La muchacha que pudo ser Emmanuelle (25)
La abogada de oficioPor MANUEL V?ZQUEZ MONTALB?N
BIENZOBAS TEN?A LA ORATORIA eficaz y la gesticulaci¨®n condicionada por el total esfuerzo de que el cuaderno no se le despegara de los ojos. No soportaba que se le recomendara ponerse gafas, sobre todo desde que en una reyerta le hab¨ªan roto las que mejor le hab¨ªan ido en su vida, encontradas en un contenedor del paseo de Gracia. Las gafas estropean la vista, sosten¨ªa, y las graduadas a¨²n peor, porque las hacen mal ex profeso, para que gastes en ¨®ptico, y en oftalm¨®logo.As¨ª que se peg¨® el papel a los ojos e improvis¨® un resumen en funci¨®n de los datos en presencia.-Lo m¨¢s productivo ha sido lo de las basuras. Hemos examinado las que hemos podido, dentro del circuito que nos se?alaste, Cayetano. Las de V¨ªa Layetana nos han demostrado que esa gente no escarmienta y hay notas del jefe en las que comenta las relaciones con un tal Aquiles y los riesgos de recomponer operativos paralelos hispano-argentinos. Es el borrador de una nota que env¨ªa al delegado del gobierno de Espa?a. De los restos dejados por el llamado Aquiles en el hotel Juan Carlos se ha hecho cargo la hija del Careto, que est¨¢ all¨ª de limpiamierdas de lujo. Tambi¨¦n tenemos las llamadas desde el hotel de Aquiles a Argentina. Se le, ha seguido en sus conexiones con los chulais de la cabeza rapada y la moto. Lo del detective privado eso ha sido mascao. Le desparramaron el despacho y dedicamos a tres compa?eros a hacer el inventario de las virutas. De ese percha lo sabemos todo, tambi¨¦n de su pinche y de una tal Charo, que era puta de tel¨¦fono y ahora est¨¢ en Andorra de recepcionista, enchufada por un alto cargo de la Generalitat. Olavarr¨ªa y Osorio, van detr¨¢s del gordo como los sobrinos del pato Donald detr¨¢s del pato Donald. En cuanto a la Samuelson, se ha dado puerta con el artista de la Villa Ol¨ªmpica y est¨¢n escondidos en una casa de Vallvidrera de la que s¨®lo salen papeles escritos en lat¨ªn y declaraciones de renta y potes que huelen a lomo adobado. Bref, como se dice en franc¨¦s, dispones, Cayetano, de un tri¨¢ngulo de evidencias que es la rehostia: el argentino Aquiles, la c¨²pula pol¨ªticopolicial y los fachas musculitos cabezas rapadas. Por sus desperdicios les conocer¨¦is.
-Bien, muy bien, lo de siempre -hab¨ªa tomado la palabra Reme-. ?Y ahora qu¨¦? ?Los desperdicios son pruebas? ?Qu¨¦ juez admitir¨¢ las basuras como pruebas?
-No hacen otra cosa -opuso Bienzobas.
-Imaginemos que Cayetano se traga el marr¨®n. ?C¨®mo vehiculamos esa informaci¨®n?
Cayetano carraspe¨® -y se sac¨® un papel de barba redoblado, lo despleg¨®, su boca desdentada anunci¨®:
-Aqu¨ª est¨¢ todo por escrito y en papel de barba y con una p¨®liza de tres pesetas.
-?Por qu¨¦ de tres pesetas?
-Porque levant¨¦ una partida de p¨®lizas de tres pesetas descoloridas, de mal enganchar, del container aquel de Rambla Catalu?a, el de delante del notario.
-Lo que no tenga ¨¦se.
La Reme y Cayetano caminaron juntos hasta el parking de la Gardu?a, all¨ª la mujer se met¨ªa en la Boquer¨ªa en busca de sardinas rotas que le guardaba una pescadera para sus gatas. Insist¨ªa la Reme en que lo primordial era Organizaci¨®n, Organizaci¨®n y Organizaci¨®n, siempre y cuando la organizaci¨®n respondiera a un Programa, Programa, Programa, porque un d¨ªa u otro los mendigos deber¨ªan pasar por una fase cotistituyente.-De cualquier moco te hacen una ONG. ?Por qu¨¦ no nosotros? La Reme hab¨ªa militado en un partido m¨¢s comunista que el comunista y se le notaba, pensaba Cayetano mientras se acercaba al lugar de la detenc¨ª¨®n, donde guardaba el carrito con sus bienes, lugar conocido tambi¨¦n por Lifante. All¨ª estaban esper¨¢ndole como buitres convocados por el olor a carro?a. Le dijeron las chorradas de siempre, con la sorna de siempre y se sorprendieron cuando Cayetano dijo muy serio:
-Como es una detenci¨®n y adem¨¢s reiterativa, exijo la presencia de mi abogado de oficio. -Si es de oficio es que no tienes abogado, por lo tanto no es correcto decir mi abogado de oficio. Ya en comisar¨ªa, Lifante introduc¨ªa las precisiones ling¨¹¨ªsticas, mientras Celso Cifuentes canturreaba a veces y otras gritaba:
-?Marchando, un abogado de oficio! Lleg¨® el abogado que era abogada. Rubita, tan joven que iba con el carnet de identidad en la boca, tan t¨ªmida que apretaba el bolso con las dos manos, no fueran a rob¨¢rselo los polic¨ªas; tan blanda que parec¨ªa v¨ªctima de los peores soles de los peores barrios de la ciudad y ten¨ªa una voz de campanita de cristal, en fin, pens¨® Cayetano, de buten, de buten, al comprobar el efecto sedante que la muchacha provocaba en los polic¨ªas. Pidi¨® permiso para sincerarse con su abogada de oficio y Lifante le dej¨® hacer.
