El Pardo recurre contra la Comunidad por prohibir el crecimiento urbano del barrio
Los vecinos de El Pardo quieren que su barrio crezca: que haya m¨¢s casas, m¨¢s servicios. Por eso, el Consejo General de El Pardo, una de las mayores asociaciones vecinales, ha interpuesto un recurso contencioso-administrativo en el Tribunal Superior de Justicia de Madrid contra la decisi¨®n de la Comunidad que impide que se construyan las 767 nuevas viviendas que propon¨ªa el Plan General de Madrid. La Comunidad proh¨ªbe que el Ayuntamiento urbanice m¨¢s la zona para preservar el monte de El Pardo, que rodea al barrio donde viven ya unas 5.000 personas.
Entre el centenar de recursos que particulares y entidades han presentado contra la aprobaci¨®n del Plan General de Madrid, va una de los vecinos de El Pardo. ?stos han presentado en la sala primera del Tribunal Superior de Justicia un recurso contra el Plan General que no deja crecer a su barrio.El Ayuntamiento de Madrid, presionado por las continuas quejas de los vecinos que exigen m¨¢s servicios para la zona, decidi¨® introducir en el Plan General 767 viviendas. Esto significa, seg¨²n los vecinos, que el barrio iba a crecer por primera vez en 20 a?os, lo que dar¨ªa oportunidad a los j¨®venes de la zona de tener una vivienda en su distrito. Algo casi in¨¦dito para las ¨²ltimas generaciones.
Sin embargo, la Comunidad de Madrid se opone frontalmente a que esta parte de la regi¨®n se llene de nuevos vecinos. Un informe de la Consejer¨ªa de Medio Ambiente calific¨® de "improcedente" el crecimiento previsto por el Ayuntamiento y record¨® que los terrenos que se quer¨ªan urbanizar, seg¨²n la Ley de Patrimonio, s¨®lo pueden ser destinados a "usos culturales, cient¨ªficos, docentes y de protecci¨®n del medio ambiente".
Pa?uelo para llorar
Al final, el Ayuntamiento tuvo que ceder y retir¨® el crecimiento previsto para este barrio. Si se hubiera empecinado en mantener las 767 viviendas, la Comunidad podr¨ªa haberle bloqueado el Plan General.Esta decisi¨®n de la Comunidad de Madrid. ha levantado las protestas, otra vez, de los vecinos del barrio. Carlos Casta?o, presidente del Consejo General de El Pardo, visit¨® el pasado mes de abril al gerente de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid, Luis Rodr¨ªguez Avial. ?ste le dio la noticia: la Comunidad se opon¨ªa al crecimiento. "Rodr¨ªguez Avial nos dio un pa?uelo para llorar. Sabemos que toda la culpa la tiene la Comunidad", dijo Carlos Casta?o.
El problema tiene una dif¨ªcil soluci¨®n. La mayor¨ªa de los residentes, tra¨ªdos por el general Franco en los a?os cuarenta y sesenta, son funcionarios o- militares ya retirados. El general, al instalarse en el palacio de El Pardo, lleg¨® acompa?ado de su guardia personal y de numerosos cuarteles, militares y familias incluidas. Y as¨ª sigui¨® todo durante d¨¦cadas.
Pero pas¨® el tiempo, y comenzaron a crecer los ni?os que acompa?aron a aquellos pioneros. Poco a poco se fueron casando sus hijos, que, a su vez, tuvieron m¨¢s ni?os y todos necesitaron casas. Nadie quer¨ªa irse de tan bello lugar. Pero en El Pardo no hay viviendas disponibles. Las familias comenzaron a hacinarse. Es bastante corriente encontrar familias de hasta diez miembros en las primeras viviendas que construy¨® el dictador, la mayor¨ªa de 60 metros cuadrados.
Hab¨ªa surgido as¨ª una peque?a ciudad, en mitad de un monte con la m¨¢xima protecci¨®n prevista por la Unesco. Seg¨²n los datos oficiales, entre los bosques y dehesas de la zona, viven 350 especies distintas de plantas superiores y 246 vertebrados. Se calcula que el n¨²mero de encinas supera el medio mill¨®n. Y todo esto situado a s¨®lo cinco kil¨®metros del centro de Madrid. Una zona perfecta para levantar casas de lujo, entre encinares, muy cerca de la M-40 y de la N-VI. El Ayuntamiento defiende que esto no ser¨¢ as¨ª, que las casas ser¨¢n de protecci¨®n oficial. Los vecinos se lo creen. Est¨¢n convencidos de que las nuevas casas ser¨¢n baratas y para ellos y que vendr¨¢n acompa?adas de los ansiados servicios, supermercados, colegios e infraestructuras. Pero la Comunidad piensa que, tras todo esto, se esconde una operaci¨®n urban¨ªstica, que acabar¨¢ con una joya natural.
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