La esp¨ªa que desenmascar¨® a Fujimori
Leonor La Rosa se recupera de las torturas que le infligieron sus jefes por filtrar secretos a la prensa
ENVIADO ESPECIALLeonor La Rosa yace postrada en una cama de la peque?a cl¨ªnica San Mart¨ªn de Porres de Lima, donde est¨¢ ingresada desde hace dos meses. Tiene lesiones en la m¨¦dula espinal y cuello y cada d¨ªa debe someterse a sesiones de rehabilitaci¨®n. De 32 a?os de edad, pas¨® los ¨²ltimos 13 trabajando como agente del Servicio de Inteligencia del Ej¨¦rcito peruano (SIE). Sus jefes la detuvieron y torturaron para que confesara que hab¨ªa filtrado a la prensa "informaci¨®n confidencial" sobre tenebrosos planes de los servicios secretos. El caso de Leonor La Rosa ha sido un aut¨¦ntico esc¨¢ndalo en Per¨² y ha supuesto un duro golpe a la credibilidad democr¨¢tica del Gobierno de Alberto Fujimori ante el manifiesto poder del aparato militar.
El tel¨¦fono de la habitaci¨®nsuena a menudo y desde el otro lado del hilo voces an¨®nimas pro fieren amenazas de muerte. Su marido, al pie de la cama, lo tiene claro: "Despu¨¦s de todo lo que ha contado, Leonor est¨¢ sentencia da". ?l es miembro de la polic¨ªa antiterrorista (Dincote). Se cono cieron en 1991 en una operaci¨®n conjunta entre el SIE y la Dincote, en la que capturaron al dirigente del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) Peter C¨¢rdenas Chulte. La Rosa fue un agente operativo que particip¨® en misiones arriesgadas. Apunta al jefe del Comando Conjunto, general Nicol¨¢s Hermoza, como el responsable m¨¢ximo del SIE, aunque puntualiza que "recibe ¨®rdenes de m¨¢s arriba, de Montesinos" (Vladimiro, el oscuro ase sor del presidente Fujimori y jefe del Servicio de Inteligencia Nacional -SIN-). Org¨¢nicamente, el SIE depende del SIN. "En los a?os 93 y 94, Montesinos ven¨ªa muy a menudo al SIE, era como su casa. Tomaba licor con nuestro jefe. Siempre vest¨ªa traje", recuerda La Rosa.
De marzo a noviembre del a?o pasado, la agente Leonor La Rosa trabaj¨® infiltrada en el Hospital Militar de Lima. Aparentemente, desempe?aba la labor de relaciones p¨²blicas, pero su verdadera misi¨®n era "controlar posibles fugas de informaci¨®n a Chile y Ecuador a trav¨¦s de agregados militares de dichos pa¨ªses, que recib¨ªan atenci¨®n m¨¦dica en el hospital". Comprob¨® que militares peruanos pasaban informaci¨®n, a cambio de dinero, a chilenos y ecuatorianos.
Planes de atentados
En noviembre, La Rosa se reincorpora a su unidad del SIE. Un mes despu¨¦s, el diario La Rep¨²blica revela tres "planes operativos" que tiene entre manos el espionaje militar. El Plan Bermuda, cuyo objetivo es atentar contra el periodista C¨¦sar Hildebrandt (uno de los m¨¢s cr¨ªticos contra el Gobierno) y otros informadores y pol¨ªticos; el Plan Narval, para atentar contra Global TV-Canal 13, en el que Hildebrandt hab¨ªa dirigido el programa La clave. Una bomba estall¨® en la filial de Puno de dicha cadena. Dos militares fueron detenidos. El tercer plan era El Pino, que pretend¨ªa atentar contra Heriberto Ben¨ªtez, abogado del caso La Cantuta, una matanza perpetrada en julio de 1992 por el Ej¨¦rcito que cost¨® la vida a un profesor y nueve estudiantes, y defensor del general retirado y opositor Rodolfo Robles (que en noviembre de 1996 fue "secuestrado" durante 15 d¨ªas por miembros del SIE). Ben¨ªtez es hoy el abogado de Leonor La Rosa.Los jefes del espionaje militar ordenan inmediatamente la puesta en marcha del Plan Tigre 96 para averiguar qui¨¦n filtr¨® toda esta informaci¨®n a la prensa. Los suboficiales del SIE Hans Ibarra Portilla, Mesalina Palomino Gal¨¢n y Leonor La Rosa son los primeros sospechosos. Esta ¨²ltima es interrogada por primera vez en enero pasado, en un s¨®tano del Cuartel General del Ej¨¦rcito (conocido como el Pentagonito), donde es torturada en presencia de un m¨¦dico militar. "Me preguntaban, sobre todo, por los planes Narval, El Pino y Bermuda. Qui¨¦n los hab¨ªa filtrado a la prensa. Despu¨¦s me preguntaron por el coronel Wilson ?guilar del ?guila. Qu¨¦ lazos ten¨ªa con ¨¦l, si ten¨ªa una relaci¨®n amorosa, si me hab¨ªa dado dinero", recuerda La Rosa.
