Recordando a Manuel Lamana
El nombre de este escritor era m¨ªtico para los antifascistas
Debi¨® de ser poco despu¨¦s de la muerte del dictador Franco; es decir, unos tres a?os despu¨¦s, hacia 1978. El nombre de Manuel Lamana era, para los antifascistas espa?oles, algo - m¨ªtico; ya en Par¨ªs, en 1966, me habl¨® de ¨¦l Mart¨ªnez, director de la revista y editorial Ruedo Ib¨¦rico. Supe entonces que hab¨ªa sido detenido por la polic¨ªa espa?ola, acusado, junto a Nicol¨¢s S¨¢nchez Albornoz, de intentar refundar en Madrid la disuelta Federaci¨®n Universitaria Espa?ola (FUE), y condenados ambos, en 1947, a varios a?os de trabajos forzados en el monstruoso y fa ra¨®nico Valle de los Ca¨ªdos.Este calenturiento proyecto de Franco fue dise?ado para ser pante¨®n de ¨¦l y de su gente. Hoy su momia est¨¢ all¨ª, bajo una enorme y pesada losa de m¨¢rmol (¨¦l, que era casi enano: as¨ª le denomin¨¢bamos en vida). Tambi¨¦n est¨¢ enterrado all¨ª, desde muchos a?os antes, Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange Espa?ola e hijo del anterior dictador, el general Primo de Rivera. Y, recordando la historia, porque hace al caso, diremos que fue el secuestrador del d¨¦bil rey Alfonso XIII -al principio de los veinte- y depuesto antes de la huida- del rey, en 193 1, cuando se conocieron los resultados de las elecciones municipales que dieron paso a la II Rep¨²blica, que, tras mil avatares, trajo el triunf¨® del Frente Popular en 1936. Ante esta situaci¨®n se alz¨® el general Franco, apoyado por casi todo el Ej¨¦rcito (los generales Mill¨¢n Astray, Sanjurjo, Mola).
Franco pas¨® el estrecho de Gibraltar con sus legionarios y moros, apoyado por Mussolini y por Hitler, La defensa de la zona republicana fue tenaz y, pese al apoyo de las Brigadas Intemacionales, tuvo que, claudicar. Los tres a?os de guerra civil dejaron atr¨¢s miles de muertos, ciudades destruidas, hambre, exilio y represiones sangrientas. La ¨²ltima ciudad en capitular fue Madrid, y los socialistas coronel Casado y Juli¨¢n Besteiro fueron luego, muertos, en prisi¨®n, acusados por el estalinista Partido Comunista de Espa?a -cuyos l¨ªderes estaban en el exilio: L¨ªster, lb¨¢rruri, El Campesino, Balaguer, Hidalgo, de Cisneros, Carrillo-, acusados, como digo, de traidores y de entreguistas, cuando en realidad hab¨ªan salvado a Madrid de la destrucci¨®n.
Y todo esto, s¨®lo en breve resumen, para hacer boca y no olvidar: para valorar en este caso a Manuel Lamana, que, con S¨¢nchez Albornoz, hijo, sufri¨® la represi¨®n franquista; ellos fueron protagonistas de la espectacular fuga del Valle de los Ca¨ªdos -o Cuelgamuros-.Aprovechando su trabajo de oficinistas, se escaparon a El Escorial y fueron ayudados por B¨¢rbara Salom¨®n Probst. Esta hab¨ªa comprado un coche con el dinero del famoso novelista norteamericano Norman Mailer, y les recogi¨® en El Escorial. Lamana y Albornoz tomaron luego el tren hasta Barcelona y pasaron clandestinamente la frontera, hasta Francia, por el Pirineo catal¨¢n.?Y qui¨¦n me iba a decir a m¨ª que, en 1978, iba yo a conocer al famoso Manuel Lamana en persona! Fue en Madrid, primero; en una reuni¨®n en la que estaban mis compa?eros Juan Garc¨ªa Hortelano, ?ngel Gonz¨¢lez, Jaime Salinas, Antonio Ferres y Caballero Bonald. Manuel Lamana ten¨ªa el aspecto deportivo de un cincuent¨®n muy bien conservado, una amplia frente y grandes gafas de miope., Preguntaba, todo el rato, nuestra opini¨®n sobre la transici¨®n democr¨¢tica, sobre los partidos pol¨ªticos, la reciente Constituci¨®n, el papel del rey Juan Carlos; y sobre la literatura espa?ola de entonces. Yo s¨®lo hab¨ªa le¨ªdo sus novelas, editadas por Losada, en Buenos Aires: Otros hombres y Los inocentes, que me hab¨ªa prestado mi amigo el malogrado Daniel Sueiro.
Volv¨ª a ver a Manuel Lamana en Barcelona, en el bar -primer bar-librer¨ªa de Barcelona Cristal City. Me acuerdo de que en esa cita estaban mis queridos compa?eros Carlos Barral y Jaime Gil de Biedma, y tal vez Jos¨¦ Mar¨ªa Castellet, Manolo V¨¢zquez Montalb¨¢n y alguien m¨¢s. Nos cont¨® que, desde su exilio en Argentina, hab¨ªa fundado en Buenos Aires -adonde fue despu¨¦s de su huida y de pasar por Par¨ªs y Londres- el Instituto de Cultura Iberoargentina, y que era profesor de Filosof¨ªa y Letras, especializado en Literatura Francesa, en la Universidad bonaerense.
Luego recib¨ª art¨ªculos suyos y una llamada telef¨®nica para decirme que estaba de nuevo en Par¨ªs, escapando de la dictadura del general Videla y de sucesivos s¨¢trapas, con lo que se evit¨® la tr¨¢gica suerte que sufrieron sus amigos, y m¨ªos, Francisco Urondo y Rodolfo Walsh, de La Opini¨®n, asesinados como tantos otros dem¨®cratas argentinos. Otro d¨ªa me llam¨®, tambi¨¦n desde Par¨ªs: "Te o¨ª cantado por Paco Ib¨¢?ez y me eniocion¨¦".
Poco antes de diciembre de 1996, cuando anunci¨® volver a Espa?a y ya le esper¨¢bamos, muri¨® en Buenos Aires. Hoy me pide Ana Diamant, directora del proyecto Testimonios para la Experiencia de Ense?ar, de la Facultad de Psicolog¨ªa, de Buenos Aires, que escriba mis recuerdos sobre Lamana. Las ¨²ltimas noticias de ¨¦l me las. dio CIaudio S¨¢nchez Albornoz en casa de una com¨²n amiga, Amalia Rodr¨ªguez Monroy, catedr¨¢tica de la Universidad barcelonesa Pompeu Fabra. Albornoz me habl¨® de la ya lejana huida del Valle de los Ca¨ªdos y de la val¨ªa intelectual y humana de Manuel Lamana, que yo hab¨ªa comprobado personalmente.
Y esto es todo lo poco que recuerdo de este novelista, cr¨ªtico y profesor Manuel Lamana. Espero que el aislamiento al que fuimos sometidos los j¨®venes en la dictadura y que no nos permiti¨® conocer a fondo a los exiliados intelectuales que nos habr¨ªan transmitido su saber no repercuta en esta sociedad... y que este hombre justo y cabal sea cada d¨ªa m¨¢s conocido en Espa?a.
Babelia
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