Los hunos y los otros
Dice Borges que la historia de pensamiento occidental no es m¨¢s que la reiteraci¨®n de algunas met¨¢foras: Aquiles persiguiendo in¨²tilmente a la tortuga, la paloma kantiana que toma por un obst¨¢culo el aire que la sostiene, la manzana de Newton, y aquella otra del lejano para¨ªso, el viejo topo que excava a ciegas su camino subversivo... A esta n¨®mina prestigiosa y reducida ha hecho por fin su esperada aportaci¨®n el portavoz de Elkarri Jonan Fern¨¢ndez. Aconteci¨® en un curso de verano de la universidad vasca, y los que no pudimos asistir recibimos cumplida informaci¨®n a trav¨¦s de Euskal Telebista, que le dedic¨® parte de su telediario de mediod¨ªa. Podr¨ªamos llamar "met¨¢fora del ni?o d¨ªscolo" a la de Jonan Fern¨¢ndez: "Es como cuando... (introito metaf¨®rico) como cuando llega un ni?o del colegio y sus padres le encuentran raro, inquieto, revoltoso. Irritado por su desobediencia, el padre acaba mand¨¢ndole a su cuarto sin cenar. Pero ?no habr¨ªa sido mejor preguntarle qu¨¦ le pasa? Seguramente, el profesor le ha tomado una lecci¨®n que no se sab¨ªa, o se ha pegado en el recreo, o le han cargado piedras en la mochila por hablar en turco..., cualquier cosa. Algo habr¨¢ pasado. Si los padres indagan con afecto y paciencia su desaz¨®n, el ni?o acabar¨¢ por aliviarse y, ya manso, podr¨¢ cenar en la mesa familiar". No hace falta subrayar la clara lecci¨®n que de aqu¨ª puede obtenerse para tratar el problema de la violencia en el Pa¨ªs Vasco.Tan luminosa es esta aportaci¨®n metaf¨®rica a la sociolog¨ªa de los conflictos, que me atrever¨ªa a reformularla en una versi¨®n gore m¨¢s cercana al caso que nos preocupa: un ni?o llega a casa del colegio, se muestra d¨ªscolo, malhumorado y termina estrangulando a su abuela. No le dejemos sin postre tir¨¢nicamente, ni siquiera nos limitemos a preguntarle si en el colegio le pusieron un cero en conducta. Un esfuerzo m¨¢s: averig¨¹emos qu¨¦ ha hecho la abuela, anciana probablemente atrabilaria, descubramos sus vicios, sus abusos, la lata que le daba al peque?uelo, etc¨¦tera. Dialoguemos. Nadie estrangula sin por qu¨¦ y a lo mejor resulta que el ni?o d¨ªscolo nos ha hecho a todos un favor.
Como todo ser racional, yo tambi¨¦n prefiero resolver las cosas dialogando mejor que a tiros. De modo que si hace falta decir que estoy a favor del di¨¢logo para contentar a Jonan Fern¨¢ndez y al resto del universo, dicho queda. Lo que me gustar¨ªa es que pudiera escucharse tambi¨¦n a la abuela, que en paz descanse. Porque la actitud predominante en el Pa¨ªs Vasco hacia el terrorismo no me parece exclusivamente represiva ni mucho menos, a pesar de lo que digan Garaikoetxea y otras voces insignes. Cuando llegan las fiestas, por ejemplo, se hace todo lo posible por no irritar a los revoltosos. En Donosti empez¨® la Semana Grande con una manifestaci¨®n de HB a favor de la independencia y se suspendi¨® la comitiva de la Salve, para que no se sintieran provocados. Ni aun as¨ª nos libramos de algunos incidentes, pero a?os peores hemos conocido. El preg¨®n de la Aste Nagusia bilba¨ªna lo hizo un bertsolari, exclusivamente en euskera como es natural, y en ¨¦l deplor¨® la ausencia de los presos de la localidad que no pod¨ªan compartir la alegr¨ªa festiva. Hubiera sido provocativo exigirle que recordara tambi¨¦n al joven vizca¨ªno asesinado un mes antes por alguien que, desgraciadamente, a¨²n no est¨¢ preso, o a otras v¨ªctimas liquidadas por los conciudadanos encarcelados que echaba de menos. Y fuera de las capitales, la cosa suele ser todav¨ªa peor. Yo creo que si a Garaikoetxea le preocupa de verdad el clima represivo, debe preguntarles a los alcaldes de su partido, en Hernani, en Ibarra, a qu¨¦ fuerzas de ocupaci¨®n les tienen m¨¢s miedo: a las de Mayor Oreja o a las de... los ni?os descarriados.
