La c¨¢psula de Herri Batasuna
El n¨²cleo dirigente de HB, formado por KAS, no cesa de animar a ETA a que prosiga su escalada violenta
?Qu¨¦ efectos puede tener en el interior de Herri Batasuna la convulsi¨®n social causada por el asesinato de Miguel Angel Blanco? Atendiendo a la experiencia de otros atentados de ETA que han puesto a prueba el grado de insensibilidad de este colectivo al sufrimiento que no sea propio, la respuesta tendr¨ªa que ser: en principio, limitados.La teor¨ªa de los c¨ªrculos sigue siendo la m¨¢s adecuada para explicar el fen¨®meno HB, aquel frente de rechazo que en 1979 articul¨® una heterog¨¦nea suma de organizaciones que ten¨ªan como elemento com¨²n, m¨¢s que el independentismo, su rechazo a la Constituci¨®n y al Estatuto de Gernika, a una reforma pol¨ªtica que no fuera fruto de una ruptura radical. De la pluralidad que tuvo en su origen la Unidad Popular -significado en castellano de Herri Batasuna- queda poco. Su virtualidad se ha reducido en este tiempo a la funci¨®n de dar cobertura pol¨ªtica y explicaci¨®n a la estrategia violenta de ETA. Todos quienes han manifestado desde dentro objeciones serias a la autoanulaci¨®n de esta fuerza independentista por su vasallaje ante las imperiosas exigencias de, la lucha armada han quedado tachados y autoexcluidos.
Es posible que el inhumano cautiverio de Ortega Lara, el sadismo inusitado del asesinato de Miguel ?ngel Blanco y la contestaci¨®n social que han levantado hayan penetrado en la burbuja de HB. Sin embargo, todos quienes conocen su encriptada realidad descartan que pueda producirse en su seno una respuesta significativa al menos en sus c¨ªrculos m¨¢s internos. El c¨ªrculo exterior, el de los votantes, s¨ª resulta m¨¢s sensible a la deriva de HB hacia la ¨®rbita acaparadora de ETA, lo que explica que los 210.430 votos que alcanz¨® en el Pa¨ªs Vasco en 1987 se hayan reducido a los 154.286 de las ¨²ltimas elecciones generales.
La posibilidad de que se produzcan deserciones notorias en desacuerdo con la l¨ªnea oficial de HB es remota, exceptuando casos particulares como el del ex-dirigente Patxi Zabaleta. El debate de la ponencia Oldartzen -el marco estrat¨¦gico de la coalici¨®n a medio plazo- hace dos a?os, volvi¨® a cuantificar el sector cr¨ªtico en un 18% de los aproximadamente 4.000 militantes que participan activamente en la vida de HB y en la constelaci¨®n de organismos y colectivos que se mueven a su alrededor. Este c¨ªrculo, el de los militantes, aparece todav¨ªa m¨¢s impermeable a la influencia de la realidad circundante y en ¨¦l tienen enorme peso las tesis de la Koordinadora Abertzale Sozialista (KAS). A partir de 1991, KAS ha sustituido los escasos reductos de pluralismo que sobreviv¨ªan en HB por un f¨¦rreo monolitismo doctrinal, cuyo exponente m¨¢s claro est¨¢ en su c¨ªrculo interior, la Mesa Nacional, monopolizada por los hombres y mujeres de KAS.
Quienes conocen por dentro los resortes de la llamada izquierda abertzale no se hacen ilusiones sobre el efecto que la respuesta social de estos d¨ªas pueda tener en la comunidad HB. Constituye ¨¦ste un mundo cerrado en s¨ª mismo, que satisface con sus propios medios las necesidades de relaci¨®n e informaci¨®n de sus miembros y que se retroalimenta ideol¨®gicamente cultivando una visi¨®n victimista de la realidad. En estas circunstancias, resulta ilusorio esperar que pueda producirse una evoluci¨®n aut¨®noma de HB, alej¨¢ndose del callej¨®n sin salida al que le conduce la actual din¨¢mica de supeditaci¨®n a ETA. Esta organizaci¨®n no s¨®lo es el t¨®tem que aglutina a este conglomerado ideol¨®gico, no s¨®lo cuenta con KAS para evitar cualquier desviaci¨®n. Si llegara el caso extremo, la pistola volver¨ªa a operar como suprema disuasi¨®n frente al disidente.
No son pocas las personas pr¨®ximas a HB que consideran que el independentismo vasco se est¨¢ "suicidando pol¨ªticamente" al secundar acr¨ªticamente la din¨¢mica violenta de ETA. El problema es que la organizaci¨®n terrorista, cada vez m¨¢s aislada socialmente, s¨®lo percibe ?a realidad a trav¨¦s de los an¨¢lisis distorsionados que le suministra la direcci¨®n de HB, copada por KAS. Y ¨¦sta no cesa de animarle a que prosiga su escalada violenta y socialice el sufrimiento. Uncida a ETA, la trayectoria futura de HB depende de este modo de la evoluci¨®n que pueda darse en la organizaci¨®n terrorista o en un sector de la misma. Los m¨¢s pesimistas, quienes recuerdan que Hipercor sucedi¨® hace diez a?os, piensan que la respuesta popular y pol¨ªtica suscitada por el asesinato de Miguel ?ngel Blanco tendr¨¢ que ser firme y persistente hasta que logre horadar la c¨¢psula del mundo que aglutina ETA. Hasta que instaure la normalidad en una sociedad donde ha sido habitual que la minor¨ªa actuara con la arrogancia de la mayor¨ªa, que el agresor viviera como v¨ªctima y que la totalidad del pueblo vasco fuera suplantado por su fragmento m¨¢s sectario.
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