Tullidos
Salieron los toros y pudo apreciarse que estaban tullidos. Dos de ellos volvieron al corral y los sobreros estaban tullidos tambi¨¦n. ?Qui¨¦n los tull¨®? ?Ah!No es que servidor sea cotilla pero quisiera saber qui¨¦n tulle lo1'toros. M¨¢s que nada para darle la enhorabuena. Uno que se dedica a la costosa tarea de tullir los toros y permanece en el anonimato debe de ser un fen¨®meno.
A lo mejor nadie tulle los toros pues nacen ya tullidos. Dif¨ªcil es de creer pero si se admitiera a tr¨¢mite la moci¨®n el asunto reunir¨ªa inquietantes connotaciones. Osea, que tendr¨ªa pelendengues. Pues quien consiguiera por ingenier¨ªa gen¨¦tica o por magia concebir el becerro tullido en el seno de la vaca madre, le estar¨ªa corrigiendo al mism¨ªsimo Sumo Hacedor las leyes de la naturaleza y ser¨ªa un vicedios.
Rojas / Rinc¨®n, Cordob¨¦s, Tom¨¢s
Toros de Gabriel Rojas (dos devueltos), 4? sobrero: de escaso trap¨ªo, sospechosos de afeitado, inv¨¢lidos, borregos; 5? sobrero de Joao Branco Nuncio, con escaso trap¨ªo, inv¨¢lido.C¨¦sar Rinc¨®n: estocada baja (oreja); primer con retraso antes de matar, pinchazo, bajonazo perdiendo la muleta -segundo aviso- y dobla el toro (palmas). El Cordob¨¦s: pinchazo tirando la muleta, bajonazo y dos descabellos (silencio); cinco pinchazos tres de ellos tirando la muleta y media tir¨¢ndola tambi¨¦n (silencio). Jos¨¦ Tom¨¢s: estocada corta baja (silencio); estocada atravesada tirando la muleta (silencio). Plaza de Vista Alegre, 22 de agosto. 7 a corrida de feria. Cerca del lleno.
Hubo en tiempos un cr¨ªtico taurino -m¨¢s bien gacetillero; era del sobre el buen hombre-que en sus enfebrecidos paneg¨ªricos se refer¨ªa a la "sacrosanta tauromaquia". Los lectores de la ¨¦poca le hac¨ªan poco caso y, sin embargo, quiz¨¢ estaba profetizando el advenimiento del toro tullido, milagro de la creaci¨®n.
El toro tullido se ense?ore¨® del pardo ruedo bilba¨ªno y lo estuvo midiendo a placer con las costillas mediante profusas costaladas.
El p¨²blico bilba¨ªno protestaba los batacazos de los toros y hasta consigui¨® que dos volvieran al corral, mas lo compensaba a continuaci¨®n prorrumpiendo en delirantes ovaciones, gritando ol¨¦s, pidiendo m¨²sica.
De un lado se ca¨ªan los toros, de otro aplaud¨ªa el p¨²blico. Y parecer¨¢ extra?o mas el extra?o mejunje produc¨ªa maravillosos resultados. Con un poco de suerte, los resultados habr¨ªan consistido en que salieran los tres toreros a hombros por la puerta grande. Si los tres toreros no salieron a hombros por la puerta grande fue porque hicieron cuanto pudieron para abortar semejante- posibilidad.
C¨¦sar Rinc¨®n tore¨® ventajista e inseguro, torp¨®n y destemplado entre ol¨¦s y pasodobles, y como mat¨® pronto le dieron la oreja de un toro mientras en el otro no hubo manera ya que lo mat¨® tarde y escuch¨® dos avisos.
A El Cordob¨¦s le jalearon los derechazos, los molinetes, los enganchones y los desarmes que endilgaba al moribundo segundo novillo o lo que fuera aquello y no le cort¨® la oreja porque lo mat¨® bastante mal. Tore¨® con mayor decoro durante un rato al quinto, se dedic¨® luego a recetarle tremendismo, se puso de rodillas provocando el delirio en los tendidos, y ya ten¨ªa ganadas las dos orejas cuando se dedic¨® a perpetrar horrendos pinchazos tirando la muleta y las perdi¨®, bajo la general consternaci¨®n.
El tercer inv¨¢lido se lastim¨® en una de las ca¨ªdas y, sobre tullido, qued¨® cojitranco. Ese toro era el pupas, no cabe duda. In¨²til total el animalito, Jos¨¦ Tom¨¢s lo estoque¨® sin ning¨²n pase previo, ni falta que hac¨ªa.
El sexto inv¨¢lido estaba atacado de perniciosa borreguez y Jos¨¦ Tom¨¢s pretendi¨® sacarle finos pases con una determinaci¨®n digna de mejor causa. El torero se colocaba rayano en la perfecci¨®n, cruzado y ofreciendo el medio pecho seg¨²n mandan los c¨¢nones; presentaba frontal la muleta; el brazo izquierdo en su ca¨ªda natural si ensayaba derechazos, el derecho sujetando el estoque contra la cadera si marcaba naturales; la pierna m¨¢s cercana al borrego avanzada, advertido de que en el embroque cargar¨ªa la suerte adelantando la contraria... Daba gusto verlo, tan acad¨¦mico y apuesto. Pero como no hab¨ªa toro ni nada toreable, parec¨ªa que iba a cantar una zarzuela.
Fue la fiesta que quieren los taurinos. La de los toros tullidos, la de los inagotables pegapases, la del toreo ful, la de la autoridad c¨®mplice, la del pasodoble y la pandereta, la del p¨²blico triunfalista. La fiesta verdadera de ahora mismo sin faltar detalle. A ver lo que dura.
Babelia
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