En febrero, la vuelven a interrogar. La golpean y le producen quemaduras con un soplete. La ingresan en el hospital militar, donde tiene un paro respiratorio. All¨ª empieza a contar lo sucedido a su marido. A finales de febrero, se entera de la muerte de su compa?era en el SIE Mariela Barreto Riofano, que apareci¨® descuartizada en un bosque del norte de Lima, y cree que la pr¨®xima ser¨¢ ella. "Yo soy de la segunda promoci¨®n y Mariela era de la tercera. Nos conoc¨ªamos mucho. Hab¨ªa trabajado largo tiempo en el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN). Cuando la agarraron estaba destinada en el centro de inform¨¢tica y documentaci¨®n del SIE. Sab¨ªa muchas cosas y, adem¨¢s, era compa?era de Mart¨ªn Rivas, jefe del grupo Colina [implicado en diversos trabajos sucios del Ej¨¦rcito]. Dec¨ªan que Mariela pas¨® informaci¨®n", dice la agente torturada.
La Rosa decide hablar y el 6 de abril cuenta muchas cosas a Frecuencia Latina-Canal 2 de televisi¨®n, la cadena a cuyo accionista mayoritario, Baruch Ivcher, el Gobierno de Fujimori le ha retirado la nacionalidad peruana, alegando que nunca renunci¨® a la israel¨ª. Las declaraciones de la agente del SIE provocan un esc¨¢ndalo. Explica que fue torturada, que escuch¨® una conversaci¨®n entre cuatro agentes del SIE que dec¨ªan que "iban a darle la vuelta [matar] al chato Hildebrandt [uno de los periodistas m¨¢s cr¨ªticos con el Gobierno]", y que muchos miembros del Ej¨¦rcito han votado en todas las consultas electorales, a pesar de estar prohibido constitucionalmente. La Rosa mostr¨® su libreta electoral ante las c¨¢maras. Salen a la luz p¨²blica los entresijos de los servicios de espionaje y, adem¨¢s, muchos peruanos se enteran de que hay mujeres en dichos servicios.
A las 24 horas, La Rosa queda incomunicada en el Hospital Militar. En abril, el fiscal militar y la Fiscal¨ªa de la naci¨®n inician dos procesos en paralelo. Heriberto Ben¨ªtez se convierte en el abogado de la agente, con la que no puede hablar a solas. "El derecho a la defensa estaba seriamente limitado", dice el letrado, que es suspendido por los militares por hacer declaraciones a la prensa. La justicia militar condena a ocho a?os de prisi¨®n y a indemnizar a La Rosa con 5.000 soles (1.900 d¨®lares) a cuatro oficiales por malos tratos. Los condenados son el coronel Carlos S¨¢nchez Noriega (jefe del SIE), el teniente coronel Jos¨¦ Rafael Salinas Suzunaga (jefe del servicio de contrainteligencia), y los mayores Manuel Percy Salced¨® y Ricardo Anderson Kohatsu.
En contraposici¨®n con la rapidez de la justicia militar, el proceso civil apenas ha despegado. En estos momentos hay "una contienda de competencia" entre el fuero militar y el fuero com¨²n, que debe dilucidar la Corte Suprema de Justicia en los pr¨®ximos d¨ªas. Si el alto tribunal falla en favor del fuero militar todo habr¨¢ terminado, puesto que ya hay una sentencia dictada. Por el contrario, si compete a la justicia civil, lo actuado hasta ahora quedar¨ªa anulado, y la condena contra los acusados ser¨ªa de cadena perpetua, seg¨²n establece la Constituci¨®n, y la indemnizaci¨®n mucho m¨¢s elevada. El abogado Ben¨ªtez duda de un fallo favorable a la justicia civil, por cuanto el presidente de la sala penal que debe decidir, Alejandro Rodr¨ªguez Medrano, est¨¢ vinculado con Vladimiro Montesinos, y porque dicha sala suele rechazar casos procedentes del fuero militar.
La Rosa y su marido quieren irse al extranjero durante un tiempo -el embajador de EE UU les ha ofrecido proporcionarles los visados- para la recuperaci¨®n de Leonor y "quitarse de en medio". En la entrada de la cl¨ªnica San Mart¨ªn de Porres, un polic¨ªa anota la identidad de todo aquel que va a visitar a Leonor La Rosa.
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