Cuando la historia se repite
Lia?o cree que ha encontrado 'el caso de su vida' en el sumario de Sogecable
"?Es el caso de mi vida!", exclam¨® el magistrado Javier G¨®mez de Lia?o, titular del juzgado n¨²mero 1 de la Audiencia Nacional, cuando el pasado 24 de febrero, por el procedimiento de reparto, ca¨ªa en sus manos la denuncia contra Sogecable presentada por el periodista y director de la revista ?poca Jaime Campmany. Pero esa frase en voz alta de G¨®mez de Lia?o ante los funcionarios de su propio juzgado era cuando menos enga?osa. No en vano, se le presentaba la gran oportunidad de atrapar a los directivos de un grupo de comunicaci¨®n cuyos periodistas hab¨ªan puesto al descubierto meses antes los manejos de su hermano Mariano G¨®mez de Lia?o, abogado y socio de Mario Conde en el caso Banesto.Denunciante y magistrado compart¨ªan en ese momento una corta pero frondosa amistad motivada por el parentesco de los Campmany con Cristina M¨¢rquez de Prado y Noriega, miembro de una familia de latifundistas extreme?os venida a menos, entre los que figuran personajes de siniestro recuerdo como Arturo M¨¢rquez de Prado, el acompa?ante del hombre de la gabardina en los sangrientos sucesos de Montejurra (dos muertos, 1976) o Fernando Cotta M¨¢rquez de Prado, el magistrado que absolvi¨® a los dos jueces del caso Bardellino (puesta en libertad del jefe de la Camorra italiana, 1986).
Cristina, abogada no ejerciente y estudiante de Historia, es la esposa de Emilio Campmany y Bermejo, hijo del periodista y titular del registro de la propiedad n¨²mero 1 de San Bartolom¨¦ de Tirajana (Gran Canaria), funci¨®n que actualmente simult¨¢nea con un cargo de confianza en el Ministerio de Justicia que preside Margarita Mariscal de Gante. Pero sobre todo es la hermana de la todopoderosa fiscal Mar¨ªa Dolores M¨¢rquez de Prado, compa?era sentimental desde hace cinco a?os del juez G¨®mez de Lia?o.
Si aquella expresi¨®n enga?osa delataba el apetito de G¨®mez de Lia?o por Sogecable, y m¨¢s en concreto por abrir una causa general a su dos principales cabezas visibles, Jes¨²s de Polanco y Juan Luis Cebri¨¢n, una indiscreci¨®n hacia el exterior de una ¨ªntima colaboradora de Campmany en ?poca pon¨ªa al descubierto que el director de esa revista, animado por el juez y en base a unos datos que supuestamente le enviaron desde instancias del Gobierno al periodista Miguel Plat¨®n -poco despu¨¦s premiado con la direcci¨®n de informaci¨®n de la agencia Efe- estaba decidido a presentar una querella contra Sogecable. Al tratarse s¨®lo de seis juzgados, la suerte o, en su lugar, ciertas mafias que se suelen emplear en el reparto de las denuncias jugaban a favor de que el caso recayese en el juzgado deseado.
La operaci¨®n no pudo salir m¨¢s perfecta para ambos. Campmany y Gomez de Lia?o, que meses atr¨¢s hab¨ªan compartido con sus respectivas mujeres unas cortas vacaciones en la Lombard¨ªa italiana, se convert¨ªan, adem¨¢s de amigos, en denunciante y juez instructor del mismo caso ante los at¨®nitos ojos de magistrados, fiscales, secretarios y oficiales de una Audiencia Nacional acostumbrada a todo tipo de esc¨¢ndalos pero superados en esta ocasi¨®n por la magnitud de la maniobra.
Invitaci¨®n a Campmany
Pero ah¨ª no qued¨® la cosa: G¨®mez de Lia?o ha seguido vi¨¦ndose en p¨²blico y sin ning¨²n tipo de pudor con el denunciante Campmany, a quien convid¨® el 30 de mayo ¨²ltimo a pasar un fin de semana, en compa?¨ªa de la fiscal Mar¨ªa Dolores M¨¢rquez de Prado y de Conchi Bermejo, la mujer del periodista, en la finca La Azuela, una propiedad r¨²stica con pabell¨®n de caza y plaza de toros incluidos ubicada en Pe?aranda de Bracamonte (Salamanca) y que su hermano Mariano adquiri¨® a bajo precio en su ¨¦poca pr¨®spera de Banesto a un agricultor local llamado Pedro del Pozo.En esa ocasi¨®n, el magistrado que instruye el caso Sogecable hab¨ªa pedido la baja en la Audiencia Nacional por encontrarse estresado, lo que no le impidi¨® hacerse por carretera los 150 kil¨®metros de ida y los otros de vuelta que separan Madrid de la finca de su hermano para corresponder a Jaime Campmany, con quien -lo suele decir con frecuencia- se siente agradecido no s¨®lo por la solidaridad que le expresa su revista, uno de los medios que amamantaba Conde en la ¨¦poca gloriosa de Banesto, sino por ser el hombre que le ha abierto las puertas hacia escritores de la talla del premio Nobel Camilo Jos¨¦ Cela o le ha puesto en suerte a sinsorgos personajes como el notario Antonio Garc¨ªa-Trevijano, que es a quien la fiscal Mar¨ªa Dolores M¨¢rquez de Prado encomend¨® despu¨¦s sus recursos ante el Supremo.
