?Art¨ªculos interesantes o simplemente fr¨ªvolos?
Una lectora de Bilbao se muestra desconcertada por el tratamiento presuntamente fr¨ªvolo que la edici¨®n vasca de El PA?S dio al accidente -un resbal¨®n sobre una acera mojada por la lluvia pero que tuvo el efecto de dar con sus huesos en una zanja abierta por obras- que sufri¨® a primeros de septiembre el bajo franc¨¦s Jean Philip Curtis mientras se encontraba en la capital vizca¨ªna para cantar Romeo y Julieta en el Coliseo Albia, junto con otros divos europeos. Esta lectora comienza por en contrar poco serio e impropio de EL PA?S el t¨ªtulo mismo de la informaci¨®n -El salto con muy mal tono de un cantante de ¨®pera- publicada el 4 de septiembre. Despu¨¦s se extiende en el supuesto enfoque c¨®mico que se da, a un suceso que, ciertamente, nada tuvo de c¨®mico a tenor de sus efectos: adem¨¢s del da?o sufrido por el cantante en el desgraciado accidente, el concierto debi¨® ser suspendido y hay planteado un pleito sobre las posibles indemnizaciones derivadas del accidente.El Defensor del Lector ha le¨ªdo atentamente la informaci¨®n cuestionada y no cree que el humor suave y apenas perceptible que envuelve el titular, as¨ª como algunas apreciaciones sobre el accidente y sus consecuencias, entren en el terreno de lo fr¨ªvolo. De ese tono no puede deducirse que el autor de la informaci¨®n se "toma a chirigota" lo que narra, como estima esta lectora. Tiene raz¨®n, en cambio, cuando afirma que esa informaci¨®n -repleta de aproximaciones personales al suceso- debi¨® estar firmada por la persona concreta que investig¨® tan minuciosamente lo sucedido y no por El PA?S. La firma del peri¨®dico, seg¨²n el Libro de estilo, queda reservada "para las informaciones elaboradas en la Redacci¨®n y no atribuibles a ninguna persona concreta".
La queja de esta lectora, aunque referida a un supuesto muy concreto, encierra una concepci¨®n extremadamente rigorista, que tambi¨¦n dejan traslucir otros lectores, sobre la forma con que debe contar las noticias un peri¨®dico que pretende ser serio y riguroso como El PA?S. Por supuesto, la prensa seria y rigurosa tambi¨¦n debe serlo en la forma, adem¨¢s de en el contenido. Pero la seriedad y el rigor no est¨¢n re?idos en absoluto con una manera de informar que siempre debe tender a ser atrayente, interesante y sugestiva, incluso desenfadada, a veces, y, si la noticia da para ello, cuidadosamente coloreada por el humor. El principal objetivo al escribir una informaci¨®n es mantener el inter¨¦s del lector hasta el final, se?ala uno de los principios del Libro de estilo. Y para conseguirlo existen algunas t¨¦cnicas y f¨®rmulas descritas en este texto que sirve de gu¨ªa a los periodistas de El PA?S. Algunas de estas f¨®rmulas, como personalizar la informaci¨®n en lo posible y ofrecer los datos necesarios para comprender el entorno de los hechos que se narran, responden a esa t¨¦cnica global que se llama reportajear la informaci¨®n. No se trata del reportaje propiamente dicho -un g¨¦nero period¨ªstico desligado de la estricta actualidad diaria-, sino de un m¨¦todo que busca sacar todo el partido informativo que subyace en la noticia. Por supuesto que ese m¨¦todo -si es bien utilizado- nunca puede llevar al periodista a regodearse en la descripci¨®n de lo circunstancial y a olvidarse de lo esencial, en que reside la noticia. El suceso -se trate de un accidente de cualquer tipo o de un hecho con una dimensi¨®n informativa compleja o contradictoria- se presta como anillo al dedo a este m¨¦todo de reportajear la informaci¨®n. Es lo que la edici¨®n vasca de El PA?S hizo dentro de los l¨ªmites correctos en el caso del desgraciado accidente del int¨¦rprete l¨ªrico franc¨¦s en una calle de Bilbao.
Princesa Diana
Lo que ning¨²n m¨¦todo, t¨¦cnica o f¨®rmula de tratamiento de la noticia autoriza es que, a su amparo, el periodista se inmiscuya personalmente en la historia que cuenta o se permita incluir opiniones propias o juicios de valor sobre lo que narra. Ambas cosas est¨¢n expresamentee prohibidas por el Libro de estilo. La frontera de la subjetividad nunca debe ser traspasada en un tipo de periodismo que, como el de El PA?S, busca "ayudar al lector a entender la realidad y a formarse su propio criterio". Pero incluso en el terreno de la subjetividad, en el que se mueve la opini¨®n, existen tambi¨¦n ciertas reglas o criterios que deben respetarse. La subjetividad nunca puede ser sin¨®nimo de arbitrariedad, de mal gusto o de desprecio y falta de respeto a las personas.
En el terreno del columnismo, El PA?S ha optado por un modelo en el que se prima el an¨¢lisis y el razonamiento frente a la ocurrencia f¨¢cil y la opini¨®n gratuita o hiriente. De ese modo se hace transparente ante el lector el proceso racional que lleva a emitir tal juicio y no otro respecto de este o aquel acontecimiento. Es la garant¨ªa que el lector tiene de que no se le tima o se le da gato por liebre. Algunos lectores, sin embargo, se han quejado vehementemente al Defensor del Lector de que algunos de estos par¨¢metros no se han respetado en determinados juicios o tomas de posici¨®n contenidos en las numerosas columnas publicadas en El PA?S sobre Diana de Gales a ra¨ªz de su muerte. Sin cuestionar en absoluto los an¨¢lisis y juicios de todo tipo que han merecido los variados aspectos del fen¨®meno Lady Di -social, medi¨¢tico, familiar, mon¨¢rquico-, estos lectores consideran innecesariamente crueles, fr¨ªvolas e irrespetuosas algunas de las consideraciones hechas sobre su persona. Uno de ellos ha recordado al Defensor del Lector una cita del Juan de Mairena, de Antonio Machado, en la que el autor de Campos de Castilla sentencia: "Limpiemos, dec¨ªa mi maestro, nuestra alma de malos humores, antes de ejercer funciones cr¨ªticas".
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector o telefonearle al n¨²mero (91) 337 78 36.
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