Pero el di¨¢logo es imprescindible, lo concedo sin dudar. Y sobre asuntos menores quiz¨¢ pueda llegar a alguna conclusi¨®n pr¨¢ctica aceptable. Por ejemplo, el acercamiento de los presos, al menos de los m¨¢s remotos, que si hay acuerdo de los partidos democr¨¢ticos podr¨ªa realizarse sin grandes alharacas, ahora que no hay secuestrados. Conviene demostrar que son los fracasos de ETA los que facilitan las cosas a los condenados por terrorismo y no sus ¨¦xitos. Adem¨¢s, mejor est¨¢n los criminales en c¨¢rceles pr¨®ximas a su domicilio que sueltos, a lo Otegi. Sin embargo, est¨¢ claro que ni cerca ni lejos van a cambiar las cosas demasiado, como ya se encarg¨® de decirles Txikierdi a los parlamentarios que le visitaron en chirona. Porque el verdadero tema de fondo admite todo el di¨¢logo que se quiera (desde hace d¨¦cadas no se habla en Euskadi de otra cosa entre pol¨ªticos, en los medios de comunicaci¨®n, en la calle), pero no se trata de una transacci¨®n pol¨ªtica ni de un acomodo jur¨ªdico, sino de la base misma de lo pol¨ªtico y de lo jur¨ªdico en la concepcion democr¨¢tica. Ni la desmembraci¨®n del Estado vigente la resolver¨ªa, porque no es cuesti¨®n de independencia, sino de convivencia.
Y, en efecto, ah¨ª s¨ª que es decisivo el llamado esp¨ªritu de Ermua, no como mera unidad frente al terrorismo, sino como reivindicaci¨®n de algo m¨¢s profundo y m¨¢s necesario. El concejal asesinado era un joven hijo de inmigrantes, rockero y de derechas, castellanohablante, forofo del Barcelona y con una foto de Guardiola en su cuarto. Es decir, representa la libertad de los ciudadanos vascos de ser lo que les venga en gana y no lo que el reduccionismo de la identidad forzada por unos cuantos impone que hay que ser. Su muerte no s¨®lo sirvi¨® para distinguir entre quienes aprueban el asesinato y quienes lo rechazan, por importante que sea esta dicotom¨ªa, sino entre. quienes le consideran sin m¨¢s como uno de los vascos hist¨®rica y realmente existentes y los que -aun desaprobando el crimen- dejaron entender que ni ¨¦l ni tantos otros de Ermua son propiamente vascos. Porque la violencia no es m¨¢s que el s¨ªntoma de algo peor: la actitud mental, pol¨ªtica y moral de quienes entienden el "nosotros" nacional como un "no-a-otros", seg¨²n la afortunada expresi¨®n de Rubert de Vent¨®s. El no a unos otros que, con independencia o sin ella, por muchos fueros o derechos hist¨®ricos que se reconozcan, van a seguir estando ah¨ª. El error de la mayor¨ªa de las propuestas pol¨ªticas de soluci¨®n del fratricidio vasco es que intentan mecanismos para resolver la relaci¨®n con los espa?oles de fuera, cuando lo verdaderamente problem¨¢tico es la convivencia con los espa?oles de dentro. Por eso Arzalluz se entiende y se entender¨¢ siempre mejor con Aznar que con Iturgaiz. Esto no se arregla con la autodeterminaci¨®n, a no ser que se entienda por "autodeterminaci¨®n" el tener las manos libres para imponer por la v¨ªa institucional, educativa o televisiva la homogeneidad identitaria a una comunidad diversa.
Como se ha dicho, el nacionalismo exacerbado de unos cuantos no basta para fundar la naci¨®n de todos: pero en cambio puede destruir ideol¨®gicamente la convivencia cotidiana espont¨¢nea entre los ciudadanos. Tal es el reproche que algunos hacemos al nacionalismo y que parece no entender Enrique Gil Calvo en un desenfocado art¨ªculo (Nacionalistas, del 25 de agosto de 1997). Dice Gil Calvo: "Ante todo, el nacionalismo implica la defensa de los intereses comunes de quienes ocupan cierto territorio". Desgraciadamente, no es as¨ª. El nacionalismo sustituye lo com¨²n -por lo propio. De ah¨ª su autismo, porque para establecer lo que tenemos en com¨²n hay que escuchar a todos, pero el decreto imperativo de lo propio parte de unos cuantos que poseen la verdad ancestral. Lo propio no sirve principalmente para identificar a "los nuestros", sino para denunciar al "extranjero invasor": la anti Espa?a, los antivascos, los anticatalanes... De aqu¨ª la desconfianza o la sana rechifla con las que recibimos ciertas inflamaciones ret¨®ricas nacionalistas, como recientemente las voces de ¨¢nimo que le ha dado desde la tumba Guifr¨¦ el Pil¨®s a Jordi Pujol. Dice Pujol, muy ofendido, que se han burlado de ¨¦l porque se trataba de un s¨ªmbolo hist¨®rico catal¨¢n: ?cree acaso que si Aznar dijese que el Cid Campeador le ha confirmado que Espa?a va bien o ?lvarez Cascos testimoniase que el oso de Favila recomienda darle un buen bocado a las pensiones, hubieran sido muy aplaudidos? "La historia, como el mar, es hermosa por lo que borra": ni en Bosnia": ni en Euskadi, ni en Catalu?a, nunca los nacionalistas apreciar¨¢n esta profunda lecci¨®n de Flaubert. Y, sin embargo, es imprescindible para la convivencia de las comunidades heterog¨¦neas -el derecho hist¨®rico m¨¢s sagrado de todos- y para que los ni?os que estrangulan abuelitas, una vez convenientemente escuchados, sean enviados a la cama sin cenar.
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