Un columnista para "hombres sencillitos"

Durante su mandato, mi predecesor en estas funciones, Juan Arias, escribi¨® una extensa y documentada columna titulada ?Es el diario EL PA¨ªS demasiado feminista? en respuesta a varios lectores que opinaban que lo era. Algunos de ellos siguen pensando hoy como entonces, y no dejan de record¨¢rselo de cuando en cuando, como est¨¢n en su derecho, al Defensor del Lector. Otros lectores con similar punto de vista han venido a sumarse en el transcurso del tiempo. Es el caso de Mario Z¨®ttola, de Madrid, que pone como ejemplo de ello, es decir, de que El PA?S es demasiado feminista, la columna de Rosa Montero titulada Hay que... del pasado 27 de mayo.La queja de estos lectores puede resumirse de esta manera: EL PA?S da preponderancia en sus reportajes y columnas de opini¨®n a los puntos de vista de la mujer respecto de los del hombre y rezuma un feminismo que responde a un tiempo hist¨®rico superado y que ha dejado de llevarse en sociedades que marcan la pauta en este terreno. Se tratar¨ªa, a su entender, de un feminismo residual, antiguo, desfasado, con olor a naftalina.

No es intenci¨®n del actual Defensor del Lector reabrir la discusi¨®n sobre este tema. En el tiempo transcurrido desde que Arias lo abord¨®, no ha aparecido, dato alguno susceptible de modificar las conclusiones de entonces. El escenario es poco m¨¢s o menos el mismo. La mujer sigue estando en una situaci¨®n de desventaja frente al hombre dentro y fuera del grupo familiar, aunque en el proceso hacia la igualdad se produzcan casos concretos de injusticia y de discriminaci¨®n contra el hombre. Recientemente, EL PA?S daba cuenta de un informe sociol¨®gico, que demuestra que en Suecia -el pa¨ªs que ha llevado hist¨®ricamente la delantera en el terreno de la igualdad real entre hombres y mujeres- la condici¨®n de hombre- sigue siendo todav¨ªa uno de los argumentos m¨¢s eficaces para conseguir trabajo. Incluso en EL PAIS -el mismo peri¨®dico al que estos lectores imputan una excesiva dosis de feminismo- el peso informativo de la mujer es sustancialmente menor que el del hombre, seg¨²n un estudio sobre la presencia de hombres y mujeres en la prensa durante la semana del 16 al 22 de septiembre de 1996 presentado en el ¨²ltimo congreso de periodistas catalanes. "Hay que decir", comenta este estudio en lo que se refiere a EL PA?S, "que de 700 menciones de personas en los titulares, s¨®lo corresponde a mujeres el 11,86%, mientras que el 88,14% son hombres. Y en los cuerpos de las noticias, de 4.809 menciones,. el 89,48% son hombres y el 10,52% son mujeres. Por lo que respecta a la autor¨ªa de los textos, hay que significar que las mujeres firman el 14,16% de los mismos, mientras que los hombres firman el 43,56%, y van sin firma el 42,29%. Si se miran los datos seg¨²n si los textos son de opini¨®n o informativos, los resultados son a¨²n m¨¢s descorazonadores: s¨®lo el 3,88% de los textos de opini¨®n est¨¢n firmados por mujeres, mientras que los hombres lo hacen en un 83,72%".

No hay raz¨®n, pues, para no compartir la conclusi¨®n general de Arias en el debate de hace dos a?os sobre el supuesto hiperferninismo de EL PAIS: "De lo que s¨ª est¨¢ convencido el Defensor del Lector es de que el hombre acaba este siglo con una crisis mucho m¨¢s profunda que la mujer, porque ha perdido la certeza de su pasada e indiscutible identidad -en parte cuestionado por la nueva mujer emancipada- y a¨²n no ha hecho su propia revoluci¨®n. De ah¨ª su incertidumbre incluso cuando reflexiona sobre la masculinidad o virilidad. Y eso no puede dejar de reflejarse en un diario libre y pluralista como EL PA?S, atento a los cambios de los tiempos. Creo, por ello, que lo que estos lectores advierten es en parte cierto. Pero no tanto por culpa de las mujeres, que escriben con aplomo y sin complejos de sus conquistas, sino de los hombres, que tenemos miedo, por un lado, a aparecer como machistas si afirmamos nuestra vieja identidad y, por otro, se nos nota que no sabemos cu¨¢l podr¨¢ ser nuestra nueva identidad. De ah¨ª quiz¨¢s la crisis que nos atenaza como sexofuerte "

