La muchacha que pudo ser Emmanuelle (15)
No todos los golpes de base-ball son igualesPor MANUEL V?ZQUEZ MONTALB?N
EL FORENSE APAGA LA LUZ e ilumina las radiograf¨ªas adheridas al expositor. Con un dedo orienta la mirada de Lifante.-?sta es la cabeza de la mujer. El golpe lo ha recibido de arriba abajo, respaldado por todo el peso del asesino, con el bate bien asido con las dos manos y ha conseguido matarla por el empe?o que ha puesto y por la ayuda del peso de todo su cuerpo, pero no es un golpe limpio, certero, sabio. Como golpe es una chapuza. Una chapuza criminal, pero una chapuza. Ahora pasamos a la radiograf¨ªa del llamado Rocco Cavalcanti. A ¨¦ste le han dado un palo perfecto, en la base del cr¨¢neo, encima de la nuca para entendemos y con un gran estilo, como si su cabeza fuera una pelota. Es el golpe de alguien acostumbrado a usar el bate y con la musculatura suficiente como para dar el golpe de lado y contundentemente. No crea que es f¨¢cil. Tome, coja el palo y trate de darle de lado al inspector Cifuentes, adem¨¢s situado a su misma altura. Trate de darle.
Cifuentes carraspe¨®.
-Que no me d¨¦ a oscuras. ?Podr¨ªa encender la luz?
As¨ª lo hizo el enlutado forense y Lifante empu?¨® el bate con las dos manos, se situ¨® a una distancia prudente de su ayudante, levant¨® el palo y gir¨® hacia la izquierda. Aunque hab¨ªa apuntado a la altura del cr¨¢neo del m¨¢ster en mendicidad, el peso de la madera le hizo descender el vuelo y Cifuentes sinti¨® el paso del bate como un cometa a dos cent¨ªmetros de su cuello.
-?Lo ve? Vd. quer¨ªa impactar a la altura de la cabeza, pero de haberle dado se habr¨ªa limitado a romperle el cuello chapuceramente, tal vez. No. El golpe a Rocco lo ha dado un bateador habitual.
-?Un jugador de base-ball?-No creo que haya asesinos entre los escasos jugadores de base-ball de Barcelona, pero cualquier profesional de dar palizas. Mueva sus confidentes.
-No basta con un asesino ?debo encontrar a dos?
-?se es su problema.
-El estado mayor de Lifante reun¨ªa a especialistas con diferentes disciplinas acumuladas y as¨ª como el m¨¢ster en mendicidad tambi¨¦n era un experto en violadores de extrarradio, Rodr¨ªguez, el cazacamellos de drogas de dise?o, ex ultra de extrema derecha en su primera juventud y ahora ultra macrobi¨®tico, lo sabe casi todo sobre matarifes a sueldo.
-Matar se mata poco. Pero dejar lisiado a alguien, todos los d¨ªas. Cien mil pelas, un abogado por si acaso y un testaferro que paga fianzas. Normalmente utilizan en el caso de los bates de base-ball, a skin-heads de verdad o suced¨¢neos. Te puedo dar tres nombres de matones que van por la vida de skins y no lo son, pero as¨ª disimulan.
Lifante anota los tres nombres y distribuye el trabajo.
-Curro, sigue llam¨¢ndote Curro y aprieta las clavijas a Cayetano. Si te parece lo detienes y me lo traes para aqu¨ª. T¨², ?xta- sis, vente conmigo y con tres agentes a buscar matones. A tiro seguro. No me gusta dar, palos de ciego.
Se pasaron media tarde buscando a tres individuos y de todas las operaciones policiales la m¨¢s espectacular fue la del asalto a las naves abandonadas de una antigua factor¨ªa de barcos, en el Puerto Viejo. Aquello era un nido de ratas y de fachas, les sopl¨® el confidente. Lifante y los suyos practicaron una irrupci¨®n muy teatral que trajo como resultado una redada de ni?os que estaban fumando hierba y de un perro que les hac¨ªa compa?¨ªa. En un vag¨®n en v¨ªa muerta de los l¨ªmites de Pueblo Nuevo, sorprendieron un burdel residual: varios viejos esperaban su turno para entrar en el compartimento de lujo donde se abr¨ªan de piernas dos muchachas negras. La ¨²ltima oportunidad se las ofrec¨ªa el Gimnasio La Raza, de artes marciales y culturismos varios. All¨ª estaba El Pascualet haciendo m¨²sculo cuando se vio rodeado de extra?a gente y del silencio expectante de los sudorosos gimnastas.
-Vigila c¨®mo le esposas que estos t¨ªos tienen musculitos hasta en las mu?ecas.
No bien salido Pascualet esposado y disgustado, aunque con cara de chulo pend¨®n como repet¨ªa una y otra vez, hist¨¦rico ante tanta musculatura, Celso Cifuentes, el encargado del gimnasio cogi¨® un tel¨¦fono m¨®vil e hizo una llamada.
-Problemas X4.
El gordo amplific¨® el sonido para que ocupara el ¨¢mbito total del coche.
