Los dos rivales

En los ¨²ltimos a?os hay un codo a codo entre dos autores comeciales, de clase media: el amerino Neil Simon y el ingl¨¦s Alan Ayckbourn. Cuentan con las mismas escenas la misma vida de distintas burgues¨ªas; sacan su autobiograf¨ªa, y sus padre sus hermanos, sus barrios. Se les traduce al espa?ol y aqu¨ª tambi¨¦n son perfectamente comerciales. Ahora se abre la temporada con un estreno de cada uno de ellos. No est¨¢ calculado as¨ª: aqu¨ª los hallazgos aparecen siempre por azar, por casualidad.La obra de Ayckboum, en el F¨ªgaro, est¨¢ en lo mas cl¨¢sico de su estilo: los escenarios simult¨¢neos, las vidas que se superponen, el tiempo que avanza o retrocede. Una escena de arranque, en la que aparece una familia de seis personas: el padre y la madre que celebra su cumplea?os, los dos hijos, la esposa de uno y la repentina novia -un poco ordinaria- del otro.

Vamos a seguir las tres parejas: la imposibilidad del amor, el cautiverio de un c¨®nyuge por otro, los desenga?os. Hay humor, hay gracia: pero hay un fondo de comedia negra, de amargura, de opresi¨®n. Y de tragedia. No es preciso decir que la direcci¨®n es, como debe ser, moderadea e invisible; y la interpretaci¨®n de una compa?ia experta en la que hay que mencionar a una debutante en el teatro, Beatriz Rico, que est¨¢ a la altura de sus compa?eros. Tendr¨¢ en este g¨¦nero buen destino.

En cambio, la obra de Neil Simon no es, como estamos acostumbrados a ver, biogr¨¢fica, por lo menos directamente. Muchos espectadores la conocer¨¢n por la versi¨®n cinematogr¨¢fica de Jack Leminon y Walter Mathau, La pareja chiflada (Ross, 1975). Es la calculada aversi¨®n, la calculada ternura, de dos viejos actores c¨®micos que formaban pareja: uno odia y admira simult¨¢neamente al otro. Jubilados, separados, tratan de recuperarles para un espect¨¢culo de televisi¨®n, y el mismo juego de amor y odio se vuelve a producir: impiden el trabajo. Quiz¨¢ haya una moraleja aqu¨ª dentro.En todo caso, en la traducci¨®n de la comedia que vemos ahora lo que importa m¨¢s es la interpretaci¨®n, como en la pel¨ªcula. Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez se convierte en el protagonista principal: no creo que el director Garc¨ªa Moreno, tan h¨¢bil, haya intentado contenerle, sino que m¨¢s bien ha azuzado su tendencia al retorcimiento y el gesto y el grito propios de un g¨¦nero c¨®mico en el que L¨®pez V¨¢zquez se muestra a la altura de los grandes del pasado. Yo prefiero la interpretaci¨®n pausaba y bondadosa de Pedro Pe?a, ahora de moda por la televisi¨®n, pero siempre buen actor c¨®mico en todos los g¨¦neros.

Parece que a los p¨²blicos de los dos teatros les gustan estas obras de los eternos rivales: r¨ªen y se conmueven en la primera, se conmueven y r¨ªen en la segunda, y en las dos aplauden con entusiasmo.