Agua y fuego
LAS INCLEMENCIAS del tiempo no conocen fronteras, pero sus efectos s¨ª. La gota fr¨ªa -inusitada en estas fechas- que ha anegado partes importantes de Europa central ha venido a recordar que el Oder no s¨®lo da nombre a una hist¨®rica frontera, sino que es un r¨ªo verdadero, que se ha desbordado en sus dos orillas. Ambas quedaron del lado del Este en los tiempos de la guerra fr¨ªa, por lo que las defensas contra los malos humores del Oder no son equiparables a las que existen en los pa¨ªses m¨¢s desarrollados. Pero Alemania ha sabido paliar mejor los da?os. Lo cual confirma que Europa no se puede construir desde la base de grandes diferencias entre las dos orillas de un mismo r¨ªo. Los gastos en protecci¨®n civil ascienden en Polonia a 30 pesetas por habitante y a?o, frente a 6.000 pesetas en Alemania. Aun as¨ª, el Oder riega la antigua Alemania del Este, a¨²n no equiparada a su parte occidental.Ahora bien, la cooperaci¨®n que se est¨¢ dando ante tama?o desastre natural entre Bonn y Varsovia habr¨ªa sido impensable tan s¨®lo ocho a?os atr¨¢s. El reciente acuerdo de amistad y cooperaci¨®n -una especie de tard¨ªo acuerdo de paz en la frontera este de Alemania- se ha aplicado con una celeridad sin precedentes en materia de colaboraci¨®n ante desastres naturales. Alemania est¨¢ embarcada en su mayor operaci¨®n militar desde la Segunda Guerra Mundial, esta vez no para combatir a un enemigo con las armas, sino para hacer frente a la invasi¨®n del agua, que no suele hacer su aparici¨®n en verano. Los fallos de organizaci¨®n -especialmente en la parte polaca- han sido numerosos, y se ha premiado la supervivencia de las -ciudades frente a la tierra de los campesinos, lo que no deja de ser significativo.
Un centenar de muertos y varios miles de ciudadanos desalojados ser¨ªan, sin embargo, un balance relativamente ben¨¦volo si una tragedia similar hubiera ocurrido en partes menos aventajadas del mundo. Pero lo que este infortunio natural reclama es un esp¨ªritu de solidaridad dentro de Europa. De poco servir¨ªa hablar de ampliar la Uni¨®n Europea si no se ayudase a estos otros europeos en momentos decisivos.
El drama del desbordamiento del Oder tras las torrenciales lluvias deber¨ªa recordarnos que el hombre puede tomar medidas contra los efectos de un tiempo que ignora la raz¨®n. Los desbordamientos de r¨ªos en algunas ciudades espa?olas, como ocurr¨ªa con el Ter y el Onyar en Girona, eran moneda corriente veinte a?os atr¨¢s. Pero se han convertido en agua pasada gracias al esfuerzo por encauzar los r¨ªos.
La mano del hombre, por desgracia, est¨¢ demasiado a menudo detr¨¢s de los excesos del elemento contrario, el fuego, que castiga en ¨¦poca de verano. Por los indicios que se tienen, el gran incendio que se produjo este fin de semana en las proximidades de la ciudad de Marsella pudo iniciarse a causa de unos residuos industriales que se vertieron demasiado calientes, aunque el viento contribuy¨® a su inicio y a su gran difusi¨®n. Los bomberos y la protecci¨®n civil estuvieron a la altura de las circunstancias. Marsella ha constituido en este verano una alerta contra los incendios que vale para toda la ribera del Mediterr¨¢neo.
Extra?o verano, ba?ado en aguaceros y curtido por los incendios. Sin embargo, comparado con lo ocurrido en Centroeuropa, el combate que en algunas partes de Espa?a han librado estas pasadas semanas el sol, la lluvia y el viento es menor, aunque reduzca esa riqueza nacional que es el turismo. Quiz¨¢ haya servido para hacer que muchos de esos turistas, al tener menos sol para dorarse, hayan buscado un activo y provechoso pasatiempo en el descubrimiento de las riquezas culturales del suelo que pisan.
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