-Problemas X4. Problemas X4. Polic¨ªa ha practicado la detenci¨®n.
-?Polic¨ªa? ?Lo han comprobado?
-Afirmativo.
-?Lifante?
-Afirmativo.
-Limpieza apartamento, repito, limpieza apartamento. Voy a echar un vistazo.
El coche dio media vuelta, y el brusco movimiento provoc¨® indignaciones insuficientemente explicativas en otros conductores. Cuando el coche del gordo lleg¨® ante el domicilio de Pascualet ya estaba all¨ª la polic¨ªa y los Ojos de Aquiles no se limitaron a suponer d¨®nde situar la ventana del apartamento del culturista. Abri¨® la guantera y apareci¨® una central de recepci¨®n de sonido, pudo deducir as¨ª lo que estaba sucediendo m¨¢s all¨¢ del cristal del sexto D y escuchar lo que dec¨ªan los polic¨ªas que rodeaban a Pascualet. Lifante le mostraba un bate de base-ball.
-?Fue con este bate de base-ball con el que os cargasteis a la mendiga y a Rocco?-No s¨¦ de qu¨¦ me habla.
-Sabes a qu¨¦ mendiga me refiero. ?C¨®mo os enterasteis de que ayudaba a Rocco Cavalcanti?
-No s¨¦ de qu¨¦ me habla. Analicen el bate, s¨®lo encontrar¨¢n cuero cabelludo de mariquita.
-Si no ha sido este bate ha sido otro cualquiera que habr¨¢s tomado de tus compa?eros. No te va a gustar, musculitos, no te va a gustar convertirte en una ratita de calabozo. Se te van a caer los musculitos.El gordo en el coche telefoneaba mientras segu¨ªa la conversaci¨®n espiada.
-Osorio, mueve a un abogado, r¨¢pido. ?ste se va a desmoronar en cuanto se pase doce horas . sin prote¨ªnas puras. Yo voy a pincharles el cerebro a los de arriba.
Lifante y el gordo llegaron casi al mismo tiempo a la central de polic¨ªa. El inspector recibi¨® el saludo del abogado de Pascual Esteve Macanaz, alias Pascualet, Jorge Basualdo, un sacaultras en veinticuatro horas.-Vaya, Basualdo. Otra vez llega usted antes que el detenido.
-Se ha de saber a qui¨¦n se detiene.
Por su parte, el gordo desemboc¨® en el despacho del Jefe Superior con un rictus de angustia en los labios.
-Desesperado, Jefe, estoy desesperado. Ha sido al cuete todo lo que hab¨ªamos hablado. El inspector Lifante est¨¢ mirando abajo de demasiadas alfombras, yo lo comprendo, con la mano en el coraz¨®n, lo comprendo y s¨¦ que la ley est¨¢ por encima de todo. Pero la ley es una dama ciega ante la l¨®gica del tiempo hist¨®rico. Acaban de detener a Pascualet, una instituci¨®n en los grupos incontrolados de los ¨²ltimos a?os setenta y primeros ochenta, formado en Bolivia junto a los italianos, conectados todos con funcionarios espa?oles y cargos heredados del R¨¦gimen anterior. ?Quieren que salga toda esa basura? ?Puede el Gobierno actual rentabilizar la ofensiva contra los GAL si empieza a rebrotar algo parecido por todas partes, en todo tiempo? Comprendo que Vd. es un profesional. ?Qu¨¦ me va a decir a m¨ª, que tuve a mi cargo a toda la polic¨ªa de Rosario, la patria chica del Che, en tiempos del Proceso! Consulte a sus superiores. Estamos necesitados, respetado amigo de una decisi¨®n pol¨ªtica. Tenemos en cambio un culpable evidente, f¨¢cil de digerir. Ese mendigo recalcitrante, Cayetano, creo que se llama. Por ah¨ª va la soluci¨®n del caso.
En aquel momento el inspector Lifante hab¨ªa tomado una decisi¨®n taxativa.
-Que se haga p¨²blica la aparici¨®n del cad¨¢ver de Rocco Cavalcanti. Insin¨²en que se trata de un ajuste de cuentas entre mafias narcotraficantes, pero no lo conecten con el caso de Helga Mushnick.
A los quince minutos el fax llegaba a las principales redacciones de diarios, radios y televisiones de la ciudad y apenas motiv¨® el arqueado de ceja de alg¨²n joven estudiante de Ciencias de la Informaci¨®n en periodo de pr¨¢cticas. M¨¢s de uno trat¨® de vender a su superior la necesidad de rastrear la noticia, pero ?un traficante m¨¢s qu¨¦ importa? No era ¨¦sa la opini¨®n del Jefe Superior de Polic¨ªa.
-Pero, Lifante ?se ha vuelto loco? ?Otro l¨ªo de traficantes y me detiene Vd. a un peligroso violento, a un matarife fascista? ?Quiere armar la gorda? ?Ha confesado algo el facha ese?
-No.
-Pues a la calle. Imag¨ªnese Vd.: fachas, mendigos, narcotraficantes y la derecha en el poder. Eso s¨®lo puede beneficiar a los sociatas.
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