El son del arco iris
El centro de refugiados de Alcobendas invita a los vecinos a una fiesta por la ¨ªntegraci¨®n
Tres zaire?os recorr¨ªan ayer el parque de la Comunidad de Madrid, en Alcobendas, tocando la trompeta, el bombo y los platillos con la banda de la asociaci¨®n cultural Al Alba, del madrile?o barrio de Vallecas. Esta imagen ins¨®lita resume el objetivo de la IX Fiesta -Arco Iris, organizada por el Centro de Atenci¨®n al Refugiado (CAR) de Alcobendas: vecinos de la localidad se mezclaron con miembros de varias ONG y los refugiados del CAR en un intento de lograr una mejor aclimataci¨®n de ¨¦stos a la vida en nuestro pa¨ªs."Desde que se inaugur¨® el centro, hace 10 a?os, se celebran fiestas de este tipo con la idea de crear un espacio de diversi¨®n que haga m¨¢s f¨¢cil el encuentro entre los refugiados y los vecinos de Alcobendas", explica Florentina Salvador, directora de este centro del Inserso. La fiesta comenz¨® como una forma de celebrar la fecha en la que Espa?a se adhiri¨® a la Convenci¨®n de Ginebra' y al Acta de Nueva York, sobre refugiados dentro de sus fronteras.
La integraci¨®n es "lenta y cuesta mucho, porque no se cuenta con medios de gran convocatoria, y la realidad de los refugiados es complicada y diferente en cada caso", reconoce Salvador. Habib y Halima Mekky son una pareja argelina que lleg¨® al centro hace tres d¨ªas con su hija de tres a?os huyendo de su pa¨ªs porque el Gobierno relacionaba a un familiar suyo con los grupos terroristas isl¨¢micos y presionaba a toda la familia. Apenas han tenido tiempo de adaptarse: "Es bueno que nos acojan, pero ahora queremos trabajar para poder quedamos en Espa?a", dice Habib.
Es precisamente el trabajo la espada de Damocles que pende sobre- todos los residentes en el centro. Tienen claro que el CAR es una soluci¨®n temporal y que si no encuentran un medio para regularizar su situaci¨®n y logran un trabajo que les permita conseguir el permiso de residencia tendr¨¢n que abandonar el centro y el pa¨ªs: "Reconocemos el esfuerzo que hace Espa?a al acogemos, pero la preocupaci¨®n es constante. No sabemos qu¨¦ ser¨¢ de nosotros. A veces te da la impresi¨®n de que es un viaje de ida y vuelta, y eso te deprime" asegura un refugiado cubano que no quiso dar su nombre por temor a que conozcan su paradero.
Pero, a pesar de las dificultades, hay quien consigue integrar se, como los tres zaire?os de la banda de la asociaci¨®n Al Alba .Hace cuatro a?os eran hu¨¦spedes del CAR. Las actuaciones del grupo ecuatoriano Tarpuy Taki y de la banda cubana- de salsa Yarey, que se unieron a la banda Al Alba, facilitaron por un d¨ªa la diversi¨®n de todos los refugiados en una fiesta en la que estuvieron arropados por el apoyo de miembros de 11 ONG que trabajan todos los d¨ªas para procurarles una vida mejor.
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