad fallida, pese a los ligeros avances registrados. La Europa sin fronteras, de la seguridad y las libertades ha quedado formalizada en el tratado que incorpora las disposiciones de Schengen. No obstante, se mantiene la excepcionalidad brit¨¢nica e irlandesa sobre el control de sus fronteras, lo que indirectamente le ha venido bien a Espa?a para no tener que ceder en el contencioso gibraltare?o.
En cuanto al asilo, el Gobierno espa?ol no ha logrado su supresi¨®n para ciudadanos comunitarios. Aunque la obligaci¨®n de justificar ante la UE cualquier concesi¨®n de asilo a un ciudadano de otro Estado miembro dificultar¨¢ pol¨ªticamente tal decisi¨®n. De hecho, no ha habido en los ¨²ltimos a?os ning¨²n caso de este tipo y est¨¢ por ver si el complejo sistema de consulta aprobado no servir¨¢, parad¨®jicamente, para que los procesos de extradici¨®n acaben por dilatarse en el tiempo.
La puesta en pie de la pol¨ªtica exterior y de seguridad com¨²n (PESC) recibe un nuevo impulso institucional al crearse la figura del alto representante, que ejercer¨¢ el secretario general del Consejo. Resulta razonable: introducir una nueva instituci¨®n pol¨ªtica hubiera ido en detrimento del equilibrio institucional actual y generado disfunciones. Tambi¨¦n la aceptaci¨®n de la abstenci¨®n constructiva en las decisiones del ¨¢mbito de la PESC permitir¨¢ una cierta flexibilidad y eficiencia. Pero todo refleja falta de ambici¨®n europea, cuya nota m¨¢s caracter¨ªstica es el freno impuesto por Blair al impulso de una Europa de defensa a trav¨¦s de una UEO que acabe integr¨¢ndose en la Uni¨®n Europea. El ¨²nico progreso al respecto es la incorporaci¨®n de las misiones de paz en este nuevo tratado. En el fondo, lo acordado en Amsterdam viene en buena parte a codificar la Europa existente en la realidad.
En cuanto a la llamada flexibilidad -la posibilidad de que unos Estados avancen m¨¢s en su integraci¨®n, aunque . otros no lo hagan-, es una posibilidad que cobra valor jur¨ªdico, lleno de sensatas limitaciones, y que puede abrir nuevo! caminos. Tambi¨¦n abre horizontes el novedoso cap¨ªtulo sobre el empleo, que hubiera sido imposible con los conservadores brit¨¢nicos en el poder.
En el fondo, esta cumbre ha servido para que cada uno acote su terreno. Entre ellos, Blair, Jospin y un Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar cuya prioridad parec¨ªa centrarse en el asilo y en el muy positivo reconocimiento del estatuto especial para Canarias, pero sin grandes ambiciones europeas. Como los dem¨¢s. Por eso, la falta de madurez del fruto ha dejado un resabio amargo.
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