Medio a?o encerrados en la catedral
Cuatro ex trabajadores de Duro Felguera reclaman, al Principado la recolocaci¨®n de 39 despedidos
Cuatro trabajadores metal¨²rgicos cumplen hoy medio a?o de encierro en lo alto de la torre de la catedral de Oviedo. Representan a un colectivo de 39 despedidos del grupo Felguera a los que el anterior Gobierno asturiano, del PSOE, se comprometi¨® a recolocar en empresas p¨²blicas de la regi¨®n. Con su protesta exigen al actual Ejecutivo, del PP, que materialice aquellos acuerdos, asumidos por la Administraci¨®n en noiembre de 1994 y con los que se puso a un largo periodo de conflictividad social. Al cabo de 83 d¨ªas de enclausramiento en muy penosas condiciones, los cuatro trabajadores reiteran su prop¨®sito de permanecer por tiempo indefinido encaramados en la torre hasta que se les d¨¦ lo pactado.Los cuatro encerados (Gerardo Campa Iglesias, Jos¨¦ Ignacio D¨ªaz D¨ªaz, V¨ªctor Vaquero Rodr¨ªguez y Juan Jos¨¦ Garc¨ªa Garc¨ªa, con edades comprendidas entre los 38 y los 52 a?os, todos ellos casados y con hijos) han advertido que resistir¨¢n a cualquier intento de desalojo. Se han dotado de medidas de seguridad y de sistemas defensivos, que no desvelan, para repeler una eventual operaci¨®n de asalto por parte de las fuerzas de seguridad. "Si se llegara a la confrontaci¨®n, pretendemos actuar a tiempo para que no ocurra dentro de la torre, donde ser¨ªan inevitables los da?os a las personas y al monumento".
Al lugar del encierro no permiten el acceso a ninguna persona. S¨®lo en una ocasi¨®n aceptaron que entraran sus familias. Fue hace un mes y no se volver¨¢ a repetir. "Este es un encierro de verdad y con todas las con secuencias", asegura Gerardo Campa Iglesias. Un sistema de contrase?as franquea excepcionalmente el paso a los periodistas. Una angosta escalera de caracol, de 204 pelda?os, salva los 62 metros de altura hasta el campanario, justo debajo del cual han improvisado el aposento donde duermen y comen a modo de vivac.
Con toldos y pl¨¢sticos se protegieron malamente de las bajas temperaturas invernales y se amparan con dificultad del viento desabrido que permanentemente azota la estancia. Son apenas 10 metros cuadrados de apretado cobijo, hasta donde la solidaridad de sus compa?eros les hacen llegar, mediante un sistema de cuerdas, las provisiones y, a mediod¨ªa, el men¨² del d¨ªa de un bar de las cercan¨ªas. La cena suele ser frugal para no ingerir calor¨ªas en exceso. Desde hace una semana cuentan con una bicicleta est¨¢tica. A lo largo de la jornada se turnan para pedalear 70 kil¨®metros diarios cada uno. El tiempo se va en leer la prensa, escuchar los informativos de la radio, ver la televisi¨®n port¨¢til, comentar las incidencias del d¨ªa y dialogar por las tardes desde un ventanuco con los parientes y amigos que no faltan ni un solo d¨ªa a la cita al pie de la catedral. Desde hace varios meses les acompa?a un inquilino m¨¢s, el perro de Juan Jos¨¦ Garc¨ªa, que se negaba a ingerir alimentos desde que su due?o se ausent¨® de casa; pero tambi¨¦n un centenar de palomas que todos los d¨ªas acuden para que les den de comer y dos pollos que est¨¢n criando y a los que han bautizado con los nombres del presidente del Principado y de su consejero de Econom¨ªa. "Quiz¨¢ el d¨ªa que salgamos de aqu¨ª est¨¦n demasiado duros para poder com¨¦rnoslos", comenta Campa Iglesias.
En recovecos de la torre y en alg¨²n habit¨¢culo anexo han instalado un rudimentario sistema para ducharse y un cubo sirve de sanitario. Los desperdicios se bajan cada dos d¨ªas por las cuerdas en bolsas de basura y una manguera que alcanza el sumidero de una calle lateral cumple la funci¨®n de urinario. El ingenio ha suplido las carencias, pero la austeridad y las renuncias presiden una vida espartana que s¨®lo con disciplina se hace llevadera. "Podr¨ªamos hacer una lista interminable de renuncias, como pasear, estar con tus hijos y con tu compa?era y disfrutar del m¨ªnimo confort. Es muy duro permanecer seis meses lejos de la familia y estar privados de libertad porque no se quiere cumplir un acuerdo institucional. Nosotros no pedimos ni m¨¢s ni menos que el cumplimiento de lo que est¨¢ firmado y estamos dispuestos y preparados para continuar aqu¨ª indefinidamente", sostiene Campa Iglesias, de 38 a?os, quien ya protagoniz¨® hace dos una huelga de hambre de 52 d¨ªas de duraci¨®n por este mismo conflicto.
Esta tarde, a las seis, volver¨¢n a ta?er, como cada d¨ªa, las campanas de la catedral durante una hora para recordar a los ovetenses un d¨ªa m¨¢s que desde hace medio a?o cuatro hombres habitan debajo del campanario.
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