El actual Defensor del Lector comparte este diagn¨®stico de fondo; no obstante lo cual se considera comprometido, en estricto cumplimiento del deber de defensa, a dar curso a la petici¨®n que le dirige el lector Mario Z¨®ttola a los efectos que correspondan. He aqu¨ª la petici¨®n: "Pido humildemente a EL PA?S que designe un columnista que nos defienda a los hombres sencillitos, tirando a aburridos. Los que no reclamamos un d¨ªa del hombre trabajador, los que hemos mandado flores a nuestras amadas, los que hemos ba?ado a nuestros hijos cuando eran peque?os, les hemos dado el biber¨®n y les hemos paseado los domingos bajo el sol; en fin, los que arreglamos los grifos cuando gotean o las puertas cuando no cierran bien, sin que nadie nos escriba una columna [las tareas que endilga a la mujer el tipo de hombre que describe Rosa Montero en su columna]". La petici¨®n queda ah¨ª, aunque este lector debe saber que no entra dentro de las pautas de funcionamiento normal de un peri¨®dico designar a un columnista en exclusiva para estos u otros menesteres. En cualquier caso, el Defensor del Lector hace votos por que alguno de los habituales columnistas de EL PA?S se muestre sensible a la petici¨®n y escuche el mensaje de ayuda que trasluce.

Radio episcopal

En los tiempos en que el diario Ya era propiedad de la Conferencia Episcopal, antes de su venta a un grupo de comunicaci¨®n, no era infrecuente llamarle "el peri¨®dico de los obispos". Hoy, un lector de Vigo, Javier G¨®mez Taboada, no considera ajustado "a la realidad y veracidad" llamar a la Cadena de Ondas Populares de Espa?a (COPE) "la emisora de los obispos" como se hace a veces en EL PA?S. Este lector cree observar cierto tono y determinada intenci¨®n en esa denominaci¨®n. Adem¨¢s, cuestiona que sea apropiado considerar a los obispos propietarios de la COPE, ya que desde el punto de vista jur¨ªdico la propiedad corresponder¨ªa a la Conferencia Episcopal, y, en ¨²ltimo t¨¦rmino, a la Iglesia.El Defensor del Lector considera conforme a la "realidad y veracidad" referirse a la COPE como "la emisora de los obispos". Lo es porque, adem¨¢s de la Conferencia Episcopal (47,32% de los t¨ªtulos), las di¨®cesis como tales poseen una participaci¨®n sustancial (el 22,47%) en la COPE. De otro lado, no puede hablarse de la Conferencia Episcopal y de los obispos como dos cosas materialmente distintas. Los obispos son la Conferencia Episcopal y act¨²an en su seno a trav¨¦s de sus asambleas plenarias, comisiones y ¨®rganos de direcci¨®n. No puede apreciarse, pues, intencionalidad alguna en esa denominaci¨®n. Refleja un dato objetivo: la pertenencia de una emisora de radio comercial a una instituci¨®n no mercantil como la Iglesia. Se denomine a la COPE emisora de los obispos, de la Conferencia Episcopal o de la Iglesia, no puede obviarse la circunstancia de que la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica es la propietaria real de una emisora no significada especialmente por su dedicaci¨®n a transmitir la doctrina de la Iglesia y el mensaje del Evangelio.

Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector o telefonearle al n¨²mero (91) 337 78 36.