La Mitiya, de tierra prometida a escenario del horror
El tristemente c¨¦lebre tri¨¢ngulo de la muerte, donde se vienen cometiendo las repetidas matanzas extremistas, coincide geogr¨¢ficamente con la hist¨®rica planicie de La Mitiya, el vergel de los colonos franceses.Decenas de miles de hect¨¢reas de las mejores tierras del pa¨ªs, donde hay plantaciones de naranjos, limoneros, aguacates, vi?edos y otros ¨¢rboles frutales. Una enorme extensi¨®n de huertas salpicadas por ciudades t¨ªpicas de la sociedad colonial, adyacentes a la iglesia y al Ayuntamiento, y con el templete de m¨²sica en la plaza central. Blida, El Afr¨²n, Bufarik, Larba... siguen siendo a?oradas por las grandes familias de colonos franceses.
Pero junto a estas villas, hay tambi¨¦n barriadas surgidas tras la independencia donde se amontonan cientos de miles de campesinos venidos de otras regiones desheredadas del pa¨ªs, poblados marginados interminables, hacinamientos de chabolas.
La revoluci¨®n agraria argelina, iniciada con la ocupaci¨®n de m¨¢s de un mill¨®n de hect¨¢reas de tierras coloniales por los obreros agr¨ªcolas en 1962 y completada por el r¨¦gimen de Bumedi¨¢n en los a?os setenta, fracas¨®. Las granjas socialistas y las cooperativas no han conseguido producir lo suficiente ni siquiera para abastecer el mercado interior. Todos los intentos de recuperar la econom¨ªa agr¨ªcola han fracasado. El r¨¦gimen ha decidido privatizar las tierras abriendo de nuevo la pol¨¦mica. Empresas agroalimentarias internacionales esperan con impaciencia que se despeje el horizonte.
La actual ola de matanzas coincide con la discusi¨®n en el Parlamento y en las altas esferas del Estado sobre la conveniencia de la cesi¨®n de tierras al capital extrapjero. La decisi¨®n tomada por el Gobierno a instancias de los organismos financieros internacionales, no ha sido bien acogida. La revoluci¨®n agraria es un mito que no se toca.
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