Una noche de terror interminable
Miriam, Antonia y Desir¨¦e fueron sometidas a horribles sufrimientos antes de ser asesinadas de un tiro en la cabeza
Centenares de vecinos de Alc¨¢sser se agolpaban en la noche del 27 de enero de 1993 a las puertas de su Ayuntamiento a la espera de que se confirmara lo que todos tem¨ªan, pero se resist¨ªan a creer. En la zona monta?osa de Tous (Valencia), la Guardia Civil hab¨ªa desenterrado esa tarde de una fosa cubierta con unas ramas secas tres cad¨¢veres, y sus nombres corr¨ªan ya de boca en boca antes de que la identificaci¨®n oficial truncara definitivamente la esperanza mantenida a duras penas durante 75 d¨ªas de intensa b¨²squeda. Eran los cuerpos de tres j¨®venes, y s¨®lo pod¨ªan ser Miriam Garc¨ªa, Antonia G¨®mez y Desir¨¦e Hern¨¢ndez, las ni?as de Alc¨¢sser de entre 14 y 15 a?os que el 13 de noviembre de 1992, viernes, hab¨ªan desaparecido de camino a una fiesta en la discoteca Coolor de Picassent.Pero en ese momento, nadie conoc¨ªa a¨²n la interminable noche de terror y tortura sufrida por las ni?as antes de morir de un disparo en la cabeza.
La sentencia que condena a Miguel Ricart por los asesinatos detalla con crudeza lo sucedido aquella fat¨ªdica noche en un relato que reproduce b¨¢sicamente el que presentaron el fiscal y las acusaciones populares a partir de las propias confesiones del procesado y de la investigaci¨®n.
Pasadas las ocho de la tarde de aquel viernes maldito, Ricart "en compa?¨ªa de otro var¨®n identificado que no se encuentra a disposici¨®n del tribunal [Antonio Angl¨¦s], y posiblemente de alguna otra persona m¨¢s" vieron desde su coche a las ni?as en Picassent haciendo autostop para llegar a la discoteca. Los hombres detuvieron el veh¨ªculo y se ofrecieron a llevar a las menores al local; ¨¦stas subieron al coche. Ya hab¨ªan decidido no dejarlas marchar, y, por tanto, pasaron de largo por la discoteca y se adentraron en sendas vecinales, lo que "provoc¨® que las ni?as empezaran a gritar pidiendo auxilio".Como respuesta, las v¨ªctimas sufrieron las primeras agresiones. El acompa?ante del conductor, al que no se cita por su nombre, pero era Antonio Angl¨¦s, se gir¨® "para golpear repetidamente a las chicas hasta hacerlas callar". Ya en las proximidades de una casa abandonada de La Romana (Tous), todos bajaron del coche y "en fila india recorrieron una senda que llegaba a la caseta, encabezando la marcha Ricart, y cerr¨¢ndola su compa?ero".
Violaci¨®n anal y vaginal
Los asesinos obligaron a sus v¨ªctimas a subir al piso superior de la casa -que Ricart y Angl¨¦s ya hab¨ªan utilizado como refugio-, encendieron una linterna de luz rojiza y ataron a Miriam y Desir¨¦e a un poste. "Una vez inmovilizadas", dice la sentencia, "arrojaron a Antonia [al suelo] y despu¨¦s de desnudarla, en contra de su voluntad", una persona "distinta del acusado" [Angl¨¦s, seg¨²n Ricart] la viol¨® anal y vaginalmente. Luego tambi¨¦n la introdujeron violentamente un palo en el ano antes de vestirla y atarla asimismo al poste.
La brutal agresi¨®n se repiti¨® con Desir¨¦e "tras desnudarla cort¨¢ndole la parte delantera de la camiseta as¨ª como el sujetador". Seg¨²n la sentencia, Ricart "fue compelido a que la penetrara vaginalmente, lo que efectivamente realiz¨®". A continuaci¨®n, "el propio acusado pas¨® a inmovilizar las piernas de la ni?a para que su compa?ero" la violara, repiti¨¦ndose el macabro ritual seguido con Antonia.
Realizados tales actos, el acusado y "otra persona" decidieron fr¨ªamente bajar de la monta?a a la localidad de Catadau, donde en el bar Parador compraron bocadillos, una ensalada y agua para cenar. Las ni?as permanecieron durante ese tiempo atadas en la caseta. Los asesinos regresaron y "despu¨¦s de comer, Miriam fue desatada y desnudada" y sufri¨® las mismas violaciones que sus amigas, mientras Ricart sujetaba sus tobiIlos. Los agresores decidieron entonces descansar, no sin antes acallar Ios gemidos de las ni?as" con nuevos golpes y amenaz¨¢ndolas con una pistola.
La sentencia relata que "pasada la noche, al amanecer, y previo acuerdo de eliminar fisicamente a las ni?as" el acompa?ante de Ricart ahond¨® una fosa que hab¨ªa sido ya usada para ocultar una motocicleta. Los asesinos llevaron a sus v¨ªctimas, malheridas y extenuadas, a la fosa. La agon¨ªa de las ni?as a¨²n no hab¨ªa terminado. Ricart regres¨® a la caseta para buscar "una moqueta con la que quer¨ªa envolver a las chicas, momento en que a Desir¨¦e le arrancaron con unos alicates el pez¨®n y aureola mamaria derecha".
Las ni?as, "conscientes de que las iban a matar, procedieron a gritar y solicitar socorro". Angl¨¦s enroll¨® dos piedras en una camiseta y las golpe¨®; luego clav¨® dos veces un cuchillo en la espalda de Desir¨¦e.
A?ade la sentencia que "finalmente, estando Antonia tendida sobre su costado derecho, Desir¨¦e tumbada boca abajo y Miriam arrodillada y acurrucada" las tres fueron asesinadas por Angl¨¦s, seg¨²n Ricart, de un tiro en la cabeza. El acusado "nada hizo para evitarlo".
Los asesinos arrojaron la moqueta al fondo de la fosa, tiraron encima los cad¨¢veres, los cubrieron de tierra y taparon el agujero con ramas y matorrales. All¨ª permanecieron los cuerpos hasta que un apucultor vio en la ma?ana del 27 de enero de 1993 que una mano con un reloj emerg¨ªa de la tierra h¨²meda. As¨ª se descubri¨® el paradero de las ni?as de Alc¨¢sser.
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