Superman en el patio de butacas
La posibilidad de disfrazarse atrae al p¨²blico que acude al espect¨¢c¨²lo de la Muralla ?rabe
Hay una manera muy original de presenciar una funci¨®n de teatro que, desde hace varios a?os, triunfa en los Veranos de la Villa. Se trata de llegar al espect¨¢culo, quitarse la ropa y vestirse, por ejemplo, de Superm¨¢n o de Blancanieves. Han sido los responsables de la Muralla ?rabe, el recinto en el que todos los anos por esta ¨¦poca se representa una obra teatral, los inventores de esta forma tan peculiar de asistir a una obra teatral.Hasta 300 disfraces tiene a su disposici¨®n el p¨²blico que acude a la representaci¨®n de Carlota, la obra de Miguel Mihura que todas las noches sube al escenario principal del recinto. Renovar el atuendo es completamente gratis con tal de mostrar el carnet de identidad. Y lo de un cambio de imagen para ver un espect¨¢culo es algo que seduce a gran n¨²mero de persornas.
As¨ª se explica que, entre las mesas que rodean el escenario, asome de pronto un mosquetero que se est¨¢ comiendo una raci¨®n de croquetas, una princesa con una ca?a de cerveza en la mano, un soldado ligando con un pirata o una india apache con un plato de calamares a la romana delante. Poder comer es otro de los alicientes que atraen al p¨²blico de la Muralla.
Como quien busca el gran chollo de unas rebajas, dos mujeres repasan las perchas de los disfraces antes de que comience la representaci¨®n.Es el quinto a?o que repiten la misma, operaci¨®n. Dicen que buscan algo "en lo que quepan" y que sea fresquito. "Me hace mucha ilusi¨®n disfrazarme, pero no puedo disfrutar del todo porque, en cuanto termina la obra, te tienes que ir", comenta una de las se?oras. "Es una de las pocas veces que me puedo disfrazar. ?En Carnaval? Son muy caros los trajes ¨¦stos", dice.
No son los disfraces la ¨²nica gracia que ofrecen los responsables de la Muralla a los espectadores. Muchos de ellos confiesan que la obra de teatro es una excusa para disfrutar de la gran variedad de actividades que surgen por todos lados. Para empezar, todo el que entra en la Muralla es recibido con grandes honores por un grupo de actores que dan la bienvenida a base de efusivos c¨¢nticos.
Y mientras unos esperan para saber qu¨¦ les depara el futuro, ante echadoras de cartas (otra de las atracciones), no paran de bajar bandejas con comida y bebida para los que aguardan el comienzo de la obra. Mientras, los actores de la animaci¨®n, que ahora van vestidos de vagabundos, se ocupan de que ning¨²n espectador se aburra. Y de que no pueda hablar con el vecino de mesa. "Vamos a mirar c¨®mo se atiborran", cantan mientras se pasean entre los comensales y miran fijamente al de la tercera fila. Cuando cae la noche, comienza la funci¨®n. Pero en el intermedio habr¨¢ otras sorpresas.
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