Balada de borracho

El borracho: viejo tema de nuestro teatro, que tuvo actores especializados en ese tipo (Antonio Vico, por ejemplo; Roberto Font, en otro estilo). Ram¨®n Langa no es tal especialista, y quiz¨¢ por eso lo hace mejor, con m¨¢s espontaneidad. Esperemos que en su futura carrera este ¨¦xito de se?orito borracho no le encasille y le deje hacer otros papeles para los cuales tiene, sin duda, ductilidad suficiente. Pronto le veremos en algo distinto: en el papel de Blasco Ib¨¢?ez escrito por G¨®mez Rufo y dirigido por Berlanga para la televisi¨®n.El mon¨®logo es melodram¨¢tico. Y tradicional: el hombre que ve su propia muerte, como en las obras teol¨®gicas: o como el estudiante de Salamanca, o el Tenorio de Zorrilla: en esta actualidad, oye en las radios la noticia de su muerte. Con Don Juan, tiene un punto de contrici¨®n, y ha sido una fantas¨ªa, una alucinaci¨®n de alcoh¨®lico, lo cual le conduce a la redenci¨®n: no ser¨¢ borracho nunca m¨¢s.

La obra no tiene mas inter¨¦s que el que pueda darle un actor. La transici¨®n entre el se?orito fantasm¨®n, achulado, pero dips¨®mano, y la interpretaci¨®n de la borrachera y, al final, con el arrepentimiento. Hay otro actor: Osky Pimentel, que no habla: su m¨ªmica acompa?a, critica, compadece, ayuda al monologuista: no desmerece de su compa?ero. Todo tiene los suficientes efectos y la necesaria teatralidad como para entusiasmar al p¨²blico del estreno de pretemporada -muchas gentes del teatro: suelen quedarse en Madrid, los que no est¨¢n de gira, para preparar los estrenos de septiembre o de octubre- que aplaudi¨® y dio los gritos de rigor.