En busca de la tercera v¨ªa
El autor analiza el plan de empleo franc¨¦s y subraya que el gran reto es conciliar la confianza de los mercados, la eficiencia econ¨®mica y el bienestar de los ciudadanos.
PEDRO SAURA GARC¨ªAResulta dificil tener un buen conocimiento de la compleja realidad social y econ¨®mica, de ah¨ª que se cuente con ironia una historia en el Reino Unido sobre tres economistas que sol¨ªan ofrecer cuatro opiniones cuando se les ped¨ªa asesoramiento econ¨®mico: dos de ellos daban una cada uno; John Maynard Keynes daba dos. Pero si es complicado comprender el funcionamiento del sistema econ¨®mico, parece que la realidad de lo que sucede en el mercado laboral es a¨²n m¨¢s dificil.Los economistas hemos aprendido mucho de c¨®mo funcionan las variables monetarias o de c¨®mo luchar contra la inflaci¨®n, sin embargo, parecemos incapaces de explicar el alto porcentaje de desempleo que padece Europa. La ortodoxia neoliberal, la que m¨¢s influencia ha ejercido sobre economistas y pol¨ªticos estos ¨²ltimos a?os, ha insistido hasta la saciedad en lograr a toda costa dos objetivos: equilibrio presupuestario e inflaci¨®n reducida, para luchar contra el desempleo. Y cuando, como resultado de la implementaci¨®n de tales pol¨ªticas, ya resulta complicado reducir, a¨²n m¨¢s, los d¨¦ficit y cuando el entorno europeo es menos inflacionario que en cualquier ¨¦poca desde los a?os treinta, nos encontramos con el triple de parados que en los sesenta.
La existencia de 18 millones de parados en la Uni¨®n Europea y el nuevo contexto econ¨®mico, exigen que la Europa pos-Maastricht aprenda a liberarse del dogma neocl¨¢sico que asiste a la tradici¨®n conservadora. Pero no debemos sentimos atra¨ªdos por la vieja ortodoxia keynesiana que condujo a graves errores de pol¨ªtica econ¨®mica en los setenta, que incluso en una situaci¨®n alejada del pleno empleo nos propon¨ªa que los recursos p¨²blicos se deb¨ªan gastar "en hacer hoyos y taparlos posteriormente".
Entre los dos extremos cabe una pol¨ªtica econ¨®mica -consciente del proceso de globalizaci¨®n de la econom¨ªa y de que el empleo se crea fundamentalmente en las empresas- que se libere de cualquier dogma, clarificando las condiciones que hacen aceptable y deseable una econom¨ªa p¨²blica suficientemente flexible, adaptada a las necesidades de cada pa¨ªs y/o regi¨®n, que permita resolver convenientemente la actitud de los empresarios ante el riesgo, que incremente la inversi¨®n en capital humano y f¨ªsico all¨ª donde sea necesario, que contribuya a minimizar las consecuencias sociales y psicol¨®gicas del desempleo creando "empleo de reinserci¨®n", que impulse medidas de reparto del trabajo que no impliquen una merma en la competitividad de las empresas....
A mi juicio, bajo esos principios de econom¨ªa p¨²blica se mueven las recientes pol¨ªticas activas de empleo planteadas por el Gobiemo socialista franc¨¦s. La propuesta pasa por destinar recursos econ¨®micos para crear 350.000 empleos para j¨®venes en tres a?os. Este programa debe ser analizado con prudencia, pero tambi¨¦n sin apriorismos ideol¨®gicos. Inicialmente puede parecer caro, aunque dado que se reducir¨¢n las prestaciones por desempleo, a largo plazo el coste ser¨¢ reducido para la hacienda p¨²blica. Entre las ventajas del plan franc¨¦s, con la creaci¨®n de "empleo de reinserci¨®n", debemos contabilizar la reducci¨®n de los costes personales y ps¨ªquicos del parado. El mencionado programa puede pasar un riguroso an¨¢lisis coste-beneficio, que debe guiar cualquier decisi¨®n p¨²blica en el nuevo contexto econ¨®mico.
El programa de los socialistas franceses conecta con la tradici¨®n de las pol¨ªticas activas de empleo suecas de los a?os setenta y ochenta, muy criticadas inicialmente por la mayor¨ªa de economistas y posteriormente alabadas con la misma. intensidad. El sistema sueco garantizaba a todos los parados un empleo temporal si despu¨¦s de agotar las prestaciones por desempleo -de las m¨¢s reducidas en el tiempo- a¨²n no hab¨ªan encontrado un trabajo. El modelo sueco tuvo una doble virtualidad, de una parte, despu¨¦s de las dos crisis del petr¨®leo la tasa de desempleo de aquella econom¨ªa nunca fue superior al 3%, e incluso la tasa media de paro entre 1983 y 1988 se situ¨® en el 2,2% y nunca se permiti¨® que hubiera paro de larga duraci¨®n. De otra, los suecos gastaban menos del 1% de su renta en este tipo de programas. Dado que el desempleo se manten¨ªa bajo, el coste de las prestaciones por desempleo tambi¨¦n era relativamente reducido, puesto que dichas prestaciones costaban a la Comunidad Europea un 1,5% de renta, mientras Suecia s¨®lo destinaba un 0,7%.
En definitiva, el gran reto de la Europa del siglo XXI es el de clarificar las condiciones bajo las cuales la nueva econom¨ªa p¨²blica alejada de cualquier dogma, incluido el mito del d¨¦ficit p¨²blico cero, pueda conciliar la confianza de los mercados financieros, la eficiencia econ¨®mica y el bienestar de los ciudadanos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.