Apoteosis del cuerpo

La infantilizaci¨®n en que hab¨ªa ca¨ªdo Batman en la d¨¦cada de los sesenta fue violentada, y para bien, en los ochenta por un pu?ado de ilustradores famosos, al frente de los cuales estaban Bob Kane y Frank Miller, quienes fueron capaces de darle la vuelta al h¨¦roe. Los tiempos no estaban para seres fuera de lo com¨²n; de ah¨ª que a nadie extra?¨® que Batman, humano, demasiado humano, se moviera ahora mucho m¨¢s por la venganza personal que por un abstracto y altruista sentido de la justicia.Un h¨¦roe escindido, pues,, fue el que Tim Burton llev¨® a las pantallas en su primera neoentrega de las aventuras del Murci¨¦lago, en aquel Batman mod¨¦lico interpretado por un actor con poco carisma, que vagaba solo por una ciudad corro¨ªda por el crimen. Tres entregas m¨¢s tarde, y tras la nueva infausta infantifizaci¨®n a que John Schlesinger someti¨® a nuestro hombre, vuelve Batman, y lo hace con los peores auspicios. Podr¨ªamos liquidar limpiamente el filme diciendo que es la apoteosis del efecto especial al servicio de una historia no ya banal, sino incre¨ªblemente est¨²pida, con unos actores que demuestran por en¨¦sima vez que adaptar un c¨®mic en la pantalla es simplemente excederse en sus cometidos -Clooney, nuevo protagonista, es el que est¨¢ mejor, con todo-, que el Dolby Stereo termina devorando cualquier sentido, que la forma en que el gui¨®n enlaza las peripecias de los protagonistas deber¨ªa ser ense?ado en las escuelas como ejemplo de lo que no debe hacerse con un argumento, y listos.

Pero es que Batman / Robin es, desafortunadamente, algo mucho peor. Por una parte, un discurso fuertemente ideologizado, y no ciertamente en un sentido progresista: desde el primer plano en que aparece la malvada Poison lvy, que da a Thurman la ocasi¨®n de exhibir el cuerpo, sabemos que la causa ecologista ser¨¢ defendida en el filme por un personaje desequilibrado.

Por si fuera poco, y para paliar la incorrecci¨®n pol¨ªtica de tal personaje, se le hace que intente ligarse a los hombres exclusivamente por su f¨ªsico, que siembre ciza?a entre los dos homosexuales en potencia que son Batman y Robin, y que Silverstone, chica turbulenta pero buena, la ponga a pu?etazos en. su lugar dici¨¦ndole: "Nena, haces un flaco favor a las mujeres comport¨¢ndote as¨ª", mientras Schumacher hace una exhibici¨®n pormenorizada de pectorales, trasero y bajos de Silverstone / Batgirl, ocasional ayudante de los h¨¦roes.

La ideologizaci¨®n de la pel¨ªcula corre pareja con una est¨¦tica infaustamente autoritaria, una verdadera apoteosis del f¨ªsico, la musculatura y la copia casi fotogr¨¢fica de la realidad en forma de estatuas cicl¨®peas. La c¨¢mara de Schumacher se desliza por estas herc¨²leas superficies con avidez digna de Albert Speer. Vulgarmente reaccionaria, estruendosamente ruidosa, convencionalmente aburrida, la cuarta entrega s¨®lo sirve para hacer a¨²n mejores las dos de Burton.