El ruido de la historia
En los a?os sesenta Tony Leblanc protagoniz¨® un western par¨®dico y tercermundista titulado Torrej¨®n City. La base a¨¦rea, eufem¨ªsticamente llamada de utilizaci¨®n conjunta de Torrej¨®n de Ardoz, a 20 kil¨®metros de Madrid, marcar¨ªa con su impronta indeleble desde 1955 a todo un pueblo, hoy ciudad que bordea los 100.000 habitantes, haciendo de su nombre sin¨®nimo de la reciente invasi¨®n yanqui auspiciada por el Plan Marshall y el nuevo alineamiento del r¨¦gimen franquista en el bando de los buenos. Tony Leblaric incorporaba ese h¨ªbrido imposible de cowboy mesetario en un filme probablemente rodado en el ariz¨®nico desierto de Colmenar Viejo.En la base de Torrej¨®n se prove¨ªan los modernos Madrile?os en los a?os sesenta de los ¨²ltimos discos nacidos en USA y tambi¨¦n de tabaco, ropa, peque?os electrodom¨¦sticos y otros art¨ªculos y sustancias mediante inmencionables trapicheos, a la par que sintonizaban en el dial los programas musicales trufados de mensajes patri¨®ticos de Radio Torrej¨®n para ponerse al d¨ªa, supliendo las carencias de un mercado que a¨²n se resent¨ªa de la autarqu¨ªa.
La base fue, desde sus inicios, blanco de cr¨ªticas, meca de manifestaciones pacifistas y pac¨ªficas de obligado cumplimiento para progresistas y ecologistas de dos generaciones. Diez o 15 a?os despu¨¦s de Torrej¨®n City, Miguel R¨ªos, en su disco La huerta at¨®mica, protestaba en tono apocal¨ªptico por los ruidosos cazas y bombarderos que sobrevolaban pre?ados de amenazas su retiro campestre. En clave m¨¢s ir¨®nica y en la semiclandestinidad forzosa de los cantautores insumisos, Javier Krahe y Las Madres del Cordero arremet¨ªan numantinamente contra las autoridades "que hac¨ªan la pelota por tener a los yanquis instalados en Rota, en Zaragoza y Torrej¨®n". Los cazas siguen rugiendo en el cielo de Torrej¨®n, pero ahora son cazas de la OTAN, lo cual resulta menos humillante, pero igualmente molesto, insalubre y peligroso para los combativos y sufridos habitantes de la ciudad sitiada, que persisten en su razonable y razonada protesta. La base no aporta nada, aparte de incomodidades y riesgos a los vecinos de una urbe enclavada en el centro de un importante nudo de comunicaciones a¨¦reas y terrestres.
En la cronolog¨ªa que aparece en un plano-folleto del Ayuntamiento bajo el ep¨ªgrafe de Hitos hist¨®ricos, a la fecha "1955, llegada de la base a¨¦rea norteamericana" le sigue "1970-72. Construcci¨®n de los pol¨ªgonos industriales". Del Pent¨¢gono a los pol¨ªgonos, esta vez su situaci¨®n estrat¨¦gica iba a beneficiar al municipio con los frutos del desarrollo industrial propiciando su crecimiento demogr¨¢fico.
Hoy la influencia norteamericana m¨¢s a la vista en las calles de Torrej¨®n de Ardoz se detecta en la vigorosa epidemia de grafitos y firmas callejeras, un sarpullido de color que afea o embellece los muros de la ciudad. Del burdo garabato como r¨²brica de autoafirmaci¨®n adolescente al art¨ªstico mural que reluce con el brillo de cien aerosoles no hay m¨¢s que unos pasos. Hace tiempo que en este y en otros municipios madrile?os para acabar con la plaga de los grafitos asilvestrados se cedieron a los artistas del spray superficies p¨²blicas en las que dejar sus coloristas composiciones. La agrupaci¨®n local del PSOE de Torrej¨®n dio ejemplo cediendo los muros de su sede a los j¨®venes creativos, que se esmeraron en su realizaci¨®n dise?ando un id¨ªlico paisaje sobre el que campea el viejo cu?o del partido, el emblema fundacional de Pablo Iglesias, el libro abierto sobre el yunque. El del pu?o y la m¨¢s es un logotipo m¨¢s electoral; en las comunicaciones internas del partido y en algunas fachadas se prefiere el hist¨®rico, explica el concejal de Cultura.El alcalde socialista de Torrej¨®n de Ardoz se llama Garc¨ªa Lorca y gobierna en coalici¨®n con los concejales de Izquierda Unida tras un largo e intrincado proceso que desbanc¨® a los conservadores mediante una moci¨®n de censura. Una alianza progresista para una ciudad cercada por el progreso, forzada a combinar los avances industriales y tecnol¨®gicos con el ocio, el bienestar y la cultura de sus industriosos habitantes.
Torrej¨®n de Ardoz alcanz¨® la categor¨ªa de "villa" en 1554 cuando el t¨¦rmino dej¨® de estar bajo el dominio de Alcal¨¢ de Henares para pasar a depender del Arzobispado de Toledo. Sin embargo, siempre celosos de su independencia, sus habitantes compraron su jurisdicci¨®n 20 a?os m¨¢s tarde para convertirse en "villa de realengo" sin m¨¢s servidumbres que las indispensables del reino, que ya eran suficientes.
As¨ª estuvieron hasta el desembarco a¨¦reo de 1955, que les despoj¨® de parte de su soberan¨ªa. En los Hitos hist¨®ricos recopilados por el Ayuntamiento entre 1574 y 1955 figuran como acontecimientos importantes, el pronunciamiento de don Juan Jos¨¦ de Austria, bastardo de Felipe IV, contra el padre Nithard, favorito de la regente do?a Mariana de Austria; la estancia como inquilino de la "Casa Grande" del rey Carlos IV cuando a¨²n era pr¨ªncipe de Asturias; el nacimiento de don Francisco Salmer¨®n, que fuera presidente de las Cortes de la I Rep¨²blica; la c¨¦lebre batalla de Torrej¨®n, en la que participaron los generales Narv¨¢ez, Zurbano y Seoane exigiendo la dimisi¨®n del Gobierno de su colega en espadazos, Espartero, la construcci¨®n del ferrocarril y la muerte del anarquista Mateo Morral, acorralado despu¨¦s de su atentado nupcial contra Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia.
El peso de la historia pasa casi inadvertido en esta villa en perpetua transformaci¨®n en cuyas calles apenas se conservan algunas casas de modesta altura y muros encalados, encerradas entre nuevos y por lo general anodinos edificios. Los monumentos m¨¢s rese?ables son la iglesia de San Juan Evangelista, construida a partir del siglo XVI, que domina con su poderosa torre la plaza Mayor y la Casa Grande, una antigua casa de labor que los jesuitas usaron como granja, bodega y despensa del Colegio Imperial de Madrid, donde se educaban los hijos de los nobles. Construido entre los siglos XIV y XVI, el caser¨®n alberga un complejo hostelero gastron¨®mico-art¨ªstico-cultural.
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