Deng II
Jiang Zemin ha salido del XV Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh) como digno sucesor de su mentor, Deng Xiaoping, fallecido en febrero pasado. Pero la importancia del congreso que ayer se clausur¨® en Pek¨ªn, casi cincuenta a?os despu¨¦s de la revoluci¨®n mao¨ªsta y a las puertas del siglo XXI (seg¨²n el calendario occidental), no radica s¨®lo en la fortaleza pol¨ªtica de un Jiang que se ha deshecho de sus m¨¢s directos rivales, sino en la capacidad- que parece lograr la nueva direcci¨®n para impulsar a China a un nuevo gran salto en el camino hacia una econom¨ªa moderna y de mercado. El congreso del PCCh ha hecho suyo este prop¨®sito sin abrir ninguna brecha en el monolitismo pol¨ªtico.Tras unos a?os de espectacular crecimiento econ¨®mico, el lastre de un enorme sector p¨²blico deficitario puede asfixiar a China. Por ello cobra sentido el deseo de Jiang de reducir la presencia del Estado de 370.000 empresas a menos de un millar. Eso s¨ª, las m¨¢s estrat¨¦gicas, que facturan la mitad de la producci¨®n estatal. Es la v¨ªa capitalista hacia un socialismo que ya no se anuncia para ma?ana sino para dentro de 100 a?os. As¨ª, el congreso ha insertado en los estatutos del PCCh la "teor¨ªa de Deng Xiaoping" junto al "pensamiento de Mao Zedong". Un avance que pone de relieve los l¨ªmites del cambio: la profunda transformaci¨®n econ¨®mica anunciada contrasta con el estancamiento del discurso y las formas pol¨ªticas, que permanecen inalterables. La clase pol¨ªtica busca ante todo su propia supervivencia, aunque sea a costa de introducir mayores contradicciones entre una estructura pol¨ªtica herm¨¦tica y una econom¨ªa que se abre aceleradamente a las leyes del mercado. Es la hipocres¨ªa de un discurso anacr¨®nico en el que ya casi nadie cree, ni siquiera los propios dirigentes.
La falta de apertura pol¨ªtica no puede compensarse con una indudable renovaci¨®n de cargos en el Comit¨¦ Central, cuyo alcance preciso habr¨¢ que juzgar a la luz del nuevo Politbur¨® y de su Comisi¨®n Permanente, los ¨®rganos que concentran el poder real y cuya composici¨®n se anunciar¨¢ hoy. El reci¨¦n elegido Comit¨¦ Central del PCCh, de 193 miembros permanentes y 151 suplentes, ha renovado casi la mitad de sus caras y ha rebajado infinitesimalmente la edad media: de 56,3 a 55,9 a?os.
Jiang demuestra estar al mando de la nave, tanto en el partido como entre los militares, cuyo apoyo le resultar¨¢ esencial para su supervivencia y para la anunciada reducci¨®n de 500.000 hombres en el Ej¨¦rcito. Despu¨¦s de acumular los cargos de jefe del Estado, del partido y del Comit¨¦ Militar Central, ha logrado sacar del Comit¨¦ Central al n¨²mero tres del r¨¦gimen y rival m¨¢s inmediato, Qiao Shi, hasta ahora presidente del Parlamento, y a los generales Llu Huaqing y Zhang Zhen.
China es uno de los pa¨ªses que m¨¢s contar¨¢n en el nuevo siglo si permanece unido. La obsesi¨®n por la unidad est¨¢ bien bien anclada en ancestrales tradiciones, pero esta unidad puede consolidarse no tanto a trav¨¦s de un partido ¨²nico como por el mantenimiento de un elevado ¨ªndice de crecimiento que le permita salir del subdesarrollo. Y siempre que esa bonanza econ¨®mica no se limite a una estrecha franja costera, sino que se transmita en alguna medida al resto del pa¨ªs.
No se ha perfilado c¨®mo se privatizar¨¢n -aunque ¨¦sta no es la palabra utilizada para las "nuevas formas de propiedad "-las empresas deficitarias del Estado, problema que el capitalismo europeo conoce desde hace mucho tiempo y que los rusos siguen sin resolver despu¨¦s de que la antigua nomenkaltura y sus herederos se hayan repartido las riquezas de Moscovia. El r¨¦gimen chino sabe que la transformaci¨®n de este sector p¨²blico provocar¨¢ desempleo, lo que a su vez requerir¨¢ la creaci¨®n de redes de ayuda social que se har¨¢n tanto mas urgentes cuanto este pa¨ªs, de poblaci¨®n a¨²n esencialmente agr¨ªcola y rural, se urbanice y se convierta en una econom¨ªa industrial y de servicios. Tras el comunismo, China tendr¨¢ que descubrir el seguro de desempleo.
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