Adi¨®s, rosa de Inglaterra
Elton John no llor¨® en el funeral de la princesa Diana, a pesar de que, como pudimos comprobar en el de Gianni Versace, es hombre de l¨¢grima f¨¢cil. Contagiado por el ambiente de pompa y circunstancia, el cantante interpret¨® su relectura de Candle in the wind, el tema que dedic¨® a Marilyn Monroe hace m¨¢s de veinte a?os, vestido de negro y sin su tradicional pendiente en forma de loro, detalle ¨¦ste que, sin duda, le agradeci¨® enormemente la suegra de la finada.No era el ¨²nico rockero presente en la abad¨ªa de Westminster: en ausencia de las Spice Girls y los hermanos Gallagher, m¨²sicos adultos como Sting o George Michael, o levemente jur¨¢sicos como Cliff Richard demostraron que el mundo pop forma parte de la Inglaterra de este fin de siglo.
Refrito musical
Curiosamente, nadie la ha tomado con Elton John por despedir a su amiga Diana con un refrito (Bernie Taupin, el letrista de Candle in the wind, ha debido de enviar la nueva letra por fax, ya que hace bastantes a?os que vive en Estados Unidos). Tal vez porque todo el mundo es consciente de que no ha tenido tiempo de componer nada nuevo. Pero si alg¨²n d¨ªa se estrena en Broadway un espect¨¢culo titulado Diana. The musical, nadie duda de que Elton John es el compositor adecuado para la obra (los textos deber¨ªan ir, evidentemente, a Tim Rice, menos pop que Taupin, pero de probada eficacia comercial, como demostr¨® con su trabajo para la pel¨ªcula El rey le¨®n).
La seriedad de todos los presentes en el funeral se contagi¨® a las televisiones espa?olas que lo cubrieron, que optaron mayoriariamente por la sobriedad. S¨®lo Antena 3 dej¨® en manos de profesionales del coraz¨®n, Ana Rosa Quintana y Rosa Villacast¨ªn, los comentarios al respecto, pero incluso ellas se apuntaron educadamente a la pompa y la circunstancia. Tele 5 opt¨® por Angels Barcel¨® en vez de por el padre Apeles, y aunque en un momento nos pareci¨® ver a Mar¨ªa Teresa Campos entrando en la abad¨ªa de Westminster, a la que la c¨¢mara se acerc¨® pudimos ver que, en realidad, se trataba de Hillary Clinton.
La labor de las c¨¢maras fue, probablemente, lo m¨¢s destacable del funeral cat¨®dico de Diana Spencer. Intentar contar su n¨²mero era una p¨¦rdida de tiempo, pues los encuadres iban cambiando constantemente y la retransmisi¨®n se convert¨ªa as¨ª en algo muy parecido a un espect¨¢culo interactivo: quien se sent¨® ayer frente al televisor estuvo virtualmente en el funeral de Lady Di (s¨®lo falt¨® el punto de vista de la difunta, que se podr¨ªa haber conseguido colocando una minic¨¢mara en el f¨¦retro).
Personalmente, s¨®lo ech¨¦ en falta la presencia de Camilla Parker-Bowles con un cepo al cuello, la letra escarlata en el pecho y esquivando los salivazos del populacho, pero la cara de la reina Isabel, que demostraba bien a las claras que su annus horribilis no termina nunca, no ten¨ªa desperdicio.
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