Negocios en Rusia: peligro de muerte
Las cenizas del empresario norteamericano Paul Tatum reciben sepultura nueve meses despu¨¦s de su asesinato mafioso
Las cenizas del hombre de negocios norteamericano Paul Tatum reposan ya en el cementerio moscovita de Kuntsevo, nueve meses despu¨¦s de que un pistolero enmascarado le acribillase a balazos en la escalera de un paso subterr¨¢neo, frente a la estaci¨®n de metro de Kievskaya. Bajo unos cuantos palmos de tierra y una losa sin pretensiones yace la v¨ªctima de un asesinato por contrato, como hay m¨¢s de seiscientas al a?o en un pa¨ªs que transita, entre sobresaltos, por el azaroso camino que conduce hacia la democracia y la econom¨ªa de mercado. Pero Tatum, personaje controvertido que se gan¨® demasiados enemigos, es, sobre todo, un s¨ªmbolo, muerto y enterrado por fin, de lo complicado que resulta hacer negocios en la nueva Rusia y de las intrincadas, y a veces violentas, relaciones entre mafia, pol¨ªtica y dinero.Hasta despu¨¦s de muerto, Tatum, o el pu?ado de cenizas que qued¨® de su cad¨¢ver tras la cremaci¨®n, ha continuado luchando en Rusia. Su amiga Natalia Bokadorova se empe?¨® durante nueve meses sin ¨¦xito en cumplir su deseo de ser enterrado en el cementerio de Novodevichi, donde habr¨ªa tenido como ilustres vecinos a Gogol, Chejov, Maiakovski y Eisenstein.
Ha sido la ¨²ltima derrota de Tatum, su segunda muerte. Cuando 11 balas se incrustaron en su espalda el 3 de noviembre de 1996, su situaci¨®n era ya desesperada, sin amigos ni aliados, amenazado de muerte, con su pasaporte retenido y con su seguridad confiada a unos guardaespaldas que, a juzgar por el resultado, no supieron ganarse el sueldo.
El peligro acechaba desde muchos ¨¢ngulos a este empresario de Oklahoma, de 41 a?os, cuyo crimen muy probablemente quede impune, como el 90% de los contratos de asesinato que se ejecutan en Rusia.
La mayor¨ªa de quienes estuvieron en contacto con Tatum reconocen que no supo tratar con los rusos, ni siquiera con su socio norteamericano -la cadena Radisson-, tras montar una empresa mixta para la explotaci¨®n del hotel Slavianka, a orillas del r¨ªo Moscova y a escasos metros de donde fue asesinado. La idea comenz¨® a ponerse en marcha en 1989, cuando todav¨ªa exist¨ªa la URSS.
El Radisson-Slavianka es todo un punto de referencia en la capital rusa. All¨ª se alojaron Bill Clinton y Al Gore (antes del asesinato de Tatum) y Madeleine Albright (despu¨¦s). Tiene 450 habitaciones, un eficaz centro de negocios, un cine en el que se pueden ver en versi¨®n original las pel¨ªculas m¨¢s recientes, y es escenario habitual de conferencias de prensa, la ¨²ltima la de Alexander Korzhakov, el ex jefe de seguridad del presidente ruso, Bor¨ªs Yeltsin. Un buen negocio, en suma, que dio buenos dividendos antes y despu¨¦s de la muerte de Tatum. Pero Tatum se estrell¨® en el camino. Disputaba con todo y por todos, con los directivos de Radisson y con los representantes del Ayuntamiento de Mosc¨², que tiene el 50% de las acciones de la empresa mixta. No supo darse cuenta de que, en Rusia, primero se firma un contrato y luego se empieza a negociar.Peor a¨²n, no le gustaban los rusos, y se le notaba. Y lo p¨¦simo: no supo moverse en aguas pantanosas, donde el 80% de los negocios privados paga alg¨²n tipo de extorsi¨®n (lo dijo en el Senado norteamericano todo un ex director de la CIA, John Deutch), donde la frontera entre lo legal y lo criminal es dif¨ªcil de trazar en la pr¨¢ctica, y donde las mafias est¨¢n infiltradas en negocios claves, incluido, por supuesto, el hotelero.
No faltan las opiniones de que Tatum no era mejor que aquellos a los que se enfrentaba, incluso que su gran enemigo, el checheno Umar Dzhabrailov, surgido casi de la nada, propuesto en 1995 por el alcalde de Mosc¨², Yuri Luzhkov, y aceptado por Radisson como director del hotel y del centro de negocios. Si hasta entonces el vest¨ªbulo del hotel hab¨ªa sido se?alado ya como punto de cita de mafiosos chechenos, desde ese momento se asisti¨® adem¨¢s al curioso espect¨¢culo de dos grupos de guardaespaldas, los de Tatum y Dzhabrailov, que en alg¨²n momento llegaron a las manos y, seg¨²n algunas fuentes, incluso al cuchillo.Tatum rebautiz¨® al hotel como Radisson Chechenskaia.
Hoy d¨ªa, a vista de reci¨¦n llegado, nada parece diferente en el Radisson-Slavianka que en otros hoteles de cuatro o cinco estrellas de Mosc¨², y eso que sigue al frente Dzhabrailov, de 38 a?os, que se las arregl¨® para que nadie le apuntara con el dedo durante la sangrienta guerra con Chechenia. Incluso se ha consolidado su relaci¨®n con Luzkkov, candidato presidencial no declarado y que hace y deshace en Mosc¨² con una facilidad que debe envidiarle el propio Yeltsin. De hecho, el alcalde ha convertido a su protegido checheno en pluriempleado, al encargarle la gesti¨®n del gigantesco centro comercial subterr¨¢neo del Manezh, a dos pasos del Kremlin.
Dzhabrailov est¨¢ en el punto de mira del FBI. El Departamento de Estado le retir¨® su visado m¨²ltiple. Se le ha visto en la boda de un capo mafioso en Italia. En un ampl¨ªsimo reportaje publicado en junio por el diario norteamericano USA Today, llegaba a reconocer que tiene "un par de amigos" en ese mundo, pero insistiendo en que no est¨¢ relacionado con ning¨²n grupo criminal. En todo caso, no se le ha podido probar nunca nada, y mucho menos en relaci¨®n con la te de Tatum.La personalidad de Umar llam¨® poderosamente la atenci¨®n del escritor brit¨¢nico Frederick Forsyth quien, cuando estaba preparando El manifiesto negro, se entrevist¨® pon ¨¦l. Qued¨® tan impresionado que decidi¨® bautizar como Umar al jefe de la mafia chechena que ayuda al protagonista de su libro, un agente de la CIA, a abortar un golpe de Estado y salvar la democracia.Esta historia de ambici¨®n, dinero y muerte, que tiene ahora (con el destierro de Tatum al cementerio de Kuntsevo) un segundo final desgraciado, no tiene por qu¨¦ desanimar a quien quiera hacer negocios en Rusia. Simplemente, hay que saber que no se puede jugar al p¨®quer sin saber que un tr¨ªo gana a unas dobles parejas.
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