El fiscal acusa a Gorriar¨¢n de haber intentado tomar el poder en Argentina
Enrique Gorriar¨¢n Merlo, el ¨²ltimo hist¨®rico de la guerrilla latinoamericana de los a?os setenta y el hombre m¨¢s buscado por el espionaje argentino durante un cuarto de siglo, detenido en octubre de 1995, asegur¨® ayer que nadie le traicion¨® y que fue secuestrado en una operaci¨®n coordinada por Argentina y M¨¦xico, naci¨®n donde result¨® apresado. "?Ustedes creen que la gente es imb¨¦cil?", pregunt¨® desafiante en el juicio iniciado el jueves pasado.
Ninguno de los hombres que el 23 de enero de 1989 asaltaron el cuartel de La Tablada se chupaba el dedo, precis¨® Gorrir¨¢n Merlo. En el juicio que se sigue contra ¨¦l en la C¨¢mara Federal de San Mart¨ªn, El Pelado anim¨® A los periodistas que le imputaban haber conducido a su gente a una carnicer¨ªa: "?Por qu¨¦ no van y les preguntan a los presos que est¨¢n en la c¨¢rcel de Caseros?".Durante las casi 48 horas de combate por la recuperaci¨®n de aquel regimiento bonaerense murieron 39 personas y otras 70 resultaron heridas, entre guerrilleros, polic¨ªas y soldados. La fiscal¨ªa acus¨® al procesado y a su esposa, Ana Sivori, de fraguar aquella frustrada ocupaci¨®n para hacerse con el poder, no para defender la amenazada democracia de Ra¨²l Alfons¨ªn.
La segunda sesi¨®n, de la vista contra el autor del atentado que cost¨® la vida en Asunci¨®n al dictador nicarag¨¹ense Anastasio Somoza, pr¨®fugo 25 a?os, protagonista de novelescas fugas y acciones terroristas despu¨¦s de la dictadura (1976-1983), continu¨® con la lectura de un sumario de 300 p¨¢ginas. El ex jefe del trotskista Ej¨¦rcito Revolucionario del Pueblo (ERP), demacrado, adusto a veces, sonriendo otras al reconocer a alg¨²n amigo, levantando el pulgar en se?al de victoria, se entretuvo buena parte de ese tiempo dibujando garabatos en un papel. Ana Sivori denunci¨® a gritos la existencia de una farsa judicial y su condici¨®n de reh¨¦n pol¨ªtico, y ley¨® un ejemplar de la Constituci¨®n como burla. "?Que juzguen a los militares y a los corruptos!", exigi¨®. Un fuerte dispositivo policial, con perros, acordon¨® el edificio donde se desarrolla el juicio, al que acudi¨® Marcela Santucho, hija de Mario Santucho, quien fuera superior de Gorriar¨¢n en el ERIP hasta su muerte.
Antes de que la polic¨ªa apartara a los periodistas, el acusado afirm¨® que los documentos manejados por el fiscal Mariano Kieguel eran "papeles secuestrados en allanamientos ilegales, sin testigos". El guerrillero no quiso responder a las reiteradas preguntas sobre La Tablada. "Hablar¨¦ sobre eso en el juicio", dijo.
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