Un t¨ªtulo v¨ªa 'catenaccio'
Yugoslavia derrota a Italia en una final muy defensiva
Yugoslavia revalid¨® el t¨ªtulo pero se qued¨® a mil leguas de la imagen que ofreci¨® cuando lo conquist¨® hace dos a?os en Atenas. El juego que desplegaron ayer los yugoslavos ante una Italia que delat¨® muy pronto su nula confianza en sus propias posibilidades fue el reverso de aquel festival de 1995 ante una Lituania que no se rindi¨® sin haberles clavado antes 90 puntos. Nada que ver. Yugoslavia, tal como se tem¨ªa por los precedentes en este mismo campeonato, se dedic¨® a guardar la ropa antes que a nadar con una defensa de hierro que hizo que los italianos echaran de menos aquellos gladiadores que ganaron el t¨ªtulo en 1983, l¨¦ase Meneghin, Sachetti, Gilardi, Vilalta, Bonamico...Los mejores equipos europeos de fin de milenio est¨¢n sacados de laboratorios en los que los sesudos estrategas de la materia -Maljkovic, Ivkovic u Obradovic- proponen el ocaso del talento. A este respecto, nada que reprochar. Misi¨®n cumplida para Obradovic: Myers no existi¨®, Fucka se diluy¨® ante Savic y Topic e Italia se qued¨® al desnudo. No importa, seg¨²n las influyentes y triunfales teor¨ªas de los t¨¦cnicos yugoslavos que Djordjevic, Danilovic o Bodiroga tengan que bajar su list¨®n y guardarse el talento para sus ratos libres cuando participen en alg¨²n bolo o impartan alguna clase de verano. Lo importante es ganar, lo hicieron. No importa el precio, ni que toda Europa se quedara pregunt¨¢ndose d¨®nde est¨¢ la chispa que algunos ilusionados, al parecer cada vez m¨¢s ilusos y residuales, le ven a este juego que aseguran que es tan espectacular.
Si Italia se pas¨® seis minutos y medio para lograr su primera canasta, no importa que Yugoslavia lograra en ese mismo tiempo s¨®lo diez tantos (10-2). Si entre los dos equipos tardaron siete minutos en sumar nueve tantos, del 16-11 al 20-16, nada sucedi¨® porque Yugoslavia segu¨ªa en cabeza. Cierto es que se desataron los nervios en el banquillo yugoslavo cuando los italianos, a base de que Messina le diera vueltas y vueltas al coco, encontraron un quinteto con algo de p¨®lvora. Obradovic se desga?itaba e Ivkovic, en funciones de directivo, empezaba a impartir ¨®rdenes como si volviera a ser el entrenador porque ve¨ªa que los italianos se pon¨ªan a tiro de piedra: 26-23 y 30-28.
Volvi¨® Djordjevic a darle vueltas a su equipo y al reloj de 30 segundos hasta agotar a ambos para acabar exprimiendo las gotas de calidad suficientes. Y para dejar a Italia a la expectativa. Y para desquiciar incluso a Fucka, primero, y Abbio, despu¨¦s, a los que Meneghin no les ha podido transmitir los secretos del juego sucio. Una falta antideportiva de Abbio a Djordjevic elev¨® la diferencia a 14 tantos, 43-29, no porque se disparase el talento atacante de los yugoslavos sino porque no les permitieron sumar m¨¢s que un punto a los italianos en otros cuatro minutos.
Myers, el ¨²nico genio con licencia de su entrenador para buscar la canasta rival, enlaz¨® una serie de ocho puntos que volvi¨® a poner a los yugoslavos en guardia, 49-44. Pero una acci¨®n de Bodiroga, un jugador lento que va que ni pastado para este tipo de partidos, desatasc¨® el ataque de los suyos. Entre eso y un tap¨®n de Rebraca a Myers, la final qued¨® resuelta.
El t¨ªtulo fue merecidamente para Yugoslavia pero, por favor, en la pr¨®xima, que recurran al v¨ªdeo de lo que ellos mismos hicieron en 1995. ?Italia? Hizo cuanto pudo y regres¨® con el honor a salvo, pero una final europea deber¨ªa exigir algo m¨¢s a quienes desean meterse en ella.
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