Confusi¨®n
Al cabo del tiempo de ejercer, el Gobierno muestra que la confusi¨®n no es un defecto o un resultante de lo imprevisto: es un estilo. En Espa?a ha habido grandes hombres muy capaces de enredar bien las palabras para que no se supiera lo que iban a hacer o lo que estaban pensando. Hasta un pol¨ªtico extranjero antiguo explic¨® que la palabra es el mejor medio para ocultar el pensamiento. De todas maneras, la pr¨¢ctica de lo que con una frase que Arrabal ha dado afortunadamente al idioma, "la ceremonia de la confusi¨®n", es una innovaci¨®n interesante. Tengo un ilustre amigo -de la Real de la Lengua- que, ante mi pregunta de c¨®mo era posible que en cada nota o cada biograf¨ªa de su persona apareciera una edad distinta, me dijo: "Lo mejor en esas cuestiones es sembrar la confusi¨®n".Sembradores de la confusi¨®n, la trilog¨ªa, o troica, o terna que gobierna nunca saben decir qu¨¦ ocurre con las pensiones: su proyecto sobre las parejas de hecho tapa la expresi¨®n con que se ha configurado parte de la sociedad espa?ola, la ampl¨ªa a extremos raros, y_ya nadie sabe a qu¨¦ atenerse. Las radios de ayer discuten ampliamente la cuesti¨®n de los impuestos y siembran esos granos amargos de la duda: no se sabe si se suben, si no se suben, si las maldiciones de las tasas y los impuestos son hechos diferentes, si las reformas se aplicar¨¢n m¨¢s a los pobres que a los ricos. A m¨ª me pareci¨® que las subidas del tabaco y del alcohol son interesantes: los pobres fumar¨¢n y beber¨¢n menos alcohol, a los ricos estas subidas les ser¨¢n indiferentes y seguir¨¢n con su abuso: de esta manera las tasas de mortalidad del proletario disminuir¨¢n mientras los ricos se debilitan, y eso puede ser interesante en la lucha del ma?ana. La lucha final, ya recuerdan ustedes. Si es que hay un ma?ana. "Les lendemains qui chantent", dec¨ªan los poetas comunistas en Francia, creyendo que la gran canci¨®n del proletario estaba contenida en el futuro. No hay canci¨®n para el ma?ana.
De momento, el ma?ana est¨¢ hecho de confusi¨®n: y los poetas de la confusi¨®n no van a cantarle. La confusi¨®n verdadera es del barro. Miguel Angel Rodr¨ªguez es el poeta en mala prosa -de novelista sin ¨¦xito, de periodista malejo; y vengativo por ello- de la confusi¨®n. No es su culpa: ¨¦l querr¨ªa ser m¨¢s claro. Pero el tr¨ªo din¨¢mico no se lo permite: cree que la confusi¨®n es democracia.
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