Pena dispersa, alegr¨ªa unida
Mudos. Sin aire. Sin piernas. Sin fuerzas. Roberto R¨ªos, tan dicharachero en los proleg¨®menos, cuando saludaba a sus amigos del Barcelona vestidos como modelos de Versace e incluso depart¨ªa con Josep Llu¨ªs N¨²?ez, era al final un hombre derrotado. Se mesaba la calvicie, lloraba sobre el hombro de un compa?ero y era consolado por Luis Enrique.Par¨ªs Saint Germain y Betis. Dos rivales y dos nuevos trofeos para las vitrinas del Barcelona. Con Ronaldo en Bolivia y Robson en entredicho. Colorido. C¨¢nticos. Un partido de Norte-Sur. Un partidazo. La gente no devolv¨ªa los balones -hasta ocho se perdieron- y cinco polic¨ªas nacionales, por imperativos de seguridad, se hab¨ªan situado de espaldas al partido.
Alfonso y Alexis parec¨ªan espectros, fantasmas de s¨ª mismos; Finidi se cubr¨ªa el rostro con su camiseta. Y Ure?a, el capit¨¢n, permanec¨ªa sentado, como ausente.
Minuto 12. Gol de Alfonso. "?rbitro, la hora". Hab¨ªan llegado b¨¦ticos desde M¨¦xico, Nueva York, Lima, Ginebra. Y hasta de Catalu?a. El sue?o dur¨® media hora y el cuento acab¨® en el descuento. Todos pensaban ya en una repetici¨®n de lo que ocurri¨® hace 20 a?os, hasta que el capricho de Robson, el nigeriano Amunike, agarr¨® un meteorito que propici¨® el final de la pel¨ªcula, el comienzo del largo regreso. Largo por triste. El Bar?a, al que el Betis elimin¨® en la Copa cuando el equipo andaluz estaba en Segunda, una semana antes de la incorporaci¨®n de Serra Ferrer, se ha convertido en una bestia negra para el t¨¦cnico mallorqu¨ªn. Igual ficha por este equipo para espantar el maleficio.
Joan Gaspart, vicepresidente del Barcelona, se pase¨® con una bufanda azulgrana. El equipo igualaba al Athletic de Bilbao, el fantasma de hace dos d¨¦cadas, a 23 Copas. En el palco, la condesa de Barcelona, que es del Betis. Y Curro Romero. El fr¨ªo hel¨® a los b¨¦ticos y Figo los congel¨®. Manuel Ruiz de Lopera, como el emperador de un cuento de los hermanos Grimm, lleg¨® con su peluquero particular, Manolo Melado, que es el almu¨¦dano verdiblanco y vocea la alineaci¨®n.
Grande como una muralla, Roberto R¨ªos lloraba como una magdalena. La tristeza se hab¨ªa desperdigado. La alegr¨ªa, en cambio, la euforia de los azulgranas, se api?aba en una torre humana a la que se incorporaba Iv¨¢n de la Pe?a. En la cabina de comentaristas, Michel y Bakero, que han puesto fin a la aventura mexicana; Rinc¨®n y Carrasco, uno vestido de b¨¦tico y otro de azulgrana; y Rafael Gordillo, que no disput¨® la final de hace 20 a?os porque jug¨® un partido con el filial contra el Reus. Ayer le toc¨® ser cronista de la pena. Periodismo jondo.
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