Cuatro en la gloria
Al final, cuando los cuatro artistas se reunieron en el escenario cediendo a los requerimientos del p¨²blico enfervorizado que no se resignaba a dar por terminada una velada en la que se hab¨ªa sentido profundamente identificado con los oficiantes, tuvieron que improvisar una fiestecita por buler¨ªas que result¨® graciosa y emotiva, tanto que hasta Juan Habichuela dio su patada de baile que raramente hace en p¨²blico.Los cuatro estaban contentos, en la gloria, porque los cuatro pertenecen ya a la gloria mayor de un arte que han venido representando a lo largo de sus carreras con dignidad y rigor. Los cuatro son artistas singulares, figuras imprescindibles de una etapa crucial de lo jondo que sin ellos no s¨¦ si hubiera sido mejor o peor, pero desde luego distinta. Los cuatro son andaluces, aunque en Madrid tienen un carisma especial para un p¨²blico incondicional que se vuelca siempre clamorosamente con ellos.
Recital de Jos¨¦ Menese
Con Chano Lobato, al cante, Juan Habichuela y Enrique de Melchor, al toque. Centro Cultural Conde Duque. Madrid, 6 de septiembre.
El silencio con que esta noche se oyeron las ton¨¢s de Menese ten¨ªa cuerpo, densidad palpable. Porque estaba cantando como mandan los c¨¢nones, por derecho y sin aliviarse. As¨ª hab¨ªa estado cantando hasta entonces, no mucho tiempo pero s¨ª con una fuerza y una verdad sin concesiones; sus tientos, por ejemplo, con aquellas letras del Moreno Galv¨¢n m¨¢s militante, fueron memorables. Despu¨¦s hubo de dar dos propinas pese a que se le ve¨ªa fatigado, y su cante perdi¨® evidentemente intensidad. Pero el triunfo ya estaba firmado y rubricado con su sello personal, un triunfo al que contribuy¨® el toque inspirado y preciso de Enrique de Melchor, acompa?ando como siempre a Jos¨¦ con inteligencia y con mucho gusto.
El cantaor invitado, Chano Lobato, llen¨® la primera parte con su cante enduendado y generoso. Lo he dicho muchas veces, que es uno de los pocos flamencos que quedan con una vivencia genuina de las razones ¨ªntimas del cante. Chano canta todo, lo f¨¢cil y lo dif¨ªcil, y todo lo canta admirablemente. Con el comp¨¢s hace diabluras, y cuando tiene junto a ¨¦l una guitarra como la de Juan Habichuela, que lleva el toque al cante como si lo acariciara pero con una precisi¨®n matem¨¢tica, entonces podemos sentirnos realmente gratificados. Por soleares, las alegr¨ªas, Chano Lobato estuvo sencillamente en maestro, as¨ª como en la malague?a del Mellizo.
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