?Una derecha nueva o la de siempre?
JORDI SOL? TURA
Oigo decir al presidente del Gobierno que los fiscales que protestaron ante las m¨¢s altas instancias europeas, hartos de hacerlo en el desierto, son unos rid¨ªculos. Y acto seguido oigo decir al vicepresidente primero, se?or ?lvarez Cascos, que estos mismos fiscales son unas marionetas en manos del PSOE, siempre empe?ado en fastidiar al Gobierno. O sea que, no una taza, sino dos; no una humillaci¨®n, sino dos: rid¨ªculos y adem¨¢s tontos ¨²tiles.M¨¢s all¨¢ de la discusi¨®n sobre si los fiscales hicieron bien o mal al remitir su protesta a las m¨¢s altas instituciones europeas, creo que en el fondo del episodio asoma uno de los grandes problemas de nuestra historia pol¨ªtica. En definitiva, los fiscales eligieron el nivel europeo para protestar porque no ten¨ªan ninguna otra instancia donde hacerlo de verdad ante un Gobierno que se hab¨ªa burlado de ellos y un presidente que se hab¨ªa re¨ªdo ante sus propias narices. O sea que lo importante del asunto es la actitud, el estilo y la forma de actuar del Gobierno del PP, es decir, de la derecha actual.
La historia de la derecha espa?ola es muy bestia y no hace mucho me la resum¨ªa un amigo muy querido con una frase que ahora, con este asunto, me ha vuelto a la memoria: "La derecha espa?ola", me dec¨ªa, "nunca ha aceptado que existan l¨ªmites a su prepotencia y menos todav¨ªa que otros intenten impon¨¦rselos. Siempre ha pensado que el Estado es suyo, que la izquierda no tiene derecho a gobernarlo, que los que le discuten su derecho exclusivo son unos indeseables cuando no unos traidores, que la democracia s¨®lo vale si es para garantizarle su propio dominio y que si no sirve para eso mejor es prescindir de ella".
Ah¨ª est¨¢ nuestra historia reciente para demostrarlo. Hasta la actual Constituci¨®n -y exceptuando el breve y dram¨¢tico par¨¦ntesis de la II Rep¨²blica- aqu¨ª ha mandado siempre la derecha pura y dura y nunca lo ha hecho con un aut¨¦ntico sistema democr¨¢tico, nunca con un r¨¦gimen parlamentario digno de este nombre ni con un verdadero sufragio universal.. Y cuando ha visto que las cosas se le iban de las manos siempre ha tenido la misma respuesta: suspender los derechos y reducir las libertades hasta pasar el poder al Ej¨¦rcito e imponer una dictadura militar. Ah¨ª est¨¢n los 50 a?os de dictaduras de Primo de Rivera y Franco para record¨¢rnoslo. El balance hist¨®rico es, pues, perfectamente claro: la derecha espa?ola no s¨®lo no ha respetado nunca los l¨ªmites del sistema democr¨¢tico, sino que, adem¨¢s, siempre ha intentado silenciar o destrozar a los que quer¨ªan impon¨¦rselos. Baste recordar las tremebundas campa?as contra Aza?a durante la II Rep¨²blica, el mismo Aza?a que la derecha de ahora quiere reivindicar.
Es cierto, sin embargo, que al final del franquismo apareci¨® una nueva derecha reformista, la UCD, que pareci¨® romper por fin aquel ciclo siniestro y que no s¨®lo tuvo un papel muy importante en el paso de la dictadura a la democracia sino que, por primera vez en la historia, fue capaz de negociar y de entenderse con la izquierda. Aquello fue como una gran esperanza para todos, pero la UCD se hundi¨® muy pronto, incapaz de superar sus propias contradicciones hist¨®ricas, y en su lugar apareci¨® otra derecha, m¨¢s desorientada, m¨¢s bronca y con m¨¢s resabios del pasado que, adem¨¢s, tuvo que enfrentarse con el mayor trauma de toda la historia de la derecha espa?ola: la victoria del Partido Socialista en 1982 y el acceso de la izquierda a la direcci¨®n del Estado en solitario, por primera vez en toda la historia. Para la derecha espa?ola aquello fue un golpe inaudito del que tard¨® mucho tiempo en reponerse. Siempre le pareci¨® intolerable e insultante que el PSOE gobernase en solitario, como un okupa que se hab¨ªa introducido de noche en un palacio reservado a la derecha desde siempre y para siempre.
La pregunta que me formulo es si, por fin, tenemos una nueva derecha, capaz de aceptar todas las reglas y todos los l¨ªmites del juego democr¨¢tico. Y me la formulo porque cada vez lo tengo menos claro. El PP ha tenido mucha suerte porque ha comenzado a gobernar en un momento de auge econ¨®mico, generalizado en toda Europa y bien orientado en Espa?a por las medidas del ¨²ltimo Gobierno socialista. No s¨¦, por consiguiente, c¨®mo habr¨ªa actuado el PP si se hubiese encontrado con un panorama econ¨®mico como el de 1982 o como el m¨¢s reciente de 1992-1993. Lo que s¨ª s¨¦ es que, a pesar de este buen clima, ha creado unas crispaciones pol¨ªticas desaforadas; que no ha vacilado en humillar a las Cortes para conseguir hacerse con el dominio de grandes medios de comunicaci¨®n; que maltrata y humilla a los que no est¨¢n de acuerdo con ¨¦l, como en el caso de los fiscales; que no vacila en romper reglas de juego para imponer a los suyos en la Audiencia Nacional y otras instituciones; y que, en resumen, no tiene resuelto el problema crucial del respeto a los l¨ªmites impuestos por el sistema democr¨¢tico. En definitiva, el gobernante que humilla, desprecia y agobia no est¨¢ pensando en estas reglas y en estos l¨ªmites sino en vencer a toda costa y en derrotar al rival que osa enfrentarse con ¨¦l. O sea, lo que ha hecho siempre la derecha espa?ola.
Desde esta ¨®ptica, el caso de los fiscales no es, pues, un hecho aislado, una simple an¨¦cdota, sino un s¨ªntoma m¨¢s de la manera de entender las cosas y de actuar por parte de unos gobernantes que creen firmemente que por fin han recuperado el hogar hist¨®rico y el patrimonio de la derecha y que no est¨¢n dispuestos a aceptar que nadie les discuta esta exclusividad. Por esto me inquieta el tono y el fondo del espect¨¢culo.
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