-Habla. Habla. Todo est¨¢ m¨¢s claro, que el agua.
Era respeto y miedo lo que la muchacha sent¨ªa por aquel sucio andrajo antropom¨®rfico, sin dientes y con los ojos enrojecidos por el sue?o y la malicia.
-Se?orita, quieren que me coma un marr¨®n.
-Ni marrones, ni hostias.Dijo la rubita con determinaci¨®n pero patinando en la segunda ese de hostias, como si no soliera emplear la palabra.
-?C¨®mo se llama Vd.?-Cayetano ?lvarez del Pas y Ruiz Urdiales. ?Y usted, se?orita, su gracia? -Margarita Gonz¨¢lez.
-A Vd. la tengo vista yo por Nou Barris.
-Vivo all¨ª con mis padres. Cayetano se toc¨® los codos y le gui?¨® un ojo.
-Yo conozco a media Barcelona, porque yo les veo a Vds. y Vds. o no me ven o no quieren verme ?comprende, se?orita? Durante una ¨¦poca me dediqu¨¦ a lo de pedig¨¹e?o moribundo, con un perrito dormido y un cartel¨®n donde dec¨ªa Tengo hambre! Los perritos excitan la piedad de la gente, m¨¢s que nosotros. Un buen perro pat¨¦tico, de esos de ojos grandes y tristes, es una mina. Pero yo quer¨ªa decirle, se?orita, que mientras te haces el longuis puedes observar la reacci¨®n de la gente, llegas a conocerles y memorizas muchos rostros. Con que de Noti Barris ?eh? Una hija del pueblo, se lo ha ganado todo a base de codos. Me gusta. Siga mi juego, se?orita. De hijo del pueblo a hija del pueblo, no se escandalice, no se asuste por nada, que Cayetano tiene muchas noches al sereno sobre sus espaldas y al sereno es como se conoce el sentido de la vida, se?orita. Vd. debe tener amigos en la prensa.
Periodistas j¨®venes, de su edad, sin malear. ?Puede movilizarlos? Los vagabundos no tenemos prensa. Se impacientaba Lifante, ya estaba su amanuense ante la m¨¢quina a la espera del verbo de Cayetano.
-Vas a colaborar, Cayetano, porque tenemos horas y horas y las cosas est¨¢n claras. T¨² y la Palita form¨¢is una sociedad digamos que de negocios y amatoria, de pronto se presenta el argentino ¨¦se, os rompe la pareja y t¨² venga aguantar, hasta que se te acaba la paciencia, se te cruzan los cables y se te nubla la vista.
-Locura transitoria.
Aporta Celso Cifuentes.
-Ya encontrar¨¢n algo m¨¢s espectacular, Cayetano. Te arrastras todo el d¨ªa por la calle. Te van a meter en chirona a?os ?tres? No m¨¢s. A cuerpo de rey. - Sonre¨ªa Cayetano, negaba con la cabeza, ofrec¨ªa su mejor sonrisa desdentada a su aboga da. De pronto, se echaba a re¨ªr. Luego lloraba.
-Es que es una persecuci¨®n, no hay d¨ªa que no me detengan y me pongan en cueros.
-?En cueros? ?Est¨¢s en cueros, ahora? ?Te creces porque tienes a tu abogada?
-Siempre me dejan en pelota se?orita y es cosa sabida que en la c¨¢rcel te has de proteger el culo y en comisar¨ªa los cojones.
Hizo una se?a Lifante a la abogada para que le siguiera y en un rinc¨®n de la estancia le habl¨® protector.
-La cosa est¨¢ clara, se?orita. No lo ha admitido todo porque est¨¢ Vd. y lo m¨¢s l¨®gico es que Vd. le aconseje que colabore. Aqu¨ª entre nosotros, es un caso menor, entre gente que est¨¢ fuera de juego. ?Qu¨¦ inter¨¦s tenemos en cargarle a este t¨ªo de cadenas? ?Y el juez? Le ya a dedicar diez minutos.
Pero la mirada de Lifante se ha agudizado, por encima del hombro de la rubia ha visto a Carvalho buscando algo o a alguien por el pasillo.
-Disculpe.
Va Lifante a por el detective, pero repiensa su movimiento y reclama su atenci¨®n con un chist que alerta a toda la brigada. Carvalho se acerca a la extra?a pareja compuesta por el semi¨®logo y la muchacha descolorida.
-?Turismo?
-Cad¨¢veres. Lo de Pepita de Calahorra clama al cielo. Este caso se le complica, Lifante.
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