El toro que la emprendi¨® a palos
El ¨²ltimo toro la emprendi¨® a palos. Literalmente. Fue porque el picador le dej¨® enhebrada la vara, las cuadrillas no lograban quit¨¢rsela y estuvo lo menos un cuarto de hora recorriendo el cuadril¨¢tero con un violento bamboleo que pon¨ªa en peligro a cuantos se acercaran.El que m¨¢s se acercaba era Puchol, estupendo pe¨®n de brega, que met¨ªa el capote por un lado, acercaba la mano por otro y no hab¨ªa manera. La vara oscilaba de babor a estribor a una velocidad incre¨ªble, y el toro, con una rapidez de reflejos digna de mejor causa, cuando la vara le pend¨ªa de una parte vigilaba la contraria, se arrancaba a quien osara aproximarse, y as¨ª alternativamente, sin soluci¨®n de continuidad.
Cebada / Iniesta, Bl¨¢zquez, Ruiz
Novillos de Cebada Gago, bien presentados, aunque sospechosos de afeitado; varios flojos y manejables; encastados; 5? y 6? con genio.Jose Antonio Iniesta: bajonazo infamante (silencio); pinchazo y bajonazo infamante (silencio). Ra¨²l Bl¨¢zquez: media trasera y dos descabellos (silencio); estocada tendida -aviso- y dos descabellos (silencio). An¨ªbal Ruiz: estocada trasera (petici¨®n y vuelta); cinco pinchazos, descabello -aviso- y descabello (silencio). Plaza de Arganda de] Rey, 15 de septiembre. 5? corrida de feria. Lleno.
Hubo un momento de esperanza. El meritado Puchol pudo arrimar el toro al burladero, lo encel¨® en el capote, asi¨® la vara y la introdujo entre los barrotes de las barreras para que el p¨²blico la arrancase. El p¨²blico se entreg¨® a la tarea con aut¨¦ntico esp¨ªritu solidario, varios tiraban del palo empleando todas sus fuerzas, y no consegu¨ªan extraerlo de las carnes del toro.
-Ya no quedan hombres-, coment¨® una se?ora del grader¨ªo.
El caso es criticar.
La vara se solt¨® cuando le dio la gana a la divina providencia y entonces pudieron los banderilleros entrar a parear. No se crea que fue f¨¢cil. El toro, que ten¨ªa mondo el morrillo, su piel convertida en repulsivos colgajos, el lomo destrozado y rezumando sangre que ca¨ªa a borbotones hasta la pezu?a, no se dejaba parear de ninguna manera. Menudo genio ten¨ªa. As¨ª que entre carreras, pasadas, tropezones, ayes y suspiros, en lugar de pares, le prendieron impares.
Luego se lleg¨® An¨ªbal Ruiz, que es de edad adolescente y de estatura bajito, y estuvo valent¨ªsimo. A los pocos pases ya citaba con la muleta en la izquierda porfiando muy de cerca la embestida, que se hab¨ªa tornado reservona y abrigaba serios riesgos. Los acept¨® el torero, libr¨® tarascadas y aunque concluy¨® mal la faena con la espada, ah¨ª qued¨® la demostraci¨®n de su pundonor.
Al tercero de la tarde lo traste¨® bullidor, pero ese ya era distinto asunto. El tercero no ten¨ªa ni la fuerza, ni el genio, ni el trap¨ªo de toro que sac¨® el sexto. El tercero era novillo pastue?o y cuantos alardes, despleg¨® An¨ªbal Ruiz con gran alboroto y no pocos aspavientos constituyeron puro tremendismo.
Otro toro de casta, que hizo quinto, le correspondi¨® a Ra¨²l Bl¨¢zquez y fue su faena tesonera, valerosa, sin dominar aquella embestida recrecida -por lo que se vio frecuentemente desbordado- mas sin perder nunca la cara del animal y recreci¨¦ndose a su vez para reemprender con renovados arrestos el muleteo. Al segundo, en cambio, inv¨¢lido y boyante, lo lance¨® estupendamente a la ver¨®nica, ci?¨® chicuelinas, lig¨® muy bien tandas de redondos y naturales abrochadas con los de pecho y se adorn¨® por manoletinas.
Ese novillo sali¨® sobrero en sustituci¨®n de un precioso ejemplar que, nada m¨¢s saltar a la arena, se peg¨® un volteret¨®n en la boca del chiquero, debi¨® descoyuntarle los cuartos traseros el batacazo pues qued¨® in¨²til de salva sea la parte y lo devolvieron al corral. No pod¨ªa caminar, tampoco irse -evidentemente- y Bl¨¢zquez lo liquid¨® de un bajonazo.
La casta de los novillos le plantearon situaciones dif¨ªciles tambi¨¦n a Jos¨¦ Antonio Iniesta, que sufri¨® algunos acosones y desarmes. El novillero s¨¦ colocaba a la perfecci¨®n, presentaba de forma impecable la muleta, intentaba el toreo cl¨¢sico, y todo ello le resultaba insuficiente para embarcar las embestidas, salvo en los circulares de espaldas, que le sal¨ªan perfectos.
No ya Jos¨¦ Antonio Iniesta y la generalidad de los novilleros sino la mayor¨ªa de los matadores de alternativa tienen problemas con el toro de casta. Aunque no la emprenda a palos; aunque sea boyante. Esta es la cuesti¨®n: al toro de casta no le van los pegapases. Al toro de casta o se le torea de verdad o no hay tu t¨ªa.
Babelia
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