El final de la coartada
Por favor, no volvamos a repetir que este ¨²ltimo secuestro y crimen de ETA es absurdo, irracional, etc¨¦tera... No: tiene su l¨®gica. Se trata de una agresi¨®n odiosa a los derechos humanos de una persona y a los derechos pol¨ªticos de toda una comunidad, pero no por ello deja de tener su l¨®gica. Veamos. ETA y quienes la secundan han optado por la lucha armada como modo de imponer sus puntos de vista minoritarios a la sociedad vasca, que los rechaza cada vez con mayor ah¨ªnco. La ¨²ltima baza que le queda a ETA para justificar la lucha armada ante su menguante clientela son los propios etarras presos, cada uno de ellos rodeado de familiares y amigos l¨®gicamente preocupados por su suerte. Como propaganda de la lucha armada, ETA vende a quien quiere escucharla que gracias a ella los presos vendr¨¢n a Euskadi y luego saldr¨¢n a la calle. Lo que importa a ETA no son esos dos objetivos sucesivos, sino que quede claro que se conseguir¨¢n s¨®lo gracias a la lucha armada. Y si consigue aunque sea nada m¨¢s que en apariencia uno de ellos merced a la presi¨®n de su violencia sobre la sociedad, creer¨¢ haberse legitimado para otra temporadita. Con ese fin mantuvo el secuestro de Ortega Lara, el cual, seg¨²n todo indica, no habr¨ªa debido acabar hasta la muerte del funcionario de prisiones; fracasado ese intento de chantaje por la intervenci¨®n de la Guardia Civil, ETA ha improvisado una especie de macabro videoclip para escenificar su reto al Gobierno, lo "moral y razonable" de sus reivindicaciones y lo que ocurrir¨¢ a quienes las contrar¨ªen. Vuelve as¨ª a arriesgarse al ¨®rdago criminal, a ver si ahora hay suerte y cunde el p¨¢nico del que ella engorda. Todo muy siniestro, muy sucio, pero a fin de cuentas bastante l¨®gico.Sin embargo, parece que ha tropezado con un imprevisto: ha pisado un s¨ªmbolo temible sin darse cuenta. Lo malo de ciertas adicciones es que gradualmente van imposibilitando a quien las padece contemplar y valorar la realidad como el com¨²n de lo,, mortales. A ETA le ha pasado con su droga preferida, la violencia asesina, como al alcoh¨®lico que ya no se da cuenta de que socialmente no es lo mismo pasarse de copas un s¨¢bado por Ia noche que llegar borracho a la oficina a las nueve de la ma?ana. Y ha pisado un s¨ªmbolo dormido, el m¨¢s atroz, el que representa a¨²n para la mayor¨ªa de los espa?oles lo peor de la larga dictadura franquista: la pena de muerte. Todas sus restantes fechor¨ªas, atentados, bombas, secuestros, ca?onazos... pod¨ªan m¨¢s o menos encuadrarse en el marco de la guerrilla de "liberaci¨®n" y encontraban voces comprensivas (interesadas o majaderas) que relativizaban los percances y s¨®lo los "desaprobaban" tibiamente, para deplorar despu¨¦s la cerraz¨®n del Estado o se?alar que m¨¢s bajas hay los fines de semana en la carretera. Pero lo de ahora ya es abiertamente pena de muerte, con la vigilia fatal a plazo fijo, con el amanecer insomne de quienes saben que uno entre ellos, uno como ellos, con rostro conocido y padres y novia y juventud, ha sido ya se?alado para no ver nunca otro mediod¨ªa. Y la pena de muerte no suena a guerrilla, sino a franquismo.
