Simplificar
La pasi¨®n con la que una gran parte de la sociedad espa?ola ha vivido estos d¨ªas ha provocado una notable simplificaci¨®n en la forma de abordar el complejo mundo del terrorismo en el Pa¨ªs Vasco. En este caso la complejidad del problema no viene provocada s¨®lo por su magnitud ni por la gravedad de las consecuencias que engrendra, sino por la gran cantidad de ramificaciones e interconexiones con otros problemas del Pa¨ªs Vasco y del resto de Espa?a. Compartir la total repulsa a cualquier forma de violencia en la defensa de unos ideales pol¨ªticos no debe ocultar inquietudes ante eventuales derivaciones de los acontecimientos.La retransmisi¨®n en directo de una pena de muerte anunciada y el crescendo de reacciones que provoc¨® fue probable mente la gota que colm¨® el vaso de mucha gentes despu¨¦s de a?os y a?os de canalladas y actos de imposible justificaci¨®n. Pero en las reacciones de estos d¨ªas se han perdido muchos de los matices y sutilezas que exige una situaci¨®n en la que no se enfrentan un pu?ado de viles y una sociedad con valores compactos y homog¨¦neos. El terrorismo de ETA no es el resultado de la mente en febrecida de un ide¨®logo anacr¨®nico y marginado. Sus apoyos, simpat¨ªas, ramificaciones, conexiones, eximilitancias, lazos familiares o locales son tan abundantes en ese conjunto de comunidades que componen el Pa¨ªs Vasco que ni es sencillo "aislar" a los vio lentos ni mucho menos trazar fronteras claras entre los que matan, los que contribuyen a ello, los que los apoyan a distancia, los que piensan que quiz¨¢s no sea ¨¦se el camino pero que los otros tampoco lo hacen bien, los que saben qui¨¦n es qui¨¦n, los que los ven de lejos y los que finalmente ni saben, ni conocen, ni nada de nada.
En las manifestaciones se puede gritar de todo, y todo se explica apelando a la espontaneidada la reacci¨®n natural y sana de la gente y dem¨¢s argumentos que o¨ªmos estos d¨ªas. Pero probablemente no sea tan justificable que, transcurrido ese momento especial, no debamos tratar de hilar m¨¢s fino. La democrac¨ªa no se ha adaptado nunca a la rapidez, a la instantaneidad de decisiones tomadas con apasionamiento y sin deliberaci¨®n intensa. La gente reunida en plazas y calles reacciona con entusiasmo ante dilemas como Barrab¨¢s o Jesucristo, pero no por ello sus decisiones o las interpretaciones de la presi¨®n de la calle han de conducir a legitimar, medidas que pueden ser de dudosa efectividad y justificaci¨®n.
Todo ello viene a cuento ante la rapidez con que se cruzan estos d¨ªas las grandes distancias existentes en un imaginario continuum independendismo violento-nacionalismo perif¨¦rico. En art¨ªculos, tertulias y llamadas de amigos, se han le¨ªdo y o¨ªdo ciertos comentarios que convendr¨ªa evitar. El refranero popular ha brindado numerosos argumentos: "cr¨ªa cuervos...", "de aquellos polvos...", "dime con qui¨¦n andas....", etc¨¦tera, etc¨¦tera. Otros empiezan con distinciones -"ya sabemos que en Catalu?a no sois as¨ª"-, pero acaban aconsejando no apartarse del camino "sensato". En momentos de simplificacion y apasionamiento todo puede justificarse. No as¨ª cuando nos situamos ante la necesidad de buscar soluciones a un problema en el que hemos de reconocer que las distancias sobre sus distintas definiciones son a¨²n muy importantes. Pocas cosas unen al
Partido Popular y a Eusko Al kartasuna en la definici¨®n del problema vasco. Es dif¨ªcil imaginar qu¨¦ puede unir a Iniciativa per Catalunya o a Es querra Republicana con ese mismo Partido Popular si nos referimos a la forma de entender la articulaci¨®n Catalu?a Espa?a. Nadie duda de que lo que se debe poner de relieve estos d¨ªas es la radical acepta ci¨®n de los m¨¦todos pluralistas y democr¨¢ticos para avanzar en una u otra alternativa, y es evidente que ello no implica s¨®lo una mera elecci¨®n de m¨¦todos o instrumentos, sino que marca tambi¨¦n diferencias en objetivos y resultados. Pero no demonicemos, aprovechando el ruido circundante, todo lo que se aparta de una concepci¨®n de Espa?a te?ida de uniformismo y falsa homogeneidad medi¨¢tica.
Uno de nuestros objetivos b¨¢sicos al construir nuestra actual estructura constitucional era crear un . marco en el que las diferencias de todo tipo fueran, posibles. La concepci¨®n que lat¨ªa en ese impulso fundacional de la democracia espa?ola era fortalecernos en las diferencias, tras decenios en los que se asimilaba diferencia a debilidad y se ejerc¨ªa todo tipo de coerciones a los que pretend¨ªan ser distintos en sus formas de pensar, hablar, vestir o comportarse. No caigamos en la simplificaci¨®n de castigar con la excomuni¨®n democr¨¢tica a todos aquellos que no siendo violen7 tos, ni actuando como tales, se atrevan a pensar, a votar y a manifestarse de forma distinta a la que lo hacen los de la mayor¨ªa. Las minor¨ªas de todo tipo tienen todas las de perder en un entorno en el que la simplificaci¨®n y las unanimidades no dejan espacio para matices.
Se ha acusado a los nacionalismos de todo tipo de perversiones y degeneraciones. Y no les falta raz¨®n a quienes as¨ª razonan. Pero tambi¨¦n se han producido desatinos desde l¨®gicas universalistas e indiferenciadoras. A m¨ª me gustar¨ªa que fu¨¦ramos consolidando un espacio en el que cada quien pueda defender sus anomal¨ªas con la suficiente solidez y la suficiente flexibilidad para no tener que renunciar a las mismas en nombre de indiferenciaciones universalistas o de descalificaciones de irracionalismo. ETA y la Mesa de Herri Batasuna, en su sanguinaria operaci¨®n manipuladora, parten de una variante del principio goebbelsiano de "t¨² no eres nada, tu pueblo lo es todo". La gran manifestaci¨®n popular de estos d¨ªas no deber¨ªa conducirnos a simplificaciones tambi¨¦n peligrosas. Una vez m¨¢s, debemos recordar que estamos en tiempos dif¨ªciles para identidades simples.
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