"Quousque..., Endrike?"
Mientras nos duren las creencias, a la menor salta la pifia. As¨ª, por ejemplo, una sola expresi¨®n del art¨ªculo de Endrike (?) Kn?rr (Es barato, 14 de julio) arruina, por desgracia, todos los buenos sentimientos que derrocha el resto. Pues, a ver, ?qu¨¦ es eso de los "derechos de Vasconia", si es que alguien conoce a esta dama? Vasconia ni tuvo ni tiene existencia pol¨ªtica, y por eso tampoco derechos que ejercer o reclamar. Lo m¨¢s pr¨®ximo que puede aqu¨ª responder a tal nombre son la Comunidad Aut¨®noma Vasca y la de Navarra; pero ni siquiera ellas gozan de derechos, sino tan s¨®lo los ciudadanos que las habitan. Lo que aqu¨ª est¨¢ en juego son mucho m¨¢s que palabras: ?o a¨²n no hemos aprenido que hay palabras que matan o por las que se mata? Pertenecer a Herri Batasuna habr¨¢ sido barato para sus miembros, escribe Kn?rr, pero repetir f¨®rmulas tan de saldo como esa suya nos est¨¢ saliendo a todos demasiado caro. Pues si aquella so?ada Vasconia tiene de verdad derechos, entonces no los tenemos los vascones de carne y hueso; tendr¨ªamos m¨¢s bien puras obligaciones para con Vasconia. Si ¨¦sta (y otras voraces abstracciones como el Pueblo, la Historia o el Estado) fuera capaz por s¨ª misma de voluntad, la de sus sujetos reales no pasar¨ªa de ser una voluntad Ficticia y sujeta. Claro que el reino de los derechos suprapersonales y de los deberes hacia lo impersonal no es el mundo de la pol¨ªtica, sino de la fe. Y ese reino tanto suele demandar la ofrenda de la vida propia como, llegado el caso, el sacrificio de la ajena. Aquel siniestro DeutschIand ¨¹ber alles hallar¨ªa su versi¨®n local en el canto a una Vasconia por encima de todo y de todos. Una vez sentada la bondad de la premisa, ?por qu¨¦ habr¨ªamos de deplorar la sinraz¨®n o la crueldad de sus conclusiones? Nos basta con comprender que el coraz¨®n nacionalista alberga razones que la raz¨®n democr¨¢tica no conoce-
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