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Estaba todo preparado, las gargantas listas, las decenas de miles de bengalas encendidas, la gran familia atl¨¦tica hermanada con cantos y olas de brazos humanos, las luces de colorines iluminando la fiesta, una fiesta que no quer¨ªa empezar alargada con v¨ªdeos y m¨²sica de trompetas hasta que lleg¨® el punto culminante, el que todos esperaban: la presentaci¨®n del equipo.Dicen que la comunicaci¨®n persuasiva comercial es la manera de conjugar el orden de la mercanc¨ªa y el orden del espect¨¢culo, de producir la mercanc¨ªa como espect¨¢culo y, el espect¨¢culo como mercanc¨ªa. All¨ª la mercanc¨ªa representada por miles de millones de pesetas en m¨²sculo era el espect¨¢culo. Las apariciones en goteo de la plantilla eran coreadas con pasi¨®n por unas buenas decenas de miles de gargantas conjuntadas al mismo paso.
Todo el mundo quer¨ªa querer y aunque como bien dijo Goethe "no es prudente tener gran confianza en palabras pronunciadas en momentos de emoci¨®n", todos se ve¨ªan ya con las vitrinas repletas de trofeos con ese equipo autotitulado de las estrellas.
Y despu¨¦s apareci¨® ¨¦l, vestido de ¨¦l, con su t¨²nica blanca transformada en traje marbell¨ª. Lo quer¨ªa llenar todo con su discurso personal, su guerra a la federaci¨®n: "Esos p¨¢jaros que me quieren echar de lado", con su justificaci¨®n por la ausencia del Cholo, la retah¨ªla de marcas comerciales que hab¨ªan facilitado el milagro, la referencia indirecta a los enemigos tambi¨¦n de color blanco. ?l retransmitiendo su personal programa televisivo, su discurso pol¨ªtico, su guerra personal que no todos estaban dispuestos a o¨ªr, hasta que una gran ovaci¨®n despidi¨® sus palabras.
El oficio de ayer fue un acto de reafirmaci¨®n, o fidelizaci¨®n como dir¨ªamos en mi oficio. Un acto familiar de la gran familia rojiblanca que se hab¨ªa tra¨ªdo a todos, ni?os y mujeres incluidas, una entretenida fiesta en definitiva con ¨¦l de protagonista.
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