Hong Kong, ?un pa¨ªs, dos sistemas?
Li Shuxian se cas¨® en 1962 con Pu Yi, el ¨²ltimo emperador de China, quien hab¨ªa dejado de serlo en 1911, a?o en que lleg¨® la rep¨²blica al inmenso pa¨ªs asi¨¢tico. En 1967, a la muerte del ex emperador, su viuda, que era enfermera, hizo discreto mutis por el foro y no se la volvi¨® a ver en p¨²blico hasta abril de 1995, en que deposit¨® las cenizas de su marido en un mausoleo de los alrededores de Pek¨ªn, donde yacen los antecesores de Pu Yi. Li Shuxian acaba de fallecer, apenas tres semanas antes del retorno de Hong Kong, la ¨²ltima joya de la Corona brit¨¢nica, a la madre patria china.A partir de hoy, 1 de julio, Hong Kong pierde a Chris Patten, ¨²ltimo gobernador de la. colonia, a quien Rita Fan, importante personaje pol¨ªtico local favorable a Pek¨ªn, denomina "nuestro ¨²ltimo emperador, el ¨²ltimo emperador de Hong Kong". Durante cinco a?os, Patten no ha dejado indiferente a casi nadie. Ha acumulado elogios sonoros y cr¨ªticas viscerales. Los primeros, provenientes del sector de la poblaci¨®n partidario del modo de vida democr¨¢tico occidental, que Patten impuls¨® durante su mandato. Las cr¨ªticas, a cargo de la comunidad fiel a Pek¨ªn, que ve la cosas de otro modo. El principal venablo que ¨¦stos le dirigen es que, por influencia suya, Londres rompi¨® el acuerdo suscrito en 1989, en virtud del cual los habitantes de Hong Kong elegir¨ªan por primera vez su Asamblea legislativa entre julio de 1997 y julio de 1998. La represi¨®n antidemocr¨¢tica de Tiananmen movi¨® a los ingleses a convocar los comicios en 1995, antes de la entrega de la joya, temiendo que despu¨¦s Pek¨ªn deslegitimara la esencia y el procedimiento de los mismos.
Sobre todo esto gravitan una paradoja y un dilema. Ni brit¨¢nicos ni chinos pensaron nunca en dotar a Hong Kong de un sistema democr¨¢tico. Al menos los primeros no lo hicieron durante mucho tiempo, pues a pesar de haber sido colonizadores durante siglo y medio, s¨®lo se ocuparon del asunto , a toda prisa, a finales de los a?os ochenta. Los segundos han elaborado ¨²ltimamente su pol¨ªtica hongkonesa sobre la m¨¢xima de Deng Xiaoping: "Un pa¨ªs, dos sisternas". Es decir, la coexistencia del pujante libre mercado capitalista en la desde hoy ex colonia con un no tan libre r¨¦gimen pol¨ªtico. La paradoja estriba en que ni unos ni otros imaginaron el arraigo en ella de una alt¨ªsima sensibilidad pol¨ªtica. Tanto como para congregar en 1989 a un mill¨®n de manifestantes a favor de los disidentes de Pek¨ªn, algo que rompi¨® la imagen de Hong Kong como un simple, aunque clave, apol¨ªtico para¨ªso financiero.
El dilema consiste en saber si a partir de ahora Pek¨ªn intentar¨¢ conservar lo financiero 37 restringir lo pol¨ªtico. Probablemente lesionar¨¢ los derechos de expresi¨®n, de asociaci¨®n y manifestaci¨®n, y dado que no reconoce la legislatura nacida en 1995, el futuro pol¨ªtico a lo occidental no parece boyante. Los nuevos dirigentes argumentan. en base a la cl¨¢sica teor¨ªa de los valores asi¨¢ticos: para Occidente, los derechos individuales son fundamentales; en Asia prima la comunidad sobre el individuo. El orden y la estabilidad imprescindibles para el desarrollo de todos (una suertede primum vivere, deinde philosophare) antecede a cualquier otra consideraci¨®n, se afirma.
Pero hay otros valores a la ofensiva, los del mundo de los negocios, compartidos por Oriente y Occidente, en Pek¨ªn, Washington y Hong Kong. En ¨¦l, todos estiman que China ser¨¢ hacia el 2020 la primera econom¨ªa del planeta, con Shanghai equiparado a Nueva York, o casi, y habiendo superado con creces a la ex colonia brit¨¢nica. ?sta y Shanghai son ya ahora centros financieros entrelazados, y lo estar¨¢n mucho m¨¢s en el futuro, para beneficio de China y de los inversores internacionales. Pek¨ªn conoce las reglas del juego. Sabe que si acaba con las libertades y agota a la desde hoy regi¨®n administrativa especial, cambiando sustancialmente su naturaleza los que de verdad importan... y exportan se iran a otros para¨ªsos del sureste asi¨¢tico. La sabidur¨ªa milenaria apretar¨¢ al principio, pero no ahogar¨¢.
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