Golpe a Camboya
EL GOLPE de Estado llevado a cabo por los comunistas de Hun Sen en Camboya puede transformarse r¨¢pidamente en un descalabro para la econom¨ªa de uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres y castigados de Asia, que al fin iniciaba una recuperaci¨®n esperanzadora. La comunidad internacional, que tanto esfuerzo dedic¨® a la paz en Camboya a principios de esta d¨¦cada, se encuentra ahora perpleja e incapaz de frenar lo que puede ser el comienzo de una nueva guerra civil. En el ¨²ltimo cuarto de siglo, Camboya ha vivido el genocidio de los jemeres rojos y una invasi¨®n vietnamita. S¨®lo en 1991 logr¨® la ONU un acuerdo de paz que llev¨® a aquellas tierras a la mayor misi¨®n de cascos azules de la historia de la organizaci¨®n: 20.000 hombres. Este esfuerzo permiti¨® el regreso del rey Norodom Sihanuk, tras 13 a?os de exilio, y la convocatoria de elecciones, pero no pudo imponer algo esencial para no repetir los errores del pasado: el desarme de las partes.Hun Sen perdi¨® las elecciones frente a los mon¨¢rquicos del pr¨ªncipe Ramarridh, hijo del rey. Sin embarg¨®, el l¨ªder del Partido del Pueblo Camboyano (PPC) logr¨® imponer una cohabitaci¨®n ocupando el cargo de segundo primer ministro y controlando numerosos resortes del poder. Mientras la corrupci¨®n generalizada sirvi¨® a ambas partes, el acuerdo de gobierno se mantuvo y facilit¨® la llegada de inversiones y ayuda extranjeras y un periodo de importante crecimiento econ¨®mico. Sin embargo, desde hace un a?o, las tensiones entre las dos facciones en el Gobierno se hab¨ªan agudizado y aprovechando un viaje a Par¨ªs del primer primer ministro, Hun Sen, dio un golpe tras acusar a los mon¨¢rquicos de buscar el apoyo de los terribles jemeres rojos. ?stos rehusaron participar en las elecciones de 1993 y, a su vez, se dividieron, separ¨¢ndose el tenebroso Pol Pot y su grupo de fieles del grueso de los jemeres. En los ¨²ltimos tiempos hab¨ªan corrido noticias de que estos ¨²ltimos hab¨ªan hecho prisionero a Pol Pot y pretend¨ªan entregarlo a la justicia a cambio de una amnist¨ªa. Ahora, el golpe de Hun Sen podr¨ªa salvar al sanguinario dictador de comparecer ante la justicia por sus cr¨ªmenes contra la humanidad -que no prescriben- en los a?os setenta. Las tropas fieles a Hun Sen parecen controlar la capital, Phnom Penh, mientras los seguidores de Ramaddih -aunque divididos- se han hecho fuertes en el oeste del pa¨ªs. Var¨ªas decenas de muertos se han contado en los enfrentamientos del pasado fin de semana, adem¨¢s del significativo asesinato del secretario de Estado de Interior (mon¨¢rquico), cuya detenci¨®n, junto a otros cuatro altos cargos, hab¨ªa sido ordenada por Hun Sen.
Varios miembros de la familia real han aprovechado la reapertura del aeropuerto de la capital para salir. A pesar de la actitud de Hun Sen, el rey Sihanuk, quien se encuentra en Pek¨ªn por razones m¨¦dicas, conserva a¨²n cierta legitimidad desde la que pedir un acuerdo entre las partes. Pero dificilmente se lograr¨¢ restablecer el orden constitucional sin, una clara presi¨®n exterior.
De momento, el mundo al que Hun Sen intenta convencer para que no intervenga o que lo haga para apoyarle- aguarda expectante el desarrollo de los acontecimientos. Es quiz¨¢ Jap¨®n, el mayor donante de ayuda a Camboya, el que podr¨ªa ejercer la presi¨®n m¨¢s ¨²til. En todo caso, ser¨¢ dif¨ªcil que la comunidad internacional haga un mayor esfuerzo de pacificaci¨®n de Camboya que el que realiz¨® en 1992-1993. La Asociaci¨®n de Naciones del Sureste Asi¨¢tico (ASEAN), en la que aspira a entrar pr¨®ximamente Camboya, podr¨ªa tomar nuevas medidas en su reuni¨®n de hoy para intentar que vuelva la racionalidad a este pa¨ªs que varias veces en los ¨²ltimos a?os ha perdido- totalmente la cordura.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.