La devoluci¨®n de Tony Blair
TONY BLAIR se ha lanzado de cabeza hacia la descentralizaci¨®n del Reino Unido. Si logra sus objetivos -en l¨ªnea con sus promesas electorales-, para el a?o 2000 la estructura de ese pa¨ªs habr¨¢ cambiado radicalmente. En septiembre, Escocia y Gales habr¨¢n de pronunciarse en sendos referendos sobre una devoluci¨®n de competencias que puede parecer corta vista desde Espa?a, pero que supone un giro hist¨®rico en ese pa¨ªs. En mayo de 1998, si el proceso de paz tiene ¨¦xito, le tocar¨¢ el turno a Irlanda del Norte. No es, sin embargo, un proceso de autonom¨ªa igual para todas las regiones. De momento, Inglaterra se queda sin ella y sus destinos ser¨¢n regidos desde el Parlamento brit¨¢nico en Westminster. El Gobierno de Blair ha anunciado tambi¨¦n sus planes para dotar a Londres de un alcalde elegido por sufragio universal directo.El Nuevo Laborismo intenta as¨ª recuperar la idea del poder local. Ninguna presi¨®n especial le obligaba a ello, pero era un compromiso electoral. El intento anterior de otorgar autonom¨ªa local a estos dos territorios fracas¨® en 1979, de la mano del anterior Gobierno laborista de Jim Callaghan. Bien podr¨ªa ocurrir lo mismo esta vez si llegan a sumarse en contra los votos de los que consideran la propuesta excesiva, y los de los independentistas, que la consideran insuficiente.
Si en septiembre se aprueba la reforma, Escocia celebrar¨¢ elecciones y su nuevo Parlamento y Ejecutivo estar¨¢n operativos en el 2000, con amplios poderes en materia de sanidad, educaci¨®n, interior, pol¨ªtica municipal, etc¨¦tera. En realidad, lo que hace el Estado central es quedarse en exclusiva con una serie de competencias, como la pol¨ªtica exterior -aunque ministros escoceses pondr¨¢n participar en las delegaciones brit¨¢nicas ante la UE-, la defensa, la seguridad social o los impuestos. Y es por aqu¨ª por donde el esquema puede cojear. Pues el Parlamento escoc¨¦s, de 129 miembros, tendr¨¢ muchos poderes para gastar lo mismo que recibe ahora Escocia, pero en materia de ingresos s¨®lo tendr¨¢ capacidad para modificar en un 3% el impuesto sobre la renta.
No obstante, en el contexto brit¨¢nico, la propuesta es radical. Tanto que el texto gubernamental de presentaci¨®n de la propuesta se ve obligado a recordar que "Escocia seguir¨¢ siendo parte integrante del Reino Unido y la reina seguir¨¢ siendo el jefe de Estado del Reino Unido. El Parlamento del Reino Unido es y seguir¨¢ siendo soberano".
La de Gales ser¨¢ una autonom¨ªa mucho m¨¢s reducida, pues los 60 diputados de la Asamblea galesa se limitar¨¢n pr¨¢cticamente a supervisar las agencias semiindependientes que han proliferado en los ¨²ltimos a?os.
Lo curioso es que al menos de momento, Inglaterra se queda sin autonom¨ªa. Los diputados escoceses en la C¨¢mara de los Comunes pondr¨¢n legislar sobre la educaci¨®n en Inglaterra, pero los ingleses no podr¨¢n votar sobre la legislaci¨®n escocesa al respecto. Es un ensayo cuyas ventajas y carencias se podr¨¢n apreciar con rapidez, para, en su caso, introducir asambleas auton¨®micas en las regiones inglesas.
La elecci¨®n directa del alcalde de Londres por sus cinco millones de votantes puede, adem¨¢s de otorgar una mayor autonom¨ªa administrativa a la capital -que Margaret Tahtcher elimin¨® al suprimir el Consejo del Gran Londres-, crear una figura pol¨ªtica de gran peso en la vida brit¨¢nica. Probablemente, tras el experimento londinense, otras ciudades brit¨¢nicas querr¨¢n tambi¨¦n alcanzar ese alto grado de democracia local. Si se suma todo, y se le a?ade la prometida reforma de la C¨¢mara de los Lores, la devoluci¨®n que propugna Blair se habr¨¢ convertido en una revoluci¨®n.
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