?C¨®mo han podido estos verdugos, habitualmente cuidadosos en la manipulaci¨®n de s¨ªmbolos, olvidar que su gran coartada sigue siendo el antifranquismo, que s¨®lo por antifranquismo ignorante alguien considera todav¨ªa, sobre todo en otros pa¨ªses donde gusta el hacer progresismo gratis a costa de la paz ajena, "pol¨ªticos" a sus presos y "guerrilla" a su consorcio de matarifes? Al espabilar el s¨ªmbolo de la pena de muerte, que de hecho tantas veces aplicaron antes, han liquidado su ¨²ltima coartada borrosamente veros¨ªmil. Ahora ya todos saben lo que algunos hace tiempo por desgracia sabemos: que ETA y el Movimiento Vasco de Liberaci¨®n Nacional son los ¨²ltimos empecinados contra la dictadura que no existe, sino la obcecada vanguardia militarista que quiere imponernos la pr¨®xima.
Recientemente se viene dando en el Pa¨ªs Vasco un fen¨®meno significativo, no suficientemente subrayado. Los sucesivos objetivos legitimadores que TA ha ido proponiendo (reconquista de Navarra, autodeterminacion, acercamiento reagrupado de los presos, etc¨¦tera) tienen m¨¢s eco entre los pol¨ªticos democr¨¢ticos vascos que en el resto de la poblaci¨®n. Los reresentantes de los partidos dan vueltas a las exigencias terrorisas, rescatan lo m¨¢s plausible de ellas, incluso las reformulan como si se les hubiesen ocurrido espont¨¢neamente a ellos; mientras la calle se desentiende con fastidio o resignaci¨®n comentado: "?Cosas de ¨¦sos!". Hace nos a?os, el MVLN a¨²n pod¨ªa paralizar cualquier capital vasca por la detenci¨®n de un comando o el apleamiento de unos manifestantes: ahora, las protestas por el encarcelamiento de toda la Mesa Nacional de HB apenas movilizan a sus propios fieles. No es que aumente la intransigencia de los ciudadanos dem¨®cratas, sino que crece el convencimiento de que el terrorismo es por definici¨®n intransigente e insaciable, que lo ¨²nico que pretende es proclamar su dictadura militar. Tras la vil ejecuci¨®n de Miguel Angel Blanco, hasta los pol¨ªticos m¨¢s atontolinadamene contemporizado res con los juegos de guerra de FIB y su autoridad militar competente deben tener ya eso meridianamente claro, como el resto de la ciudadan¨ªa.
Algunas personas a quienes cabe suponer generosamente buena intenci¨®n siguen insistiendo en que el meollo del asunto es que "todos" (es decir, los poderes de ETA que nadie controla y los poderes del Estado en el que participan y deciden los ciudadanos vascos) acepten lo que el pueblo vasco quiere. En esta reivindicaci¨®n aparentemente de sentido com¨²n tambi¨¦n hay trampa. No cualquier cosa querida por la mayor¨ªa de los vascos ser¨ªa democr¨¢ticamente respetable sin m¨¢s. SI, por ejemplo, la mayor¨ªa castellano hablante decidiese que la ense?anza en euskera o el biling¨¹ismo en los documentos p¨²blicos son un gasto in¨²til que debe ser suprimido, tal decisi¨®n no ser¨ªa en modo alguno democr¨¢tica y el Estado har¨ªa bien no tom¨¢ndola en cuenta. Porque de lo que se trata no es de respetar la voluntad mayoritaria de los vascos (dando a entender que la mayor¨ªa pudiera querer irremediablemente algo que excluyese a la gran minor¨ªa de la poblaci¨®n), sino mantener y potenciar un orden pol¨ªtico en el que todos puedan querer libremente. En un art¨ªculo publicado en Egin al d¨ªa siguiente de la muerte de Miguel Angel Blanco, el miembro de la Mesa Nacional de HB Jos¨¦ Mar¨ªa Olarra proclama: "Estamos hartos de que pretendan hacernos vivir como extranjeros en nuestra propia tierra". No sabe c¨®mo le comprendo. De modo que podemos llegar a un acuerdo, por ejemplo, que en Euskadi s¨®lo sean extranjeros indeseables aquellos que nunca se sentir¨¢n a gusto hasta que no conviertan a su vez en extranjeros a los compatriotas cuya lengua, cultura, s¨ªmbolos pol¨ªticos o concepci¨®n hist¨®rica no comparten. En fin, que entre nosotros s¨®lo merezcan el exilio los dictadores.
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