Una vida en las carreras
Los gemelos Bittni, de 82 a?os, decanos del periodismo h¨ªpico, cuentan los avatares de los hip¨®dromos madrile?os
El 4 de mayo de 1941, hace m¨¢s de medio siglo, el hip¨®dromo de la Zarzuela abr¨ªa sus puertas con una fiesta inaugural animada gastron¨®micamente con un c¨®ctel de Perico Chicote. All¨ª se hab¨ªan dado cita, seg¨²n un rotativo de la ¨¦poca, "Ias caras m¨¢s conocidas de la vida social madrile?a: arist¨®cratas de sangre, de los negocios, altas jerarqu¨ªas del Ej¨¦rcito, representantes de la diplomacia, de las letras y las artes. Y realzando todo ello, un nutrido contingente de bell¨ªsimas se?oritas". Su construcci¨®n, en 1935, con un presupuesto de tres millones de pesetas, no se libr¨® de la pol¨¦mica al ocupar terrenos del monte del Pardo.La guerra civil pospuso su inauguraci¨®n, a la que tambi¨¦n asistieron los hermanos Bittini, una especie de hermanos Marx del periodismo h¨ªpico madrile?o. si Groucho hubiera coincidido con esta original pareja de gemelos formada por ?ngel y Pepe Bittini, de 82 a?os, les hubiera ofrecido, seguro, un papel protagonista en alguna de sus pel¨ªculas.
La extra?a pareja -es dif¨ªcil toparse con gemelos octogenarios- va vestida igual. Lo han hecho as¨ª desde ni?os, para incrementar la confusi¨®n que su parecido f¨ªsico provoca y que les permiti¨® en su juventud compartir m¨¢s de una novia. Juntos se les puede distinguir; por separado, es muy dif¨ªcil. Han utilizado incluso el mismo modelo de coche, de peinado, corbata y hasta de bigote. Ambos est¨¢n casados, pero sus respectivos matrimonios no mermaron su intensa relaci¨®n.
Son los menores de una familia de cuatro hermanos, muy aficionados todos a las carreras de caballos. Los dos mayores fundaron en 1929 la revista Hip¨®dromo, la primera publicaci¨®n que naci¨® para informar de los resultados de las carreras que se celebraban entonces en el hip¨®dromo de la Castellana, que se abri¨® en 1878 y se cerr¨® en 1931 para construir los Nuevos Ministerios. Editaban la revista en una casa de la calle de Malasa?a, donde a¨²n reside uno de los gemelos.
En la Castellana, ?gel y Pepe contemplaron por primera vez, a los 13 a?os, la primera carrera equina de su vida. Todos los domingos cog¨ªan el tranv¨ªa, El Cangrejero, en la glorieta de Bilbao, para acercarse al hip¨®dromo, donde sol¨ªan coincidir con el rey Alfonso XIII, propietario de una de las principales cuadras y que acud¨ªa acompa?ado de la reina Victoria y las infantas. "El Rey era muy campechano, como todos los borbones, y te pod¨ªas acercar a ¨¦l sin inguna dificultad", recuerda Angel. "El ambiente era muy selecto, estaba formado exclusivamente por las grandes familias aristocr¨¢ticas, que se vest¨ªan de manera llamativa y elegante, con sombreros y perifollos, al estilo d¨¦ la ¨¦poca".
Las mejores cuadras fueron monopolio, al menos hasta los a?os cincuenta, de los nobles. Fueron ellos quienes promovieron a mediados del siglo XIX las carreras en la capital, a las que se hab¨ªan aficionado en Londres y Par¨ªs. La primera carrera p¨²blica en Madrid de la que se tienen noticias se celebr¨® el 20 de abril de 1843, en una finca ubicada en la ribera del Manzanares, con un premio de 6.000 reales. Antes se hab¨ªan organizado algunas, privadas, en una finca de la Alameda de Osuna, propiedad del duque de Osuna, primer presidente de la Sociedad de Fomento de la Cr¨ªa Caballar en Espa?a. Esta instituci¨®n, fundada en 1841 a semejanza del Jockey Club ingl¨¦s, logr¨® un permiso real para abrir un hip¨®dromo en la Casa de Campo, que se mantuvo hasta el a?o 1867.
Los Bittini frecuentaron tambi¨¦n el hip¨®dromo de Legamarejo, en Aranjuez, que tom¨® el relevo cuando se clausur¨® el de la Castellana. Los veteranos periodistas, que trabajaron para la agencia Efe y los peri¨®dicos As y Madrid, tienen una memoria prodigiosa en la que permanecen archivados los nombres de los caballos m¨¢s famosos de los a?os treinta, como Colindres, Atl¨¢ntida y Rub¨¢n, y a los mejores joqueis, ya legendarios, como Carlos Belmonte, Lucien Lyne y Victoriano Jim¨¦nez. Aseguran que no han ganado dinero con las apuestas. "Es muy dif¨ªcil ganar, y adem¨¢s nosotros ¨ªbamos a trabajar y hubiera sido una tonter¨ªa jugarnos el sueldo".
"Hasta despu¨¦s de la guerra", comentan, "Ias carreras hab¨ªan sido un entretenimiento de la aristocracia y los militares. En la d¨¦cada de los cuarenta, la burgues¨ªa adinerada comenz¨® a frecuentar el hip¨®dromo de la Zarzuela. Hab¨ªa un grupo conocido como los teleros, formado por los propietarios de las principales industrias y comercios textiles de Madrid".
La llegada de Ram¨®n Mendoza a la presidencia del hip¨®dromo en 1983 -fue el primer presidente sin t¨ªtulo nobiliario- supuso la democratizaci¨®n de las apuestas, ya que durante su mandato se cre¨® la quiniela h¨ªpica. Pero la popularizaci¨®n definitiva se produjo un lustro m¨¢s tarde, cuando ocup¨® el cargo Lorenzo Sanz. ?ste puso en marcha las carreras nocturnas de verano. Los madrile?os acogieron con gusto estas noches estivales, en las que se pod¨ªa apostar, ligar y tomar una copa. El recinto registr¨® los mayores llenos de la historia.
" Los primeros meses de la quiniela fueron de euforia, pero la gente se cans¨® porque las apuestas requieren cierta especializaci¨®n y por tanto era imposible que se convirtieran en un fen¨®meno de masas, como en el caso del f¨²tbol. En cuanto a las carreras nocturnas, atrajeron a much¨ªsima gente, pero m¨¢s por el tema l¨²dico que por afici¨®n a los caballos", se?ala Pepe.
A juicio de los gemelos, han sido las malas relaciones entre Enrique Sarasola y la sociedad de propietarios lo que ha llevado al cierre del hip¨®dromo, que se produjo el pasado a?o. "Sarasola no pagaba los premios porque no iba gente y no ganaba dinero. Y los propietarios han preferido no ver correr a sus caballos en Madrid y llev¨¢rselos a Lasarte, en San Sebasti¨¢n, antes que llegar a un entente cordial. Nosotros confiamos en que Lorenzo Sanz reabra la Zarzuela. ?l tiene experiencia, dinero y una de las mejores cuadras de los ¨²ltimos a?os".
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