El pelot¨®n contrata a un interino
Vasseur, nuevo l¨ªder tras una escapada de casi 150 kil¨®metros 40Z¨¹lle abandona
El pelot¨®n contrat¨® a un interino para que guarde el maillot amarillo en tanto la carrera entra en asuntos de mayor cuant¨ªa. La esperada discusi¨®n entre Zabel y Cipollini tom¨® otros derroteros, puede que por la sencilla raz¨®n de que el Telekom haya conclu¨ªdo que tampoco tiene que chuparse el trabajo de cada jornada. Llegado el kil¨®metro 114 el pelot¨®n se cruz¨® de brazos y puso cara de rutina. Salt¨® Cedric Vasseur y hubo conformidad general: que el chico tenga suerte en la aventura. Vasseur lleg¨® a disfrutar de casi 18 minutos de diferencia y termin¨® resultando, inalcanzable para un pelot¨®n en el que el Telekom hab¨ªa dicho basta. Para Vasseur se cumpli¨® un sue?o que s¨®lo est¨¢ al alcance de unos pocos. Si tiene suerte llegar¨¢ de amarillo hasta los Pirineos. Luego, le entregar¨¢n el finiquito.El Tour recupera la rutina camino del centro geogr¨¢fico de Francia. El calor aprieta, la carretera apenas sortea obst¨¢culos y cada cual ha entendido el mensaje: no debe de haber movimientos antes de la llegada de los Pirineos. Para hombres como el espa?ol Fernando Escartin es todo un sue?o; Escart¨ªn hubiera dise?ado de propia mano este recorrido que le debe llevar intacto al pie de la monta?a. Lo reconoce abiertamente; psicol¨®gicamente le hace sentirse m¨¢s fuerte. Para los sprinters esta concentraci¨®n de etapas en llano es todo un regalo de la organizaci¨®n: pocos sentir¨¢n la necesidad de pasar los Alpes para seguir pescando. Los verdaderos aspirantes se lo han tomado a modo de tensa espera. S¨®lo para los buscadores de fortuna la situaci¨®n era ya preocupante. Vasseur ha sido afortunado y se lo pondr¨¢ dif¨ªcil a otros. Su equipo, el Gan, se encargar¨¢ de guardar el liderato, lo que agradecer¨¢ el Telekom.
La rutina. El pelot¨®n adquiere un aspecto m¨¢s funcionarial. Hay tiempo para todo. Los aguadores cumplen con su trabajo con una sonrisa en los labios, el ritmo de paseo permite a los corredores acabar la conversaci¨®n con un colega. Desaparecen los nervios y los empujones, vuelve la cordialidad y la camarader¨ªa. Hay bromas, pero no hay compasi¨®n: nadie se acuerda de Rominger o de Z¨¹lle, que decidi¨® ayer retirarse. Ellos han ca¨ªdo como consecuencia de la ley de la carrera: todos aceptan que el Tour se pierde en un d¨ªa.
La rutina. Es el centro de Francia. Carreteras rectas, pueblos semivac¨ªos por la huida vacacional, los hoteles de los equipos se dispersan en el mapa en un radio de medio centenar de kil¨®metros.
Ning¨²n obst¨¢culo digno de tal nombre en medio del recorrido: una breve cuesta en medio de un pueblecito se convierte en un puerto de cuarta categor¨ªa. No. hay para m¨¢s, salvo dos metas volantes para que Zabel y Cipollini discutan de vez en cuando.
La rutina. Nadie quiere trabajar. O, mejor dicho: todos quieren que lo haga el Telekom, que para eso son alemanes. Al Telekom le piden que ponga el ritmo adecuado, que. evite escapadas indeseables, que lleve la carrera limpia hasta el ¨²ltimo kil¨®metro. As¨ª lo hizo durante alg¨²n tiempo. Hasta que dijo basta y salt¨® Vasseur. El hombre sobrevivi¨® a la meta y podr¨¢ recordar este d¨ªa mientras viva. Su liderato tranquiliza a todos: no es peligroso para la general, queda fuera del alcance de los sprinters y permite que el pelot¨®n lleve una vida m¨¢s tranquila.
Hubo, eso s¨ª, un asunto menor entre medias: la pelea entre Cipollini y Zabel, ahora por el maillot verde. ?Qu¨¦ inter¨¦s puede tener ahora Cipollini por ese maillot? ?Acaso se ha tra¨ªdo un culotte a juego y piensa en lucir otro modelo? ?Tambi¨¦n una bicicleta a tono?. Habr¨¢ que esperar y ver qu¨¦ es lo que hace si finalmente lo consigue.
La rutina. El pelot¨®n pide calma a tres d¨ªas de los Pirineos. Vasseur se la puede dar. Es un l¨ªder con obligaciones temporales.
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