A Javier G¨®mez de Lia?o y Botella, nacido en Orense hace 48 a?os por razones de destino de su padre, el hoy magistrado retirado Mariano G¨®mez de Lia?o y Cobaleda, no le quedan ya apenas amigos en la Audiencia Nacional, a excepci¨®n de algunos de los fiscales que se mueven en torno a su compa?era sentimental. Ni siquiera su compa?ero de estrellato en los grandes casos, el juez Baltasar Garz¨®n, otrora amigo y hoy horrorizado por la forma c¨®mo se est¨¢ manejando la instrucci¨®n del caso Sogecable. Tampoco parece que tiene la solidaridad de su propio juzgado, dado el alto n¨²mero de funcionarios a sus ¨®rdenes que han pedido el traslado en los ¨²ltimos tiempos. "La soledad es una bienaventuranza", presagi¨® hace unos meses parafraseando a Oliveira Salazar, el dictador portugu¨¦s que lleg¨® a decir que se encontraba "orgullosamente solo".
En el pasado, G¨®mez de Lia?o s¨ª que se gan¨® solidaridades, sobre todo de algunos de sus compa?eros de judicatura cuando ocupaba una vocal¨ªa en el Consejo General del Poder Judicial (1990-1996). Propuesto para el ¨®rgano que gobierna a los jueces por el Partido Popular (PP), su peculiar concepci¨®n de la independencia de la justicia -fr¨ªa y serena, en sus palabras- le indujo a alejarse de los magistrados de talante conservador para, en cambio, arrimarse a los que integraban el cupo socialista. Lleg¨® a votar y a compartir estrategia con ellos, salvo en casos excepcionales como el d¨ªa que apoy¨® el nombramiento como presidente de la Sala Segunda del Supremo del t¨ªo Fernando -el ultraconservador Fernando Cotta y M¨¢rquez de Prado-, que debut¨® en el cargo intentado retrasar la vista del antejuicio al corrupto Pascual Estevill.La predisposici¨®n de G¨®mez de Lia?o hacia los magistrados propuestos por el PSOE le fue un d¨ªa sumamente agradecida: acorralado por un esc¨¢ndalo que protagoniz¨® al tratar de pertubar la independencia de una magistrada de la plaza de Castilla (intervino en favor de un amigo m¨¦dico) no s¨®lo le ayudaron a salir indemne del esc¨¢ndalo sino que le sacaron las casta?as del fuego. En un momento de arrebato, a este singular magistrado no se le ocurri¨® otra cosa que enviar su propia versi¨®n de los hechos a todos los jueces de Espa?a por correo comercial r¨¢pido. El resultado fueron unos gastos de m¨¢s de un mill¨®n y medio de pesetas que sus compa?eros jueces conservadores no dudaron en se?alar como malversaci¨®n de fondos. Una colecta encabezada por la entonces vocal Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega y a la que concurrieron los dem¨¢s jueces del cupo socialista tap¨® el esc¨¢ndalo.
El sumario de Banesto
Arrebatos como el anterior explicar¨ªan en opini¨®n de algunos compa?eros de profesi¨®n, su decisi¨®n de dirigir, pese a tener mayor categor¨ªa como magistrado de sala, un juzgado de instrucci¨®n de la Audiencia Nacional tras su salida del Consejo, lo que se interpret¨® como un intento de estar cerca del otro juzgado de este tribunal que instru¨ªa el sumario de Banesto y en el que se encontraba imputado su hermano Mariano. Un habilidoso personaje que ha salvado de no llegar a fin de mes a muchos jueces y fiscales ofreci¨¦ndoles colaboraciones en una empresa familiar -hoy en manos de la aseguradora Mapfre y de la que es apoderada Rosario Fonseca, ex esposa del juez- que se dedica a la edici¨®n de textos de jurisprudencia: Colex.Lo cierto es que Javier G¨®mez de Lia?o si se ha caracterizado por algo en su ¨²ltimo a?o como juez instructor ha sido por sus ins¨®litas decisiones, desde la citaci¨®n del entonces fiscal Jos¨¦ Aranda como testigo en el caso Lasa y Zabala hasta la prohibici¨®n de salir de territorio nacional de Polanco y Cebri¨¢n pasando por la reciente apertura de diligencias a Garz¨®n sobre presuntas filtraciones en torno al sumario sobre Sogecable.
G¨®mez de Lia?o forma parte de un clan familiar vinculado al mundo del derecho y la justicia para el que no pasa el tiempo. En 1980 la sala segunda del Tribunal Supremo condenaba a tres meses de c¨¢rcel al entonces director de EL PA?S, Juan Luis Cebri¨¢n, por un editorial titulado "Prensa y democracia", en el que sal¨ªa en defensa de la libertad de expresi¨®n tras la condena de una periodista ya fallecida que, para colmo, termin¨® anclada en la extrema derecha. El ponente de esa sentencia era un G¨®mez de Lia?o -el viejo don Mariano, padre del juez- y uno de los magistrados que se pronunciaron en favor de la condena, un M¨¢rquez de Prado: el t¨ªo Fernando.
Diecisiete a?os despu¨¦s las evidencias ponen al descubierto que la historia, si es por historias, tambi¨¦n se repite.
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