El reencuentro con su familia cambi¨® la cara del funcionario
Barba espesa y descuidada, una palidez casi cadav¨¦rica y una mirada perdida enmarcaban un rictus entre el dolor y la sonrisa. Era el gesto, a mediod¨ªa de ayer, de quien volv¨ªa al lugar del que fue separado contra su voluntad hace m¨¢s de 17 meses.Sin querer detenerse, Jos¨¦ Antonio entr¨® en el portal del n¨²mero 62 de la avenida Eladio Perlado, donde su propia foto y un lazo azul le recordaban su calvario. Era el momento de "iniciar el reencuentro".
Ocho horas m¨¢s tarde, el reencuentro con su familia le hab¨ªa cambiado la cara. Afeitado y sonriente, con su mujer, Domi, y su hijo, Daniel, salud¨® desde el balc¨®n de su domicilio a miles de vecinos congregados para darle la bienvenida. Era la segunda vez que se asomaba para dar las gracias a sus vecinos. Poco antes de las tres de la tarde, un Jos¨¦ Antonio todav¨ªa muy cansado se asom¨® al balc¨®n con Domi a su lado y Daniel en sus brazos.
Si para todos el ¨²ltimo a?o y medio ha sido casi una eternidad, para este ni?o, de cerca de cinco a?os ser¨¢ dif¨ªcil entender estas "vacaciones", demasiado largas, de su padre. As¨ª le hab¨ªan explicado la ausencia de Jos¨¦ Antonio desde un primer momento. Ayer, Daniel volvi¨® a abrazar a su padre.
"El ni?o le ha reconocido perfectamente y se ha abrazado a ¨¦l", contaba Isaac, que fue quien le llev¨® en brazos hasta su padre. Este reencuentro familiar cambi¨® el rostro de Ortega Lara, que durante toda la ma?ana se hab¨ªa mostrado reacio a comparecer ante la prensa.
Frente a su casa en el barrio de Gamonal, cientos de personas se hab¨ªan agolpado para darle la bienvenida. Entre ellos, varias pe?as de Burgos, una ciudad que desde el jueves celebra sus fiestas mayores en honor de san Pablo y san, Pedro. Los m¨²sicos contuvieron el sonido de sus trompetas y tambores hasta ver a su vecino.
Pasaba alg¨²n minuto de las 12.30 cuando un coche de la polic¨ªa local y otro del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa entraban en la zona acordonada que se hab¨ªa instalado frente a la casa. Detr¨¢s, un veh¨ªculo verde oscuro. Domi fue la primera en salir. Tras ella, Jos¨¦ Antonio. En ese momento, se rompi¨® el tenso silencio y estallaron la m¨²sica, los aplausos y los v¨ªtores. El secuestro de Ortega Lara ha marcado a esta ciudad de m¨¢s de 160.000 habitantes, salpicada todav¨ªa ayer de lazos azules.
Ahora, ha llegado el tiempo de descansar. Y de reflexionar. A caballo entre la inmensa satisfacci¨®n y la gratitud, Isaac D¨ªez, portavoz de la familia, se centr¨® en la "losa" que se han quitado de encima. "Una pesadilla ha terminado". Isaac no encontraba todas las palabras: "Estas cosas, estos d¨ªas, se viven". El portavoz empezaba, por la tarde, a ser consciente de que la liberaci¨®n era una realidad. Ahora, "no se trata de olvidar, sino de asumir un reto y avanzar". "No puedes quedarte en el pasado".
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