Juicios por genocidio
EL GOBIERNO de Estados Unidos ha decidido apoyar oficialmente la investigaci¨®n abierta en Espa?a por el juez de la Audiencia Nacional Manuel Garc¨ªa Castell¨®n contra el general Augusto Pinochet, el dictador que gobern¨® Chile desde 1973 hasta 1990. Aunque la causa abierta se centra inicialmente en la responsabilidad del general en la muerte de ciudadanos espa?oles durante la brutal represi¨®n que sigui¨® al golpe militar, ¨¦sta ha sido ampliada a la m¨¢s gen¨¦rica acusaci¨®n de genocidio por el car¨¢cter sistem¨¢tico que adquirieron los asesinatos y torturas bajo Pinochet.Es bueno para la justicia, pero tambi¨¦n para la pol¨ªtica y para la dignidad humana, que los dictadores y s¨¢trapas diversos, los criminales de guerra y los asesinos en serie se sientan inseguros. La disposici¨®n de la fiscal¨ªa estadounidense a colaborar con el juez espa?ol en el caso Pinochet coincide con las noticias sobre la supuesta detenci¨®n de otro de los m¨¢s tristemente c¨¦lebres criminales de la segunda mitad del siglo, el camboyano Pol Pot, y el comienzo de un nuevo juicio en La Haya contra un presunto criminal de la guerra de Bosnia-Herzegovina, en este caso un general croata. Son buenas noticias; demuestran voluntad pol¨ªtica de impedir la impunidad de cr¨ªmenes contra la humanidad. El Gobierno espa?ol tiene ahora ocasi¨®n de hacer su propia aportaci¨®n a este clima accediendo a la extradici¨®n de dos nazis refugiados en Espa?a y cuya entrega pedir¨¢n hoy en Madrid representantes del Centro Simon Wiesenthal.
Pinochet es un ejemplo preclaro de lo que es un criminal irredento. En ning¨²n momento ha mostrado el menor pesar por los miles de asesinatos producidos por orden suya y los inmensos sufrimientos que caus¨® a su propio pueblo. Con la arrogancia de quien se considera impune ha despreciado a quienes ped¨ªan justicia y a quienes, dispuestos a perdonar, exigen una declaraci¨®n de arrepentimiento. Pinochet ha demostrado ser humanamente incapaz de ello.
Los archivos norteamericanos deben tener suculenta inf¨®rmaci¨®n sobre los cr¨ªmenes cometidos bajo Pinochet. Al fin y al cabo, servicios de informaci¨®n de EE UU jugaron un importante papel en la consumaci¨®n de la tragedia chilena. Que ahora se pongan a disposici¨®n de la justicia demuestra que, pese a todo, la comunidad internacional avanza en su voluntad de castigar los cr¨ªmenes habidos y prevenir su repetici¨®n. En Chile, la colaboraci¨®n con el juez Garcia Castell¨®n ha sido nula hasta ahora. Quiz¨¢s el giro que da ahora la causa en Espa?a -y otras similares en curso en Italia y Francia- induzca a un cambio de la actitud oficial en Santiago. Pero incluso no siendo as¨ª, pronto puede haber una orden internacional de b¨²squeda contra el general. El criminal habr¨¢ perdido algo de tranquilidad. Y esto siempre es de justicia.
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