Los artistas aprenden a crear en Internet
Navegantes y expertos sit¨²an el arte digital entre la prehistoria y la sobredosis
Muchas dudas, varias aproximaciones y una certeza: el arte en Internet se encuentra entre la prehistoria y la sobredosis, navegando compulsivamente en busca de principios, identidad, lenguaje y un futuro que es ahora mismo. Esa es la conclusi¨®n de los primeros debates del curso que organiza en El Escorial el artista catal¨¢n Zush, que ha reunido a te¨®ricos y artistas con una ambici¨®n com¨²n: aprender m¨¢s sobre un medio -calificado ayer como "el ¨¢gora moderna"- en el que "los territorios est¨¢n sin definir y andamos como los primitivos: rascando la pared con la tiza".
Para el conservador del MACBA, Jos¨¦ Lebrero, que abri¨® ayer unas sesiones que duran hasta el jueves, se necesitan "nuevos aparatos cr¨ªticos" que ayuden a entender la creaci¨®n digital, un fen¨®meno nuevo que s¨®lo parece posible definir desde palabras sueltas -"anarqu¨ªa", "anonimidad", "participaci¨®n colectiva'-; vagos conceptos po¨¦tico-filos¨®ficos -"el emerger y el desaparecer" de Roy Ascott- o t¨¦rminos extra?os como "cadenas horizontales" o "procesos rizom¨¢ticos".Para Lebrero, Internet "ha revisado el concepto de espacio p¨²blico" y se ha convertido "en un ¨¢gora moderna, modelada y mediatizada por los media" que si bien "no cumple el sue?o de la libertad de expresi¨®n" al menos "s¨ª concede la infraestructura para difundir universalmente la informaci¨®n.
Metido en esa caja infinita, accesible, sin fronteras aparentes, el arte digital surge libertario, "desde el amor al cambio m¨¢s que a una estrategia", para hacer triunfar "a la posibilidad sobre la realidad, a lo ef¨ªmero sobre lo inmutable". Pero parece claro que lo que Lebrero llama "nueva encarnaci¨®n del viejo ritual de participaci¨®n" ha dejado a artistas y te¨®ricos en plena b¨²squeda de ideas. Al t¨¦rmino de la agitada y balbuceante sesi¨®n de ayer, muchos ponentes segu¨ªan haci¨¦ndose preguntas en los pasillos. ?Es el arte electr¨®nico real, artificial o virtual? ?Influye en ¨¦l la nacionalidad? ?Deben o pueden los museos alojar las creaciones inform¨¢ticas? ?Podremos vender nuestras obras? ?Lograr¨¢ Internet, como creen Zush y Lebrero, enmascarar la presencia del artista, matar su ego y su endogamia y meterlo de nuevo en la comunidad de la que huy¨® hace tiempo?
Papel humilde
El propio Zush, que anda actualizando sus trabajos para la revista web que dirige su mujer [www.connect-arte.com/zush] y ultima un CD ROM que se llamar¨¢ Psicomanualdigital, parece alegremente resignado a este nuevo, humilde papel. "Me considero mucho menos un artista que un observador, un computer-hacker", dice en referencia a esa figura intraducible que seg¨²n Lebrero desciende de aquel "viejo h¨¦roe del western, subversivo y an¨¢rquico, que buscaba nuevos territorios donde asentarse".Zush tiene claro que Internet origina un cambio radical en la relaci¨®n artista-espectador -"Ya no existe la propiedad de la obra, el consumidor es un creador activo, casi un cient¨ªfico que manipula la obra y juega con ella haciendo una sinfon¨ªa de fragmentos". Y subraya que el movimiento digital supone a la vez tres cosas: una especie de repetici¨®n de Renacimiento - "requiere un artista leonardesco, global, que sepa arte, matem¨¢ticas, inform¨¢tica, dise?o, arquitectura y casi medicina"-; un viaje de vuelta a esa prehistoria "en la que la autor¨ªa no exist¨ªa y el arte era el medio", y un regreso "a aquel tiempo en que no hab¨ªa intermediarios usureros, adoraci¨®n est¨²pida o elitismo".
Mientras, las muestras de la vitalidad del nuevo lenguaje empiezan a llegar en cascada: el MOMA de Nueva York y al Museo Contempor¨¢neo de San Francisco ya compran arte electr¨®nico; en Cuenca se abre el primer museo inform¨¢tico, el Museo Internacional de Electrograf¨ªa (MIDE); la Documenta de Kassel introduce este ano por vez primera una muestra digital. Pero a la vez sur gen voces, como la de Zush, que alertan del peligro: "Todos somos potencialmente adictos, y hace falta disciplina para superar las diferentes fases: primero aprendes, luego quieres conocerlo todo, despu¨¦s est¨¢s enganchado y luego te moderas. Y si no, est¨¢s jodido".
Algunos artistas digitales, como el moscovita Alexei Shulguin [art.infosphere.or.jp/ ncmogatk/1996/rsk3vhu/in-ex.htm], encuentran en la navegaci¨®n an¨®nima una aut¨¦ntica liberaci¨®n: "Yo era fot¨®grafo y pintor convencional, y era crucial para m¨ª quitarme la etiqueta de artista ruso, con todas las connotaciones Dostoievski que tiene eso... En la Web he perdido mi identidad".
Shulgin, como el interartista espa?ol Antonio Muntadas o el colectivo holand¨¦s JODI, dice que trata de indagar en un lenguaje nuevo, personal, aunque Fernando Su¨¢rez Cabeza, profesor de Bellas Artes -rama audiovisual- en Pontevedra, dice que Internet y reflexi¨®n son ant¨®nimos: "Necesitamos parar un poco, porque estamos en el prelenguaje, y tenemos que aprender a leer un exceso de informaci¨®n subidos en el tacataca de la cultura de los medios".
As¨ª, la Web art¨ªstica anda todav¨ªa plagada de sitios convencionales -revista, galer¨ªa, museo- aunque es dudoso que esos t¨¦rminos den pistas v¨¢lidas. Jos¨¦ Ram¨®n Alcal¨¢, director del MIDE, cree que en las autopistas digitales "hay muchas gasolineras y ¨¢reas de servicio pero poco asfalto", es decir, que hace falta "cribar, seleccionar". Y eso, concluye, s¨®lo pueden hacerlo los museos "a base de intralines, redes dentro de redes que den acceso a otras redes". El contenedor borgiano del MIDE es www.conet.com.mx/macg/pabierto/convin~1htm.
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