Sin criterio
A LA vista de las cifras conocidas y de las declaraciones del portavoz del Gobierno sobre los primeros borradores, los Presupuestos Generales del Estado que prepara Rodrigo Rato para 1998 ofrecer¨¢n probablemente m¨¢s de lo mismo: austeridad moderada en el gasto, ausencia de reformas estructurales que garanticen la sostenibilidad en la contenci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico en a?os sucesivos y confianza absoluta en que el ciclo alcista y la venta de empresas p¨²blicas resolver¨¢n los problemas dif¨ªciles.Lo rutinario y continuista de los pr¨®ximos Presupuestos est¨¢ m¨¢s que demostrado por la ausencia d¨¦ las reformas estructurales en el gasto y en el ingreso p¨²blico. Ni el impuesto sobre la renta se ha modificado ni se van a introducir reformas para reducir el voluminoso gasto sanitario. El supuesto ahorro que contabiliza el Gobierno el a?o pr¨®ximo en materia de intereses sobre la deuda -unos 300.000 millones- explica casi todo el esfuerzo que el Gobierno har¨¢ en 1998 para no recortar de nuevo las inversiones y subir los sueldos p¨²blicos en porcentaje similar a la inflaci¨®n.
El Gobierno ha presentado hasta el momento una ausencia casi total de criterio para defender el Presupuesto. que est¨¢ elaborando. Buena prueba de ello es que cada ministro ha expuesto un cuadro distinto de las prioridades en el gasto p¨²blico. El propio Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar asegur¨® que las grandes prioridades ser¨ªan defensa, educaci¨®n y sanidad. Algunos ministros han apostado simplemente por la educaci¨®n y la sanidad, mientras que otros se han inclinado por la inversi¨®n. La ¨²ltima versi¨®n de estas prioridades, que deber¨ªan reflejar la sensibilidad de la pol¨ªtica econ¨®mica de cada Gobierno, corresponde al portavoz Rodr¨ªguez, que ha mencionado la creaci¨®n de empleo, la sanidad, la educaci¨®n, los sueldos de los funcionarios y la inversi¨®n p¨²blica como preocupaciones preferentes para el a?o pr¨®ximo. En otras palabras, la prioridad es casi todo. La mezcla confusa de objetivos generalistas como el empleo con destinos preferentes del gasto define n¨ªtidamente la ca¨®tica percepci¨®n de las cuentas p¨²blicas que tiene este Gobierno cuando osa ir m¨¢s all¨¢ de los objetivos de convergencia, que imponen felizmente un cuadro claro y detallado de lo que debe hacer.
Ni siquiera el hecho de que los presupuestos para 1998 transiten por v¨ªas conocidas evita que las decisiones econ¨®micas sean contradictorias y los inversores perciban mensajes incongruentes entre s¨ª. Tal es el caso de la idea de Hacienda de endurecer el tratamiento fiscal de los fondos de 'inversi¨®n, que est¨¢ en abierta contradicci¨®n con el tratamiento de las rentas de capital que redujo la imposici¨®n sobre las plusval¨ªas. As¨ª, Hacienda oscila de forma pendular entre las medidas fiscales para favorecer el traslado del ahorro bancario hacia formas m¨¢s din¨¢micas de inversi¨®n y la comprobaci¨®n de que tales medidas reducen sustancialmente los ingresos por retenciones de capital. Una vez m¨¢s, el Gobierno va tapando apresuradamente los agujeros que ¨¦l mismo crea.
Por m¨¢s continuista que sea el Presupuesto de 1998, es ya una evidencia que Rato y su equipo se van a enfrentar a problemas pol¨ªticos serios. Tendr¨¢n que decidir, por ejemplo, si se deja de pagar a los pensionistas la diferencia entre inflaci¨®n prevista y real; o si se aplica un presupuesto restrictivo en inversi¨®n p¨²blica en un entorno econ¨®mico de crecimiento y bajo la acuciante necesidad de bajar la tasa de desempleo. Para estas cuestiones, el Gobierno no tiene respuestas claras; y ya deber¨ªa tenerlas.
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